Sobre relatos vampíricos


Rubí_ Perfil Casi literal

Hace un par de años hubo un fenómeno literario que los aficionados al relato gótico o vampírico nunca olvidaremos: la saga de Crepúsculo. De un momento para otro ya no había oscuros castillos, ni calabozos, ni estacas de madera atravesando corazones. Todo esto fue desplazado por un universo moderno en el que cohabitan una insegura chica provinciana y el vampiro que, a pesar de su apariencia adolescente, lleva cientos de años buscándola. Sí, me refiero a Bella Swan y a Edward Cullen; una ecuación poco convencional en el escenario tradicional gótico.

Si bien no comparto la idea de la distorsión del mito del vampiro como personaje universal y arquetipo particular, tampoco tengo nada en contra de la recreación de personajes que a su vez intenten proyectar modernamente al vampiro tal cual se perfila por tradición: depredador, sensual, decadente y sediento. Esto ciertamente no logró calcarlo en lo absoluto Stephenie Meyer con su saga, pero admito que hizo un buen intento y acertó comercialmente.

Como lo decía antes, el fenómeno Crepúsculo fue un balde de agua helada para quienes nos enamoramos de la literatura gótica leyendo a La amante macabra, La larva o algún otro libro de los que antes solía escribir la recién convertida al cristianismo, Anne Rice.

Y es que hay tanto para escoger en este subconjunto narrativo, que me resisto a aceptar el triunfo de la trama vampiro/doncella a causa de la saga de Meyer. Por ejemplo, el cuento popular Carmilla, escrito por el irlandés Josheph Sheridan Le Fanu en 1872 explora temas inusuales para aquella época como el lesbianismo o el sonambulismo. Este cuento está inspirado en la figura mítica de La condesa sangrienta Erzsebet Bathory. Veinticinco años después de Carmilla, otro escritor irlandés, Bram Stoker, escribe Drácula, personaje inspirado en el príncipe de Valaquia Vlad Tepes. Estas dos referencias son populares tanto en la literatura como en el cine.

Publicado originalmente en 1836 en la revista Chronique de Paris, La muerta enamorada del escritor francés Théophile Gautier es un relato corto menos conocido, sin dejar de ser una magnífica joya en cuanto a la ruptura de paradigmas en el argumento: Clarimonde es la muerta enamorada y Romuald es su víctima. Clarimonde es un súcubo, un seductor demonio disfrazado de ángel, y Romulad es un sacerdote quien se transrforma esclavo de ella y de sí mismo. Romuald lleva una doble vida en la cual durante el día es sacerdote de una pequeña capilla del pueblo y en la noche es el fiel amante y esposo de Clarimonde, uniéndose a ella en opulentas bacanales venecianas. Ella vive de su sangre y Romuald vive para ella, abandona a su dios y blasfema contra él a petición de ella.

La muerta enamorada de Gautier se suma a una extensa lista de relatos, novelas y cuentos en donde los vampiros protagonizan historias que congelan y a su vez derriten nuestros sentidos. No está mal leer sobre vampiros púberes e inadaptados, sin embargo tampoco no está de más conocer el origen de los mitos. Una vez leída alguna novela de la vieja escuela, la diferencia abismal será notable.

Para los lectores que quieran conocer más propuestas del ámbito literario gótico, comparto este enlace.

¿Quién es Rubí Véliz Catalán?

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