Biografía de un cimarrón, o el inicio de la literatura testimonial


estuardo-prado_-perfil-casi-literalEn la década de 1960, la literatura testimonial latinoamericana captó la mirada de académicos de las más importantes universidades norteamericanas. Entiéndase esta literatura como la que representa el sentir de una población silenciada y relegada a vivir una realidad extrema, el «subordinado» en los estudios Gayatri Spivak.

Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, ocupa un sitio primordial ya que es tomada como el punto de partida de este género. Inclusive, el término de «novela testimonial» fue acuñado para definir esta obra y sus características especiales, dado que no encajaba del todo en la categoría de «novela».

La obra trata sobre el testimonio que Barnet obtuvo en entrevistas a Esteban Montejo, un hombre negro de 104 años que había pasado tres etapas en su vida que reflejan el contexto de los momentos históricos que le toco vivir: como esclavo, como trabajador emancipado y como combatiente en la guerra de independencia de Cuba.

Esto presenta un problema en los estudios de la literatura testimonial: cómo un individuo en su testimonio puede ser el portavoz de un colectivo mayor, pasando de contar una historia personal a la representación de un grupo social mayor que es representado en su narración. John Beverley lo tipifica como una «metonimia textual» entre la historia de vida de un individuo con la historia de un pueblo.

Por un lado, el tiempo y la sociedad que le tocó vivir a Montejo se ve reflejado minuciosamente en su testimonio, pues en él recoge a su vez muchos datos sobre los lugares, la forma de vestir de la época, la música, los bailes y las costumbres —tanto sociales como religiosas—, haciendo una revisión por la flora y la fauna local, la comida, las figuras históricas y las creencias esotéricas. Todos estos elementos son matizados y enriquecidos no solo por anécdotas, sino además por leyendas y reflexiones. Toda esta urdimbre forma un cuadro de costumbres de época que permite al lector llevar a cabo la recreación de la vida del narrador y de la gente que vivió durante el mismo contexto histórico y social.

Otro aspecto a destacar es la identidad del narrador, o sea, la forma en que se percibe a sí mismo como hombre de raza negra, golpeado por la violencia y la explotación al Caribe. El continente africano es como el paraíso perdido. Allí hasta «los dioses son más fuertes y las parteras más sabias que cualquier médico».

En otros puntos del testimonio de Montejo se puede percibir, a pesar de esta identidad truncada, un arraigo hacia la nueva tierra —«lo que nosotros queríamos, como cubanos, era la libertad de Cuba»—, especialmente en el periodo de las guerras independentistas matizado con esperanzas de libertad de los negros oprimidos por los españoles, dándole vos a los esclavos negros cubanos, surgiendo de la oralidad para convertirse en un discurso de crítica post-colonialista y anti-hegemónico.

Como se puede ver, Biografía de un cimarrón no solo es el testimonio de un individuo, sino además la oportunidad de acercarse a la Cuba a la cual Montejo perteneció, la misma de los esclavos negros cimarrones que existieron poco antes de las luchas independentistas. Este testimonio recogido por Barnet es una ventana por la que podemos llegar a entender mejor, no solo la realidad cubana, sino además la realidad latinoamericana y sus múltiples facetas.

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