Hagámonos los cuerdos, porque locos ya estamos


Sergio Castañeda_ Perfil Casi literalDesde muy pequeños somos arrollados por una serie de valores y normas creadas por el sistema imperante alrededor del mundo. Estos valores y normas se inculcan buscando formar la conducta de los individuos, día a día, en nombre de la “racionalidad” y “moralidad” de la que occidente tanto se jacta.

Esta moral, que históricamente se transmitido a través de diversos métodos, reproduce reglas que intentan regir la conducta del ser humano en relación a la sociedad y a todo lo que lo rodea, es decir; dichas normas e ideas fijas buscan infundir un conocimiento de aquello que el humano debe o no hacer para mantener su estabilidad social, lo que plantea contradicciones ante la singularidad de cada individuo. Los individuos a pesar de pertenecer a una sociedad y un sistema del cual resulta casi imposible salir, poseen significativas diferencias tanto psicológicas como físicas, así como otras que se dan gracias a las desigualdades económicas y sociales donde la segregación de clases crea terribles problemas para la humanidad. Esto hace que resulte sumamente complejo poder estructurar a todas las culturas de la misma manera a través de normas o reglas, y esperar resultados y comportamientos similares.

Este tipo de sistema logra, en la mayoría de los casos, domesticarnos, alejándonos en el mayor grado posible de la vitalidad, de lo instintivo, de lo natural, y así conquistar nuestra subjetividad, lo que lleva a diversos malestares en la cultura y crisis en los individuos. Los resultados de esa enajenación son tan absurdos y sorprendentes que entran en la normalidad cotidiana: son tan absurdos como ver con total normalidad que las capas medias y bajas, a través de la fuerza de trabajo, generen la riqueza de unos cuantos y se tenga que agradecer por el trabajo (debido al proceso de pauperización) que conlleva a la explotación latente; tan absurdo como que la niña de casa deba buscar “un buen partido” y el hombrecito a una “niña de su clase y que sepa cocinar”; tan absurdo como la enajenación empresarial al empleado, tan absurdo como creer decepcionar a los padres si no seguís la carrera que ellos desean o si te cuestionas lo aprendido en casa y en la escuela, tan absurdo como buscar identidad a través del culto a los objetos, tan absurdo como nunca haberse preguntado este tipo de cosas y únicamente reproducir otras voces.

Pero el tomar conciencia de la realidad y convertir la crítica en un ejercicio constante y estimulador para buscar comprender de raíz esos malestares que parecían ser incomprensibles, es un riesgo que necesita valentía; pues comprender el malestar y la frustración a través de una conciencia crítica que observa cómo la cultura apolíneo-burguesa de occidente lacera aquello más natural en el ser, es decir, los instintos, las reflexiones, la autenticidad, y que grita al oído del que debe obedecer y humillar a través del poder económico, etcétera, constituye un conflicto interno que puede desembocar en crisis personales que también repercuten en la sociedad de la que se es parte.

Es menester perfectas dosis de audacia para encarar dichas situaciones, porque no se trata únicamente de tomar conciencia crítica de las estructuras creadas que nos golpean psicológicamente (aunque considero que es la premisa y un loable paso, pues solo una conciencia crítica está cerca de lograr su libertad), pero ir más allá es intentar romper justamente esos paradigmas que localizamos como negativos o incluso antinatura.

Luchar contra la corriente de todo eso heredado a través de los discursos cotidianos en el hogar, en el colegio, de ese poder fáctico que son los medios de comunicación masivos, nos orilla en muchas ocasiones a un tipo de frustración y resignación donde percibimos encontrarnos cada vez más solos e incomprendidos por no encasillar en los estereotipos creados por este tipo de pensamiento positivista y conservador.

Difícil y complejo resulta ir rompiendo estas estructuras e ir desprendiendo esos prejuicios que durante muchos años te han alienado, y es que es justamente en esos momentos cuando el prejuicio está siendo más fuerte que uno, cuando hay que detenerse, tomarse un momento para luego retomar con mayor calma y criterio aquello que el prejuicio no dejaba concebir serenamente, impidiendo la congruencia y consecuencia entre el pensamiento y el actuar.

Valoro, en gran medida, en estos tiempos donde el liberalismo a través del poder mediático bombardea a cada momento para hacernos caer en el consumismo y la cosificación, y que impiden el desarrollo de una conciencia libre, a quienes aún a pesar de esas fuertes influencias se la juegan y defienden aquel derecho inalienable de la autenticidad para así reconocerse sexuado, antropo, racional y también pasional e instintivo. Reconocer que todo lo instintivo, lejos de ser negativo, está cerca del bienestar y de la vitalidad y así comenzar a comprender las leyes naturales. Estás luchas y encrucijadas a las que nos orilla este “orden sistemático”, crean un sube y baja de emociones y luchas internas, donde los resultados pueden ser una victoria del espíritu humano o una derrota de la cordura.

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2 Respuestas a "Hagámonos los cuerdos, porque locos ya estamos"

  1. Leo De Soulas dice:

    Y tristemente, el ser humano casi siempre termina derrotado. Me recordé de la obra de teatro El rinoceronte, de Ionesco. Un sistema que te va comiendo, que te va convirtiendo en rinoceronte, hasta que te aplasta.

  2. Arana dice:

    Instintivo quiere decir que solo sos perceptivo y programado para cierta actividad, sin capacidad de decisión, al igual que un animal,…un perro no puede decidir si ser carnívoro o herbívoro, aquí creo que caes en aseveraciones de carácter misántropo, el problema aquí es separar la leyes naturales que rigen para el ser humano, que con lógica no son las misma leyes que para un animal o para un vegetal (todos somos seres vivos, pero las reglas son distintas)… Entonces la ley natural de hombre es la «razón» como cualidad (única y propias de este), el proceso de utilizar la razón se llama pensar, el pensar «es la acción de identificar o dar identidad a algo según sus causas o lo que hace posible esa identidad» en otras palabras decir la abstracción que nos lleva a la conclusión: Existe o no existe… Ahora todo ser humano tiene «razón» como cualidad, escoge, en su libre albendrio pensar o no pensar, o sea en otros aspectos el ejercicio de darle valor a lo existente y por ende a la existencia misma… El problema no es el consumo, el problema es el sistema de valoración y utilización del pensamiento, si me están diciendo estas «obligado» o «debes» hacer «X» cosa para encajar, mas que todo te han implantado el sentido o moral del deber, en otras cosas, ejemplo: USTED «ES» LO QUE LA SOCIEDAD DECIDE, o sea que tu pensamiento «debe» ser adoptado y no desarrollado y decidido por alguien mas, y eso es antinatural o sea anti valores… Pero en el sentido practico eso es lo correcto, y hasta se dice con orgullo YO ME DEBO A LA SOCIEDAD SIN ELLA NO SOY NADA…y seguimos en el pragmatismo…cuando esto es una condena al «YO» y eso le quita sentido a la existencia…¿como le reclamas al mundo tu derecho a forjar tus propios valores?…

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