«El Bryan» y nuestros monstruos


Jimena_ Perfil Casi literal“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo, del miedo al cambio”.

Octavio Paz

Como siempre lo hago, partiré de mi experiencia. La autocrítica es necesaria, sobre todo en este esfuerzo por transformarme cada día y mantener la búsqueda de mí misma desde la colectividad.

Aprendí a discriminar como creo que lo hacemos muchos en esta sociedad. La ciudad es un lugar hostil para quien no se apega a la idea de lo normal o no aspira de forma enfática a la estandarización que el sistema propone. Durante mi época escolar era muy usual utilizar términos peyorativos para quienes, de acuerdo a mi percepción y la de mi grupo de amigas y amigos, no encajaban dentro de los requerimientos sociales del momento.

Utilizábamos con frecuencia, y acompañado de carcajadas y casi a nivel de sentencia, términos como muco, cholero y shumo. Esto no cambió sino hasta años después, cuando ya siendo adulta empecé con lo que considero un profundo proceso de deconstrucción en distintos aspectos de mi día a día, practicándolo todos los días, siendo esto necesario para comprender y llevar una vida, desde mi perspectiva, mejor y más congruente con mi realidad.

Las palabras crean, golpean y se insertan en nuestros imaginarios. Hace pocos días, conversando con compañeros de trabajo, escuchaba bromas sobre algunos memes que se han viralizado en redes sociales. Estas imágenes son una especie de renovación de algunas categorías de desacreditación y discriminación social. Resulta que ahora ser la Kimberly, el Kevin, el Bryan o la Britany (y sí: los sustantivos van acompañados de su respectivo artículo) es denigrante y ofensivo para la “pulcra” y “cultivada” sociedad guatemalteca, pues se dice que quienes portan estos nombres se caracterizan por escuchar música banda o reguetón, vestir gorras con grandes viseras planas, playeras sin mangas, mucho maquillaje, pelo teñido de rubio contrastado con la piel morena, carros llenos de calcomanías, facciones mestizas, etcétera; además de que se caracterizan por romper el orden.

El catalogar y hacer bromas majaderas y segregacionistas a las personas es una actitud clasista que se relaciona con el apego a los cánones occidentales y a la búsqueda de aprobación. Buscando una explicación al origen de estos memes me encontré con una pobre referencia que apareció en Plublinews en donde, a modo de broma, se expone con total simpleza que estos “chistes” provienen de la “costumbre” de las clases populares del país que, aspirando a tener un poco de prestigio social, copian y les dan a sus hijos nombres típicamente anglos. Realmente no es necesario buscar explicaciones nuevas a temas viejos. Estas categorías que se imponen sobre los seres humanos responden al temor de vernos reflejados en lo que rechazamos.

Resulta curioso cómo dentro de las capas medias es sumamente habitual este tipo de descalificación, ese sector que es en gran medida la fuerza productiva del país no reconoce en sí misma este carácter de mano de obra que le ha otorgado el sistema, sino que cae en el juego, se aliena y entra en una espiral que, más que fomentar la superación personal en la búsqueda de un bien común, la lleva a verse ensimismada y ansiosa por alejarse lo antes posible de todo aquel que no entre en el canon de belleza o no encaje con el modelo occidental estandarizado. A su vez, esta normalización generalizada lleva a seguir modas, a desacreditar al que altera o a quien pareciera corromper la perfección que se persigue con afán; perfección que no se visualiza como adquisición de conocimientos y nobleza sino a través de objetos y la demostración de supuestos linajes, la búsqueda hambrienta por adquirir estatus.

La Britany y el Brayan representan el otro de quien hay que alejarse, casi como si se tratara de un virus mortal; la Kimberly y el Kevin, el muco y la shuma, son esos seres ajenos y extraños que, en sus características y su forma de ser diferente, desestabilizan, mueven y alteran las bases sobre las que se mantiene la sociedad hegemónica. La búsqueda de aceptación y las dependencias materiales creadas por el sistema de producción capitalista, la intencionalidad de advertir una humanidad sin deferencias, las llamadas tendencias, la estandarización y el dañino mundo de la moda, la discriminación y el desarrollo de las ideas racistas y clasistas que dentro de la sociedad guatemalteca predominan y actúan diariamente permeando casi todas nuestras relaciones… todo esto nos impide ver y reconocernos a nosotros mismos reflejados en el otro, regalándole nuestra tolerancia como si fuera limosna y creyendo que con esto saldamos una cuenta pendiente pero sindejar de considerarnos superiores a él.

Se es clasista, elitista y se discrimina para sentirse lo más distinto posible a ese extraño, a ese monstruo que da miedo posiblemente porque mantiene la terrible actitud de ser mucho más auténtico, de no buscar encajar dentro de la tendencia. Y da miedo verlo y reconocerlo porque posiblemente en ese reconocimiento tendría que preguntarme qué me diferencia haciéndome superior a él o a cualquier otro ser humano, cuando en realidad deberían ser esas diferencias las que enriquezcan nuestras relaciones sociales. Tendría que aceptar que no somos tan distintos.

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10 Respuestas a "«El Bryan» y nuestros monstruos"

  1. Otto Peláez dice:

    Lo estado meditando mucho, y a mi mismo me reniego tener que tener ideas clasistas o racistas. Pero no se que nombre dale a eso tal vez es mejor decirles Bryans o Kevins en vez de términos más despectivos como, cholo, muco, marero, pinta o brocha. Es que de alguna forma es una sociedad enferma en la que vivimos y esos términos surgen porque no nos parece agradable el que tanta gente se comporte con un mismo patrón de conducta vocabulario vestimenta con los que lidiar a diario, si se necesita mucha tolerancia. Y no es que sea clase media al contrarioando en transporte público camino por donde la ciudad parece ser territorio Bryan casi al 90% todos los días, es que lidiar con ellos es ofuscante, por que no son en sí ellos sino la poca educación que caracteriza a las clases marginadas y falta de identidad y la mezcla de importar la cultura de otros países. Y no toda la gente de clase baja es Bryan ni Britanni

    1. Andrea dice:

      Acompaño sus ideas con otra… Los nombrados de esta y más formas (entre mas distorsionado el nombre empleando consonantes mejor) logran una auto percepción que no les permite ni siquiera encajar en su propio entorno, discriminando a su propio origen, descartando como algo pasado de moda el ser culto y educado…dejando un legado a la sociedad destructivo. Es cierto son víctimas pero también viven en bases auto destructivas y vacías

  2. María Alejandra Guzmán dice:

    Excelente columna, Jimena. Saludos.

    1. Jimena dice:

      Gracias Alejandra. 🙂

  3. Erick Ace dice:

    vaya… que buena nota… no se donde vivo…pero no había escuchado de esta nueva modalidad de la seudo realeza para discriminar…

  4. doc cuack dice:

    Muy buen artículo, pero me voy más a que es una actitud instintiva del ser humano, o bueno de cualquier ser viviente con capacidad de ser social. Se busca la aceptación a un grupo con tal de aumenta la probabilidad de supervivencia, y se segrega para auto afirmar el ser parte de determinado grupo. Aunque bueno, no digo que sea lo ideal o adecuado, es funcional, pero algo que deberíamos de superar con el uso del intelecto, saludos

  5. Excelente columna. Felicitaciones.

  6. Neli Miranda dice:

    Excelente… Gracias por el análisis.

  7. Muy buen análisis, ayer fueron los chistes de la Marie y el Pegro, luego que no vayas a ser tan jashto (por que el «no seas indio» nos lo quitamos por ser políticamente incorrecto) hoy en nuestro temor por quedar en los peldaños sociales más bajos o por afianzar nuestra dicha de tener un estatus social presumible, encontramos nuevos blancos, ahora urbano, o urbanizado. Me permito «postearlo» para compartir con mis contactos del «face».

  8. Erick Cortez dice:

    Dentro de tus palabras hay mucha razón en el sentido de la discriminación, ahora bien en mi país el termino es más amplio, tal cual comentaron antes estas personas tienen menor educación, no se les discrimina por su vestimenta, o por sus gustos musicales, el problema es el grado de educación y modales que poseen, la mayoría de estos son violentos, mal educados, sin valores. Con ellos se pierde el poco avance que hayamos hecho algunos en educarnos y querer que nuestras comunidades tengan un desarrollo sostenible, hablo por mi circulo social, no es cosa de darnos estatus o querer que todos seamos iguales dentro de «la norma occidental» simplemente queremos gente que sea de beneficio para la sociedad, no queremos una bola de vagos como hoy en día lo son El Bryan y La Kimberly en El Salvador.

    Saludos.

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