Un concierto de Die Toten Hosen


André González_ Perfil Casi literalEs war so schnell, wie alles begann

Ein fliegender Stein als Kampfsignal

Auf einmal war die Hölle los

Ein Wechselbad zwischen Angriff und Flucht

Die Toten Hosen, Liebeslied

La vida está llena de imágenes hechas, muchas de ellas llegan a ser una verdad y no solo existen en fotos o en una pantalla. Recuerdo que en la década de 1990 veía por televisión fragmentos de conciertos de bandas de rock en los que había mucho colorido. Banderas, bufandas, el público en una danza enloquecida guiado por las descargas frenéticas de guitarras y bajos, las baterías marcando el ritmo de las melenas. Asistentes y grupos formando parte de una misma situación.

Uno de mis sueños de aquella época era asistir a un festival de esos en Europa o Estados Unidos. Diez años después de vivir en este lado del mundo aún no ha sucedido, pero no tengo prisa; cada situación tiene un momento preciso y propicio. El pasado sábado 11 de noviembre tuve la oportunidad de ver en directo a la banda alemana Die Toten Hosen. La traducción literal de su nombre sería «Los pantalones muertos», pero va un tanto más lejos dado que es una forma de expresión en alemán que se refiere a un sitio aburrido, por ello que los pantalones están muertos, que nada se mueve. Conocí esta banda hace diez años y siempre ha sido importante para varias personas muy cercanas a mi vida, y desde hace algún tiempo también lo es para mí.

El concierto fue en el emblemático Hallenstadion de Zürich. Existe una buena relación entre esta agrupación y la urbe suiza. Desde sus inicios fue de las ciudades que los aceptó y apoyó, y 35 años después eso no ha cambiado. Por fortuna, el público era muy variado en edades: desde niños de 6 años hasta ancianos mayores de 70, demoliendo así esas brechas generacionales sin sentido. El vocalista mantuvo contacto con el público durante todo el concierto ―que duró más de dos horas―, diciendo que ellos hacen una parte del espectáculo y la otra quienes asisten al evento; meterse con la gente a cantar fue la prueba. Hubo alusiones a los problemas actuales en Europa con relación a los migrantes, refugiados y las malas políticas que implementan los mandatarios. El mosh fue muy bueno ―en alemán le llaman pogo―, armonioso y constante durante todo el concierto, momentos llenos de colorido con bufandas, banderas al aire y bengalas que aportaron un extra en los temas musicalmente más suaves, donde el recinto vibraba con la fuerza de las quince mil gargantas cantando al unísono. Logré ver y confirmar que esas imágenes hechas, cuando se viven en primera persona, son aún mejores.

Esta banda de punk rock de la ciudad de Düsseldorf inició sus andanzas en 1982. Hasta la fecha han publicado 14 discos de estudio y varios videos musicales. Las temáticas de sus letras fomentan la amistad y crean conciencia contra el racismo y la discriminación. La ironía es parte fundamental en sus temas. Esta es una banda que se mantiene fiel a sus orígenes y convicciones, y con ellas forman parte de la identidad de muchas generaciones.

Das ist unser Tag, das ist unsere Zeit

Und sie fliegt nicht mehr an uns vorbei

Denn das ist der Moment, an dem du einmal hängst

Wenn du irgendwann zurückdenkst.

Die Toten Hosen, Das ist der Moment

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