Donizzetti en agenda


Rubí_ Perfil Casi literalL’elisir de amor de Gaetano Donizetti viene con todo a Guatemala. Después del indiscutible éxito que tuvo Rigoletto, la representación de la ópera de Giuseppe Verdi, en el gran Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias, la organización Querido Arte trae ahora para el público guatemalteco esta propuesta reconfortante para nuestros corazones ávidos de la fusión operático teatral. Con la dirección de la pareja de intérpretes líricos María José Morales y Mario Chang viene a nosotros una promesa escénica nueva, una comedia lírica sobre la cual nosotros los diletantes   melómanos tenemos las mejores expectativas, dada la naturaleza festiva de esta obra compuesta en tres actos.

El colectivo artístico lanzó el mes pasado la convocatoria abierta para armar al elenco. La finalidad de esta iniciativa es involucrar en el ámbito de la interpretación lírica a los talentos jóvenes (talentos sin filtros académicos o sociales) con el firme propósito de lograr que Guatemala revalorice a sus artistas y se desmitifique la ópera como un arte pomposo, un juicio que pulula en nuestra sociedad desde el siglo XIX y que si bien esta apreciación es errática, su popularidad también tiene su válida razón de ser.

Recordemos que por el tiempo del gobierno del líder conservador Rafael Carrera, las compañías extranjeras de ópera hacían del difunto Teatro Carrera una de sus paradas más importantes en sus giras por Latinoamérica. De hecho, las dinámicas teatrales de nuestro país (sin olvidar las variantes parateatrales de la época precolombina) tienen su humilde origen en la representación de zarzuelas, sainetes y operetas, géneros ligeros que funcionaban como entretenimiento para una población de 1 millón 200 mil ciudadanos, en su mayoría de la clase baja. Tal y como fue en la España del Renacimiento, en Guatemala también hubo teatro de patio y teatro de corrales, predominando siempre los géneros líricos livianos como la comedia.

Esto explica que las funciones que daban las grandes compañías extranjeras abrieran sus puertas a personas con el posicionamiento social y económico adecuados a este tipo de engreimiento cultural. De esa forma, la ópera fue, desde mediados del siglo XIX en Guatemala, una actividad apartada para la élite; las operetas de corrales eran para la clase baja.

Iniciativas como las que promete Querido Arte tratan de romper con el fermento de ese mito, involucrando a nuevas generaciones y reconstruyendo el escenario lírico guatemalteco. Muchos seremos parte de ese parteaguas.

Así que L’elisir de amor de Donizzetti va directo a la agenda.

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