El mundo y el quehacer poético poetizable ¿?: prefacio


Eynard_ Perfil Casi literal

Abrir los ojos, moverse un poquito para saber que seguimos vivos y que todo no es una ilusión de nuestra muerte, levantar el tronco superior, estar sentado, bajar un pie antes de haber pensado si será el izquierdo o el derecho por eso de la suerte del momento, titubear un momento: hacerlo o no hacerlo, en ese instante cobra un significado inmenso frente a la posibilidad de tantas cosas como el infinito, levantarse un día de la cama, en fin. Así es como pueden iniciarse tantas cosas sin que lo sepamos porque simplemente, aunque su simplicidad va mucho más allá de lo que nosotros, simples humanos mortales, podemos llegar a imaginar, nos despertamos y es hora de comenzar con todo. Unos pueden ver el techo y pensar un poco en lo consiguiente; otros pueden dialogar un poco con ese mismo techo al estilo de Todos los nombres; otros cuantos más pueden repasar en su cabeza los posibles sucesos futuros de las horas que continuarán; algunos melancólicos podrán ver el horizonte, una ventana, un resquicio de la luz de la mañana y tal vez piensen en lo incognoscible, en lo inescrutable, en los designios sobre todas las cosas, el mandado, la divinidad de cualquier tipo e índole, en el supuesto espesor mañanero, en el rocío, la brisa, el sol, el frío y/o el calor; muchos tantos pesimistas podrán decir que otro día sin razón alguna, sin más ni menos que seguir viviendo porque aquí estamos; cualquiera podrá pensar en esa mañana como la más perfecta, la más adaptable, la que más encaja para el día del suicidio que termine finalmente con todas las cosas: una bala, un puente, la soga, las venas de las muñecas, etcétera; la mayoría no hará nada de esto porque se levantó tarde y en diez minutos tiene que estar en su trabajo ya bañadito y con todos los papeles listos para que llegue tardísimo y todo su día y semana futura se complique hasta donde ya no más porque en su sueño pensó en hablar con el techo o repasó los hechos a continuar o melancólicamente vio el horizonte o en la divinidad escondida detrás del sol o en el rocío o en el suicidio que termine de una vez con todo a partir de hoy y para siempre… Todo esto también le puede pasar a cualquier fulano consuetudinariamente, sin ton ni son hasta que de pronto se pregunta en el momento más álgido de ese despertar, cuando las nubes se sofocan de tanto madrugar, cuando los pajaritos deciden hacer un minuto de silencio porque alguien se está preguntando algo de gran importancia para sí mismo, cuando el sol se cansó de tanto alumbrar y baja un cachito su intensidad y de repente este fulano se pregunta por qué se me está escapando la poesía ¿? Ojo, no preguntó por qué se me escapa, así en seco, en presente simple si no estoy mal, ese fulano no preguntó así sino en continuidad, en un estado en donde las cosas están sucediendo, en donde las cosas van hacia algún lugar, están en movimiento, no estáticas. Entonces:

Quién es entonces aquel

que al final de la tarde

abre la memoria, alza el velo de los ojos,

deposita el paisaje, la casa al otro lado

imagen reflejada de esta casa

en donde habito como mi sombra.

Cees Nooteboom

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