El conservadurismo de los «liberales»

Peter Paul Rubens: The Rape of Europa, 1628.Museo Nacionál del Prado


Sergio Castañeda_ Perfil Casi literalSe entiende por conservadurismo al conjunto de doctrinas, opiniones y posicionamientos ―habitualmente de derecha o centro-derecha― que favorecen tradiciones y valores establecidos y se oponen a cambios políticos, económicos y sociales. Es la actitud que defiende la conservación de toda tradición poderosa e instaurada y, en paralelo, se opone a toda reforma y transgresión práctica, material y teórica. Sin miedo a equivocarme, el conservadurismo está profundamente arraigado en una gran mayoría de la población guatemalteca y centroamericana en general. Fácil resulta observar por doquier sujetos con ideas rígidas, tapándose los oídos ante otras que no sean las que se arraigaron en ellos desde temprana edad.

El conservadorismo poco o nada tiene que ver con la edad. Sumidos en él he visto a gente de mi generación y más jóvenes aún, y por el contrario, a personas de edad avanzada innovar y abrirse conscientemente a nuevas prácticas cotidianas.

Ahora bien, tal parece que existen dos tipos de conservadores: los que asumen este posicionamiento ―es decir, quienes se casan irremediablemente con las tradiciones, políticas y doctrinas imperantes― y los que, a pesar de su discurso progresista, recurrentemente actúan de forma contraria a este, cediendo en la praxis y actuando como dicta la opinión general. Estos últimos dejan lo divergente únicamente para las acaloradas discusiones y así hacer lucir su retórica, pero en la práctica, se conducen tolerantes, «correctos», moderados y mencheviques, por no decir complacientes y alcahuetes. Prefieren circunscribirse, acaso por miedo o simple comodidad, a los primeros conceptos que tanto daño hacen a la congruencia y honestidad intelectual. Vaya si no hay debilidad en reconocer lo contraproducente de cierta posición y luego, en el calor de una hipócrita empatía, ceder y acoplarse cual cómplice a las prácticas contra las que se ha refunfuñado con efusión.

Bien lo decía Nietzsche: «uno lleva a su hijo a bautizar aunque se sea ateo, y el otro hace el servicio militar como todo el mundo por mucho que condene el odio entre los pueblos, y el tercero corre con una mujer a la iglesia porque esta tiene una familia beata». Claro, el ser humano casi siempre ha sido contradictorio, pero una cosa es ese imparable fluir que nos atraviesa y otra la acción que se realiza por miedo o complacencia a todo un sistema de valores y prácticas que, además, resultan nocivas. Las acciones contrarias y discrepantes al sentido común no solo resultan necesarias sino que contienen mayor efecto que el discurso mismo.

Inmersos en una sociedad donde los conservadores van a misa en la mañana, los liberales en la noche y los neo-liberales emprendedores a su servicio neo-pentecostés entre semana -reforzando todos, con las variaciones interpretativas del caso, sus rígidas y dogmáticas escalas de valores-, no solo actuar reiterada y complacientemente con el poder sino también reproducir prácticas conservadoras en círculos supuestamente alternativos, resulta contraproducente para quien dice buscar emancipación.

Claro, alguna vez nos hemos encontrado en un entorno donde proliferan ideas rígidas, esencialismos e imposiciones dogmáticas, pero el asunto consiste en no irse en limpio de ningún sitio donde se busque imponernos la norma pequeñoburguesa y/o conservadora; algo debe hacerse al respecto.

Porque claro, hay situaciones donde proliferan los discursos conservadores y peyorativos hacia ciertos grupos históricamente excluidos, buscando así, implícitamente, nuestra aseveración y complicidad dado que ese discurso creado se asume como «sentido común» y así logra su normalización como parte fundamental de un sistema de dominación, por lo que la ironía fina y el sarcasmo oscuro se convierten en recursos que nos ayudan a contra-atacarlos, pues en realidad resulta más necesario ridiculizar aquello que se piensa «normal» por la opinión general que lo que esta entiende por «anómalo».

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1 Respuesta a "El conservadurismo de los «liberales»"

  1. Sergio dice:

    Me veo en la necesidad de volver a aclarar (pues fue borrado mi anterior comentario) que este título que aparece no es es el original de este texto. Desconozco la razón por la cual el editor lo cambió y colocó este. Lamentable tergiversación..Ojala´se coloque el verdadero título…

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