La vigencia de Juan Rulfo


Mario Ramos_ Perfil Casi literalPor MARIO RAMOS |

Solo dos libros: El llano en llamas y Pedro Páramo, que abarcan menos de doscientas cincuenta páginas, bastaron para que Juan Rulfo se convirtiera en uno de los escritores latinoamericanos más importantes de todos los tiempos.

Rulfo nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, pequeño poblado del estado de Jalisco, en la casa número 32 de la calle Francisco I Madero. Su infancia transcurrió en el orfanato Luis Silva de Guadalajara, que él mismo llamó una «correccional». Creció en el México post-revolucionario, hecho que influiría en su obra. Comenzó a escribir a los veinte años. En 1942 publicó sus primeros relatos en la revista Pan, dirigida por Juan José Arreola y Juan Alatorre. Trabajó como fotógrafo, agente de inmigración y editor del Instituto Nacional Indigenista de la ciudad de México, cargo que desempeñó hasta su muerte.

Su vida estuvo marcada por grandes silencios y se caracterizó por su sencillez. En 1935 se trasladó a la capital mexicana y en 1947 comenzó a trabajar en la novela Los murmullos, que en un principio constaba de más de trescientas páginas. Ocho años más tarde esta obra se convertiría en Pedro Páramo, novela que lo consagró como uno de los autores más destacados de las letras universales. En 1983 le fue concedido el premio Príncipe de Asturias y falleció en la ciudad de México el 7 de enero de 1986.

Rulfo fue un maestro de la concisión. La eficiencia de su prosa poética, la agilidad de sus diálogos y su particular noción sobre la muerte convirtieron sus libros en clásicos de la literatura universal. Su novela Pedro Páramo narra la historia de un pueblo en ruinas, acechado por la sombra de su tirano. A medida que el lector se adentra en la novela va descubriendo un complejo manejo del tiempo y una inusitada construcción de personajes, pues todos hablan aunque están muertos. La historia comienza cuando Juan Preciado, uno de los hijos del tirano, sale a buscarlo a un pueblo llamado Comala, cumpliendo así con una petición de su madre.

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerle todo.

Dos años antes, en El llano en llamas, Rulfo ahondó en el sufrimiento y la desesperanza de sus personajes a través de un lenguaje certero, desembarazado de toda una ostentosa retórica y compenetrado con el habla del campesino de la región de Jalisco.

Para muchos es inconcebible imaginar que en 68 años Juan Rulfo haya escrito solamente dos libros. «Su silencio es un enigma, pero el enigma superior es su talento», dijo Juan Villoro al ser cuestionado sobre el silencio de Rulfo. Algunos aseguran que el escritor mexicano quedó en deuda con sus lectores, pero en una charla en la Universidad Central de Caracas, en 1977, Rulfo atribuyó su silencio a la muerte de su tío Celerino, quien «le platicaba todo».

Según el crítico y narrador Roberto Carlos Pérez, Juan Rulfo «fue, y lo sigue siendo después de su muerte, un mito tanto por su carácter hermético como por la brevedad de su obra. Todo en él fue sencillez. Así lo demuestran sus textos, auténticos modelos de economía del lenguaje». A pesar de haber llevado una vida reposada, silenciosa y lejos de los reflectores, la grandeza de su pequeña obra aún sigue vigente, sobre todo en mundo en el que la producción masiva de textos es el afán de muchos escritores en pos de alcanzar fama y éxito. Rulfo demostró, sin proponérselo, que el alcance de una obra no se mide por la cantidad sino por la calidad.

A cien años de su nacimiento, Juan Rulfo sigue vivo a través de su obra.

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1 Respuesta a "La vigencia de Juan Rulfo"

  1. Roberto Carlos Pérez dice:

    El dato sobre la casa en que nació y el nombre del orfanato son muy importantes.

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