Lecturas de un concierto de Gaby Moreno


Diana Vásquez Reyna_ Perfil Casi literalEl jueves 10 de agosto se presentó en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias el festival acústico que Gaby Moreno organiza en Guatemala y al que invita a varios artistas internacionales. En muy pocas ocasiones veo tanta gente aglomerada en el menospreciado recinto creado por el genio Efraín Recinos.

La Gran Sala del Teatro Nacional estaba llena. Los conciertos de Gaby Moreno siempre están llenos pero estoy segura de que no es precisamente porque su música —una brillante fusión de sonidos y culturas— haga clic con el público chapín a-cultural clasemediero y de supuesta alcurnia, sino por ese falso patriotismo que dice que ama cuando, fuera de su burbuja, el objeto de su afecto está sumergido en pobreza, hambre y violencia.

Sí, el mundo está deshumanizado, es parte del individualismo capitalista. «Pasa en todos lados», dirán algunos, pero veo patológico ese amor por Guatemala solo cuando se refiere a los paisajes que contaminamos y a éxitos de talentosos seres humanos que por azares de la vida nacieron en este país; éxitos que no se relacionan de ninguna manera con sus compatriotas ni con este pedazo de suelo que amanece con tiroteos en hospitales.

La mayoría de las veces los invitados que comparten escenario con Moreno son un gusto y un regalo para quienes buscamos sonidos nuevos o para quienes no se niegan a conocer ritmos que llenan. De este y los anteriores conciertos, tacho de esa lista al dueto guatemalteco Manguito, que bien podrían recibir otro curso de dicción e interpretación. Una cara bonita no lo es todo y este dueto no aportó nada al espectáculo. ¿Estar en el escenario fue un favor de amigos?

Mucha gente no apoya a Moreno por ser parte de Guatemorfosis, la misma campaña en la que apareció Ricardo Arjona y que dice que Guatemala puede cambiar porque el cambio está dentro de cada uno, como las burbujas individualistas que no tienen nada que ver con su entorno ni con sus problemas estructurales. Es más, las críticas a esta campaña no han sido ni son bienvenidas. La censura respaldada por una gran marca consigue que todos sonriamos porque Guate lo puede todo.

Muchos consideran a Moreno una artista pop fresa. Para el análisis, les dejo que me enumeren cuántas canciones de Moreno han sido número uno en el país, ¿la que cantó con Arjona? ¿Cuántas más? Yo creo que su música no ha sido comprendida por la gente que tanto la aclama en Guatemala. En sus conciertos, los temas que encienden el «furor» del público son Malagueña, Amapola y Luna de Xelajú, que sin duda son interpretadas en unas muy buenas versiones, pero su música con reminiscencias de blues, folk y rock no consigue un pie bamboleante de su tan distinguido público de platea (el que pagó la entrada más cara).

Moreno y la agrupación de indie rock y country alternativo Calexico invitaron a mover el cuerpo con una cumbia, pero el elitista público no bailó. Pareciera que no se conecta con la música, mucho menos con el cuerpo. Supongo que los ritmos latinos también son una cuestión de clase. Me estoy refiriendo a una clase en específico: la a-cultural, la de la apariencia, la que no se mezcla con el vulgo, que murmuró cuando una niña indígena acompañaba en el escenario a Moreno. La que ¿reconoció? que Yahaira Tubac es una excelente pianista y que se tuvo que poner de pie a regañadientes para ovacionarla.

Se pueden hacer muchas lecturas de la sociedad en un concierto. No todo es ideal, no le puedo pedir a un artista que empate conmigo su pensamiento político y lo muestre en el escenario, ni tampoco que no se empareje con una marca para hacer publicidad, pero Moreno, con su Guatemorfosis y todo, al menos recupera un espacio para el arte que fue creado para ello. Es delicioso disfrutar de un excelente sonido en la Gran Sala.

Agradezco que en algunos de los conciertos de Gaby Moreno el ingreso no sea de cuatro cifras, que no escoja Cayalá, que invite a buenos artistas de otros lugares del mundo y que obligue de alguna manera a un público superficial y arrogante de platea (que no todo) a salir por una hora y media de su burbuja cool. Sobre todo agradezco esa humildad para hacer un trabajo bien hecho. Su disciplina, talento y entrega sí demuestran mucho que la mediocridad de un país no tiene que acompañarnos toda la vida.

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