Plantones por la dignidad


Jimena_ Perfil Casi literalHace un año fui parte de un grupo de personas que decidió acudir a una pequeña convocatoria generada a través de redes sociales. Nos reunimos en la esquina de la 6ta. avenida y 5ta. calle de la zona 1 capitalina, con la idea clara de que el caso denominado “La Línea” estaba moviendo la indignación de una parte de la población ―sobre todo urbana de clase media― que hasta ese momento no parecía inmutarse por la crisis histórica.

Ese 20 de abril de 2015 se tomó la decisión, en forma de asamblea ciudadana, de seguir llegando todos los días a la una del mediodía y a las cinco de la tarde. Algunos de nosotros ya nos conocíamos y cada uno desde diferentes espacios intentábamos, de forma individual, hacer algo por que Guatemala fuera otra, fuera diferente. Las movilizaciones del 2015 nos permitieron conocernos y reconocernos.

En plantones por la dignidad tenemos plena conciencia de que la resistencia y las luchas en nuestro país son históricas, y que las problemáticas son diversas y sumamente complejas. La crisis de la corrupción es una consecuencia del sistema de despojo y la desigualdad, de esa brecha enorme entre ricos y pobres que existe en Guatemala. El mantenimiento de un Estado fallido que no le permite crecer y desarrollarse en igualdad de condiciones a toda la población es causa de las dificultades que afronta el país. Las movilizaciones del año pasado, además de conocernos y reconocernos, nos dieron la oportunidad de articularnos.

Entendemos que el año pasado miles de personas nos dimos cita en la plaza de forma voluntaria sin que nadie nos diera instrucciones y sin ser parte de la agenda de algún sector del poder; sin embargo, la élite y los sectores de derecha en su gran capacidad de mutar, de tornar y adaptarse de acuerdo a las necesidades por el mantenimiento de su status quo supo transformarse, y como lo único necesario para que Guatemala cambiara era orientar a la población de nuevo hacia el miedo y el confort, llevándose a cabo un proceso electoral que terminó con la elección de las actuales autoridades y proponiendo que la renuncia de Pérez Molina, consideramos que si bien la llamada indignación ciudadana de muchos se dio hasta el momento en que el impacto de la corrupción en el sistema tocó de forma directa la economía personal de cada quien, y si bien reconocemos que no se tienen las condiciones para generar un cambio absoluto y profundo de forma inmediata, vemos y  creemos que las movilizaciones del año pasado y las del presente año abren las puertas a un nuevo análisis sobre el sujeto político con el cual estamos ahora tratando y generan la posibilidad de forjar conciencia en una sociedad en la que, de forma estratégica, la población ha sido despolitizada y ―pareciera― hasta adormecida. Vemos a la coyuntura del 2015 como un momento en el que pudimos incidir más, pero en el que nuestras limitaciones tal vez no lo permitieron; creemos que aún estamos a tiempo de aprovechar esa especie de espíritu de solidaridad que se generó en algunos sectores.

Como colectivo “Plantones por la dignidad” sabemos que es importante, vital y necesaria la búsqueda del respeto a los Derechos Humanos por medio del activismo, pero consideramos que es ineludible e impostergable la búsqueda de espacios de articulación con otros grupos, asociaciones y colectivos sociales con quienes tengamos metas en común, teniendo como objetivo primordial la búsqueda del bien común para sentar bases profundas, cambios que lleguen a la raíz de los problemas sociales que desde hace tantos años atañen a Guatemala, y algún día, lograr la igualdad de oportunidades para todos y todas. Proponemos una formación política permanente, una articulación siempre en lineamientos de relaciones de horizontalidad y, sobre todo, tener presente que esto apenas empieza.

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