Impuntualidad, esa (buena) mala amiga


Corina Rueda Borrero_ Perfil Casi literal“He llegado tarde /
a todas las cosas importantes de mi vida,
pero todas / -sin excepción- / me han esperado / puntualmente”.

Lucy Cristina Chau

 

La razón por la que escribo sobre la puntualidad en esta ocasión es menos glamurosa de lo que quisiera. La triste realidad es que siempre entrego mis columnas para este espacio literario tarde, en teoría debería hacerlo los fines de semana, pero nunca, por más que lo intento, una idea lo suficientemente buena me ilumina o (la que es la más común) no tengo tiempo para poner mi culito frente al computador y escribir. Me veo los sábados y domingos con las alarmas en el celular y los post-it en mis agendas (sí, agendas, en plural) recordándome que ya es hora de mandar mi artículo de una página, máximo página y media.

Llega el temblor del lunes y una sombra me cubre para recordarme que ya estoy tarde, pero si logro pensar en algo lo suficientemente bueno y concretarlo, puede que no se vea tan mal un día de tardanza, puede que ese tiempo sea pasable. Mas, aunque no quiera, el tiempo de ese lunes se lo tragan las asignaciones y el trabajo; ese lunes, al igual que todos los otros, se desvanece en el recorrido del sol por mi ventana mientras escribo correos, atiendo llamadas, apago un fuego y termino todo lo que debo, porque después de todo, hay que justificar el salario.

Ya es martes, pienso que no debí quedarme dormida al llegar a casa y que el fake de sacar la laptop a la sala para hacer de todo un poco mientras intento seguir una serie en Netflix no era posible, pero de todas formas lo hago porque me hubiese sentido peor si no hacía el intento. Me repito, es martes, tal vez si saco algo de tiempo en la hora de almuerzo o si dejo para más tarde la comida, pero cuando menos acuerdo ya son más de las dos de la tarde y no he probado bocado, y cuando creo que por fin he podido terminar todo y que es el momento de escribir el bendito artículo, el cual ya estaría entregando el día antes de cuando en teoría debería ser publicado, ¡adivinen! Como si fuese la Ley de Murphy, otro obstáculo aparece, justo llevaba escritas las tres primeras líneas, ya tenía un tema para escribir con un título algo dudoso, pero ya algo tenía. Me toca dejarlo en pausa, compartirlo en drive con la esperanza de llegar a casa y darle el fin.

Ya en casa, pasa lo que debe pasar. Me duermo. Despierto el mismo miércoles estresada porque voy tarde al trabajo y también debo mi artículo para Casi Literal, es como para matarme, esto sin contar que el hambre me carcome las paredes del estómago. Ya, casi en el apuro, termino de escribir mi artículo mientras intento cumplir con el trabajo, al final el artículo es lo que es y tal vez no lo que debió ser. Me doy cuenta de que, como siempre, dejé lo importante por hacer cosas urgentes y me propongo que dentro de dos semanas no va a pasar. Refuerzo las alarmas, pego más post-its, bajo una aplicación para organizar agendas, calendarios, etc.

Hago de todo pero, ¿adivinen? Se repite la historia. Y tal vez me pasa esto de forma espontánea y no planeada (y no quiero que lo siguiente suene a justificación de mi impuntualidad), porque hay cosas importantes en mi vida, como lo es escribir, que me esperan puntualmente para abrazarlas y acariciarlas entre mis manos, para jugar con ella como masilla y revolver sus colores en un arcoíris. Si el día de hoy he de sacar algo positivo en los sinnúmeros de retrasos para entregar mis columnas, del estrés y las venas de frentes hinchadas por parte de los queridos editores (no me odien), es que si no fuera por la impuntualidad, no les estaría hablando tan jocosamente sobre este defecto tan inapropiado y poco cortés para estos días donde estamos siempre a rush hour.

Gracias a la buena amiga de la impuntualidad les he regalado mi columna de hoy.

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2 Respuestas a "Impuntualidad, esa (buena) mala amiga"

  1. kevodetrop dice:

    Completamente identificado. Creo que, de entre quienes escriben para (casi) literal, te estás convirtiendo en mi redactora favorita. Saludos. 🙂

    1. Corina Rueda dice:

      Gracias 🙂

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