La historia comienza así


Mario Ramos_ Perfil Casi literalPor MARIO RAMOS | Me encuentro aquí con la mirada perdida en la multitud, buscando las palabras precisas para iniciar esta historia. Trato de concentrarme, pero no puedo. Tengo demasiadas ideas en la cabeza y, aún así, no concreto nada. ¿Serán solo eso, ideas vagas que no me llevarán a nada? No lo sé. Llevo media hora sentado en este mullido sillón sin poder desgranar una frase que me lleve a lo que quiero contar. La gente a mi alrededor actúa raro, se mueve rápidamente. Ríen, hablan, comen, escriben, se sientan, se ponen de pie, toman, escuchan, mastican, bostezan… Una chica se acomoda el pelo, un tipo se lo desacomoda y la mayoría de ellos está perdido en el teléfono celular.

Todos miran pero nadie observa. Son como un panal de humanos. Cada uno produce ruido mientras yo me encierro en mi propio silencio. Le pongo azúcar al café y tomo un trago. Observo de nuevo a la multitud acelerada. La página continúa en blanco. Todo es tan ridículo: desde el menú con su café sin cafeína, los productos orgánicos incluyendo el agua, la sección gluten free e incluso el precio. Nada tiene sentido en este lugar.

¿Será que soy un intruso en este laberinto de contrastes o es solo que todo avanza muy rápido? Por el contrario, mi mente avanza lentamente y sigo sin encontrar las palabras precisas para comenzar esta historia. La gente sigue yendo de un lado a otro. Entran, salen, pagan, piden, cruzan la pierna, una chica me mira, sonríe y me olvida. El volumen de la radio compite con el enjambre de personas. Los cuadros colgados en la pared son invisibles a la multitud, como si el ruido creara una especie de niebla que los cubre. ¡Qué triste! Quizás tomó mucho tiempo crearlo. Quizás no, no lo sé.

Llevo hora y media sentado y sigo sin escribir. Las ideas vienen y van, las palabras se me agolpan en el pecho y no sé cómo ordenarlas. Sé lo que quiero contar, pero no encuentro el tono. La gente a mi alrededor sigue cambiando pero no dejan de ser los mismos. Diferente ropa, estilo, raza y peinado, pero los mismos. Son una gran masa. Poco a poco la velocidad de sus movimientos ha ido disminuyendo pero aún van rápido. Quizá solo pierdo el tiempo tratando de escribir. ¿Será el lugar, seré yo o quizá no hay nada que escribir y solo me he convertido en uno más entre ellos que busca encontrar lo que no existe? No lo sé y es posible que nunca lo sepa.

Tomo un sorbo de café. La pareja en la mesa de al lado conversa a pesar del ruido. Ella sonríe, él frunce el ceño y los dos escriben con rapidez en su teléfono celular. Entre ellos no hay palabras, no hay contacto visual, están concentrados en sus móviles. A su lado, dos tipos le toman fotos a su almuerzo. Blancos, negros, asiáticos, mestizos, rubios, pelirrojos, un albino y yo. Todos somos parte de esta imagen extraña que ahora avanza más lenta.

Los sonidos se tornan raros y ahora observo detalles que antes no podía ver. El brillo de los ojos, la comida que trituran al masticar, el sudor brotando de los poros, el humo del café haciendo figuras e incluso escucho las agujas de los relojes. Mis sentidos se han agudizado. Me siento extraño.

Tres horas después, la velocidad ha cambiado drásticamente. El sonido ha mermado, me he vuelto invisible como los cuadros. No escucho nada. Las imágenes de las pinturas en la pared comienzan a moverse y sus colores brillan intensamente. El café empieza a hervir en la mesa y de pronto la gente desaparece. Y aquí estoy, con la mirada perdida en el vacío. Finalmente me llegan las palabras. La historia comienza así…

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1 Respuesta a "La historia comienza así"

  1. Yolanda Silva dice:

    Es increíble pero me trasladé al lugar que describes y me imagino litera,l las pinturas, la pareja, las personas que describes que forma más espectacular de escribir. Siempre siempre digo eres un éxito primo.

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