El tren amarillo: tragedia del intervencionismo a Guatemala


Gabriel García Guzmán_ Perfil Casi literal

Este año, 2013, se celebra el centenaria de Manuel Galich; dicho intelectual es el creador de varias obras dramáticas de alto valor literario y social, como: De lo vivo a lo pintado, 1947; El tren amarillo, 1954; La trilogía de los Natas (1. Papa Natas, 1938; 2. La mugre, 1953; 3. El último cargo, escrita entre 1964 y 1970); Pascual Abah, 1966; Mister John Tenor y Yo, 1976. Así mismo, produce la narración testimonial Del pánico al ataque, 1949.

De igual modo, desarrolla una relevante carrera política trabajando como Ministro de Educación, posteriormente fungirá como Ministro de Relaciones Exteriores durante los últimos cuatro años del gobierno revolucionario (1951 a 1954). Hacia 1952 fue enviado por el presidente Jacobo Árbenz en una embajada  hacia Uruguay y Argentina, de la cual no pudo volver por la intervención norteamericana a Guatemala, hacia 1954.

En el exilio iniciará su Época Ríoplatense-Buenos Aires (1953-1961); posteriormente se trasladará a Cuba, iniciando la Época Cubana (1962-1984). Ya instalado en Cuba entrará en contacto con los dramaturgos Virgilio Piñeras, Brens y Reguera Samuel. Desde 1962 trabajará en la Casa de las Américas, como subdirector, por invitación de Haydée Santamaría.

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Ahora bien, para Galich, principalmente en sus últimas dos etapas, la política fue el asunto central de sus obras teatrales, ello puede notarse principalmente en El tren amarillo. Esta obra es especialmente representativa del intervencionismo estadounidense en Guatemala y en los demás países latinoamericanos, donde, con el propósito mercantil de lucrar con la explotación bananera, se pisotean las democracias y soberanías nacionales.

El argumento de la obra es sencillo: Hortensia, quien trabaja como prostituta en el bar de un chino llamado Mariano, se enamora de Joe, uno de los marinos estadounidenses que se benefician de la explotación del banano. Casi veinte años después, terminada la relación con Hortensia, Joe ha formado una empresa bananera y principia a lograr el monopolio; no obstante, un joven conocido por todos como El canche lo amenaza con parar los trenes si no mejora las relaciones laborales. Joe lo manda a arrestar, y dar muerte, a pesar de que Hortensia le revela que El canche es su propio hijo.

Resulta interesante encontrar varios elementos que remiten a la realidad material de Guatemala, principalmente una dedicatoria dirigida al Ministro de Economía durante el período revolucionario, Alfonso Bauer Paiz:

«A mi compañero y amigo Alfonso Bauer Paiz, en muchos sentidos un poco co-autor de esta pieza, fraternalmente».

(Galich, 1979: 25).

Esta dedicatoria cambia la significación de la obra, y la vuelve una alegoría de la revolución y contrarrevolución guatemalteca. Puede considerarse que, Bauer Paiz, como un poco co-autor de la obra y del proceso revolucionario, es coadyuvante de quienes se oponían a las transnacionales, encabezados por El canche, quien podría representar al presidente Jacobo Árbenz Guzmán.

Estamos, pues, delante del drama trágico de Guatemala: el heroísmo de un pueblo que lucha valientemente por entrar en la modernidad-capitalista, en la industrialización y redistribución óptima de del agro. Jacobo Árbenz representa a la burguesía avanzada, que desea superar los rudimentos del Medioevo colonial para entrar plenamente a un proceso de producción capitalista y de libre competencia. Galich, admite pues, que no se trata ya de una revolución socialista, sino de un proceso de dignificación de la sociedad guatemalteca.

«CHICHO. ¿Eso es comunismo?

JOE (Sonriendo.) No. Pero de cualquier manera hay que llamarlo».

(Galich, 1979: 81).

Es así como Galich se muestra consciente y pensante ante la propaganda estadounidense, la cual insidiosamente calumnió a Árbenz, su ideología y su causa. A esto cabe añadir el contexto de la guerra fría, Estado Unidos deseaba aumentar su zona de influencia bajo cualquier pretexto; además, requería acumular capital aprovechando el feraz suelo latinoamericano.

Todo lo anterior sería estéril si no se contrastara con el presente, pudiendo observar que en la actualidad se ha aplicado el mismo guión al país: Guatemala está entregada materialmente a las transnacionales, principalmente las mineras; a esto puede añadirse la explotación extensiva del petróleo, la introducción de maquilas coreanas y call centers. Todo ello no beneficia económicamente a Guatemala, al igual que ocurrió anteriormente con las bananeras; más bien exportan los beneficios a sus naciones de origen, dejándonos solamente explotación, pobreza y enfermedades. A esto cabe añadir la creciente privatización de los bienes del estado, que no logra más que debilitar la posibilidad de satisfacer las necesidades populares, e incrementar el patrimonio de unos cuantos extranjeros y sus vasallos locales.

En este sentido, el centenario de Manuel Galich nos invita al diálogo sobre las estructuras económico-políticas de Guatemala, y a replantearnos las vías de desarrollo del país; así mismo, motiva a todos los latinoamericanos a revalorar objetivamente las grandes proezas de nuestra dramaturgia.

Fuentes bibliográficas

Galich, Manuel; El tren amarillo y otras obras; Primera edición; Editorial Letras Cubanas; Ciudad de la Habana, Cuba; 1979.

Cruz, Víctor Hugo; Obra dramática de Manuel Galich, Tomo I; Primera edición; Editorial Universitaria; Ciudad de Guatemala, Guatemala; 1989.

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