La batalla de Sísifo (manifiesto personal)


Gabriel García Guzmán_ Perfil Casi literal

No  deseo engañar a nadie, ni decir, por ejemplo, que la mejor literatura centroamericana contemporánea es guatemalteca. Particularmente, detesto el chovinismo provinciano. Así mismo, considero que la literatura debe tener un compromiso social, donde la función del  arte es la defensa del ser humano, en cualquier forma de sus derechos y deberes.

La literatura no debe ser un discurso adormecedor de las conciencias sociales; no debe, tampoco, verterse hacia sí misma, y desvincularse por completo de la realidad material de Guatemala. Me niego a entonar el discurso que la burguesía y pequeña burguesía desean escuchar; me niego a invisibilizar el drama humano de mis semejantes; me niego a reproducir el sistema con un discurso evasivo.

*

Así mismo, objeto la interpretación errada de la literatura comprometida como panfleto. La literatura comprometida es literatura por su carácter estético y no deja de serlo por el contenido que aborda, incluso no deja de ser literatura si subordina la forma al contenido. La literatura comprometida participa de una estética nueva, donde la belleza se encuentra en la descripción de los problemas sociales, en el análisis meticuloso de las causas y consecuencias de las contradicciones.

Así mismo, la literatura comprometida posee los principios enunciados por Boris Eichenbaum, perteneciente al formalismo ruso; ellos se encuentran reunidos en el libro de Dante Liano, La crítica literaria.

Con estos principios Eichenbaum principia el análisis de la literatura por sí misma, definiendo qué características posee la obra literaria y cuáles son las diferencias respecto a los textos no literarios. Estos principios son:

a)     Literariedad:

«Jakobson define la literariedad de la siguiente manera: “objeto de la ciencia de la literatura no es la literatura, sino la literariedad, esto es, aquello que hace de una obra determinada, una obra literaria”. Tal definición nos hace referirnos a uno de los conceptos más importantes elaborados por el formalismo: el de “serie”. (…) Para encontrar la literariedad, se hace necesario confrontar la serie literaria con las otras series».

(Liano, 1980: 39).

Sobre este particular, los detractores de la literatura comprometida como una categoría literaria, se equivocan, pues si bien confrontan la serie política con la serie literaria, carecen de fundamentos para negar los elementos estéticos de la literatura comprometida. Es así como no distinguen entre lenguaje práctico y lenguaje poético, distinción que constituye el segundo principio de Eichenbaum.

b)   Lenguaje práctico y lenguaje poético:

«A diferencia del lenguaje práctico, en el cual lo más importante es transmitir un “mensaje” de la forma más económica posible, el lenguaje poético hace pasar el “mensaje” a un papel secundario para instaurarse como valor en sí mismo».

(Liano, 1980: 39).

La literatura comprometida posee, además de un compromiso ineludible con el ser humano, con la vida y con la causa revolucionaria, un compromiso con la literatura misma. No por cultivar una idea se desprecia la forma. Recuérdese escritores progresistas con grandes aportes formales como: Miguel Ángel Asturias, Manuel José Arce, Manuel Galich, Luis de Lion, Otto René Castillo, Otto Raúl González, Roberto Obregón, Mario Payeras, Arturo Arias, entre otros. ¿No bastan estos ejemplos de cultivo formal para dejar en claro la literariedad presente en la literatura comprometida?

c)    El valor del sonido como derivado del lenguaje poético:

«Lo que inmediatamente se imponía, como consecuencia de estas afirmaciones, era desplazar la crítica literaria, del estudio del mensaje, al estudio fonológico del poema. Dicho estudio explicaría por qué el poema se impone como tal, sin necesidad de acudir a instrumentos de ciencias ajenas a la literatura».

(Liano, 1980: 39-40).

Si bien los formalistas rusos principiaron por la poesía, y estos primeros acercamientos aluden particularmente a lo poético, no implica que no puedan extrapolarse a los otros géneros, como ocurrió posteriormente con Osip Brik o Shklovski. Así mismo, se pide recordar a los lectores la musicalidad de la poesía de Otto Raúl González. Que si bien, se clasifica en la literatura comprometida de la generación del 40, tiene el gusto musical de un esteta, de un poeta que conoce bien su oficio, y que, con oído virtuoso, logra un juego fonético de alta calidad. Tal maestría se ve reflejada en el poemario  Voto y voz del geranio (1994).

En este sentido, se extrae el poema Dominio, para ilustrar a los lectores la eufonía presente en el discurso poético comprometido; así mismo, enfatiza la militancia, expresada en el símbolo del geranio; dicho símbolo entabló contradicción con la dictadura ubiquista, propiciando su caída.

DOMINIO

GERANIOS y geranios y geranios

que tus ojos no miren

más que geranios;

que tus dedos no toquen

más que geranios;

que tu lengua no diga

más que geranios.

Llanuras y llanuras de geranios,

bahías y bahías de geranios,

cascadas y cascadas de geranios;

la tierra toda plena de geranios.

La música crecida de geranios,

estatuarias construidas de geranios,

arquitecturas hechas de geranios;

el alma toda plena de geranios.

(González, 1994: 12).

d)   Indisolubilidad de forma y contenido:

«Los formalistas se oponen a tal división, acusándola de ser una falsa disyuntiva. Apostrofan, sobre todo, la idea de que la forma es una especie de envoltorio del contenido. (…) El concepto de forma, pues, adquiere dimensiones mayores: no es una cáscara insípida, sino está preñada de significaciones. O, como dicen los formalistas: “la forma es una introyección del contenido” ».

(Liano, 1980: 40).

Es aquí donde ocurre el debate real entre las funciones del arte por el arte, y la literatura comprometida. El arte por el arte, es, obviamente, formalista. Por lo tanto, para ellos la forma es una introyección del contenido, por eso lo priorizan; en cambio, la literatura comprometida condiciona la forma al contenido. Si bien no descuida estos aspectos formales, su prioridad es expresar el contenido: la «envoltura» queda en un segundo grado respecto a la idea.

No obstante, a pesar de estas dos posibilidades, no se rompe la relación forma-contenido. En ambas funciones se priorizan uno u otro aspecto, pero resulta imposible suprimir cualquiera de los dos.

*

Ahora bien, favorezco la literariedad de la literatura comprometida, y la presento como una posibilidad en la época de posguerra. Mi postura implica que sí puede existir una literatura comprometida, pues aún existen graves contradicciones sociales que demandan un tratamiento literario.

En este sentido me encuentro en oposición respecto a la civilización posmoderna, la cual considera que ha llegado el fin de todas las contradicciones sociales, y, por lo tanto, el fin de la historia. ¿Acaso no basta esta crisis del mercado internacional para dejar en claro la vigencia y continuidad histórica? ¿Acaso no estamos plagados de problemáticas y contradicciones en las naciones periféricas?

En consecuencia, insto al abandono de cualquier forma del arte por el arte. Porque es literatura que disocia la relación del individuo con su medio, porque se inventa realidades inexistentes que enajenan la acción social, porque muestra una cobarde conformidad con la injusticia y el egoísmo individualista. Propongo, en adelante, la literatura como vehículo directo para la crítica, ya no del arte o la literatura, sino de la cultura misma y de la civilización posmoderna.

Si bien no condeno al arte por el arte, considero inapropiada la creación de ficciones evasivas o poco explícitas respecto a su contexto social; también resulta inapropiada la poesía descontextualizada, aparatos estéticos sin más fin que ser bellos. Recomiendo, por el contrario, obras que, sin carecer de estética formal, expresen claramente el estado de la cultura: postura filosófica, análisis de nuestra evolución histórica, estado en materia de economía-política, relaciones de poder, devenir científico.

Es así como los que se sientan persuadidos, súmense a este cambio generacional. Agrúpense o trabajen en soledad, pero produzcan cuentos, novelas, ensayos, poesía; en fin, literatura que conmueva las conciencias de los tímidos y motive a los audaces.

Los encomienda a Dios y a la victoria.

Fuentes bibliográficas

  • Liano, Dante, La crítica literaria. Primera edición. Editorial Universitaria. Guatemala. 1980. 115 páginas.
  • González, Otto Raúl. Voz y voto del geranio. Primera edición, Colección Octubre. Editorial Cultura. Guatemala. 1994. 35 páginas.

¿Quién es Gabriel García Guzmán?

¿Cuánto te gustó este artículo?

Califícalo.

0 / 5. 0


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

desplazarse a la parte superior