Odebrecht en siete lecciones


Corina Rueda Borrero_ Perfil Casi literalYa sé, otro artículo sobre Odebrecht. ¿Qué les puedo decir yo, pelaita millennial, sobre este tema del que ya se ha dicho todo?

Todos conocemos que este escándalo ha traído como consecuencia el procesamiento y enjuiciamiento de políticos de muchos países —incluidos presidentes— mientras que en Panamá, entre pantomimas para firmas de acuerdos de colaboración, exigencias internacionales de no develar nombres, y solicitudes de prórrogas del Ministerio Público al Órgano Judicial, ha provocado una negativa esperada por parte de este último, para evitar que continúen las investigaciones y así enterrar el escándalo.

Ante esto siempre salen a relucir quienes quieren ganar gracia política a costa de estas coyunturas y proclamarse mártires de la patria, esos mismos que se ponen su camisa blanca y alardean con su bandera tricolor de ser los más pulcros pero que en realidad son quienes vaciaron el erario público y más que nadie deberían estar tras las rejas, solo que ahora se quejan porque no fueron ellos quienes robaron y deben aparentar dignidad ante todo; bien sólido awebao, ¡selfie en la marcha, brother!

Por eso, he aquí siete lecciones —sin filtro y no políticamente correctas— que nos deja el asunto de Odebrecht, porque estos tiempos merecen verdades y no sobaditas de nucas.

Lección 1: La famosa «unidad» de poco o de nada sirve cuando hay que apadrinar al corrupto de las últimas décadas solo porque «ese no es el punto del asunto y que esto solo se trata de Odebrecht». Porque, claro, la corrupción es algo nuevo en el trópico y Odebrecht parió todos estos males.

Lección 2: A pesar de lo mencionado en la lección anterior, lo jodido es que la lucha unificada de todos los sectores sociales —no solo aquellos que tienen poder económicamente— es crucial para la salida de la crisis política, pero esto no será posible si no se desmontan los egos de vieja guardia y las nuevas aspiraciones wannabesCruzada Civilista, que al final solo representan un cambio estético y no de fondo del status quo.

Lección 3: Odebrecht no es el manjar principal de esta indignación, sino el sistema de corrupción normalizada y la impunidad que desde 1903 se sigue sosteniendo por parte de políticos, empresarios, banqueros y medios de comunicación en esta farsa que llamamos «patria», o sea, por aquellos que representan ese mismo sistema corrupto que ahora pretenden abolir, aprovechándose de los espacios para hacer su acto de presencia moral.

Lección 4: El sistema político ha colapsado en sus tres esferas y se ha perdido toda la credibilidad en ellos, razón por la cual se ha intensificado el rechazo generalizado a los partidos políticos tradicionales, y por tanto, cualquier «acción» que provenga de ellos o de sus aliados es rechazada. En pocas palabras, y como decimos en buen panameño: la ciudadanía no está creyendo en nadie.

Lección 5: Los movimientos sociales tampoco ofrecen una alternativa independiente y real ante la catastrófica realidad política. Ya sé, ahora me dirán «tercera columna» porque estoy criticando la izquierda, pero seamos sinceros entre nosotros: ¿acaso son comentarios como estos los que dividen la izquierda? Al final ¿quiénes son los que ponen las tres tarimas en el Día del Trabajo o sale en nombre de la revolución diciendo que hay temas más importantes que el acoso sexual callejero? La izquierda debe traer un cambio integral o no será una verdadera alternativa.

Lección 6: Ser un hater o apático tampoco sirve de nada. Si no te sientes representado por ninguna de las manifestaciones presentes en las calles, tienes la opción de salir de todas formas, al igual que cualquier otro mortal, a mostrar tu posición. Dejar de manifestarte no es una opción.

Lección 7: Artículos y opiniones como esta pueden quedar en el olvido, pero la historia no. Al final, lo que tú y yo decidamos hacer quedará grabado en el tiempo; talvez sin nuestros nombres, pero quieras o no, va a trascender. Después de todo, ¿estamos dispuestos a hacer historia?

[Foto de portada: Jeso Carneiro]

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