Managua Salsa City y un abrazo para Franz Galich


Francisco Alejandro Méndez_ Perfil Casi literalRecién me trabo los audífonos, entro a YouTube y busco la rola de Lalo Rodríguez para relatar de mejor manera mi segunda columna para esta revista, en la que trataré de compartir lo que me ha impresionado de una de las mejores novelas contemporáneas de América Central a mi parecer. Se trata, si ya adivinaron, de Managua Salsa City ¡Devórame otra vez!, del escritor guatemalteco-nicaragüense Franz Galich fallecido el 3 de febrero de 2007.

Por si no la han leído, se trata de un thriller literario. Una historia alucinante ambientada a mediados de la década de 1990 y en la que los hechos duran apenas 12 horas. Se contextualiza en una Managua calurosa pero fresca en su nocturnidad, con personajes oscuros y violentos, pero atractivos: La Guajira, una morenaza descomunal en todo sentido, dirige una banda de delincuentes conformada por El Perrarenca, Mandrake y Pailepato), quienes se movilizan en un viejo Lada al que apodaron Perromocho. Ella seduce a los hombres que deambulan en bares y calles de Managua para que luego su banda los asalte y hasta los llegue a asesinar de ser necesario. Una noche ella se encuentra con Pancho Rana, un guardián de una de las quintas deshabitadas ubicadas en carretera a Masaya y cuyos dueños se fueron a Miami, seguramente tras la revolución sandinista. Pancho se hace pasar por un tipo con mucha plata y maneja un Toyota Tercel verde botella de sus patrones. La Guajira también se hace pasar por una mujer que busca amor puro y desinteresado, de tal manera que se enredan en una noche de pasión, drogas y mucha salsa. De pronto ella trata de desviar a su banda de delincuentes, es decir, cambia los planes por completo, pues empieza a ver al supuesto millonario como un proyecto de amor y un escape para huir de su vida de delincuente. «Hay que estar con el que tiene el poder, siempre. Cuando no se sabe quién lo tiene, uno se espera para ver, pa’ mientras…», dice una de sus líneas. La banda, que aguarda como perro de presa, se percata de la traición de la Guajira en plena operación, por lo que comienza una persecución a través de las principales calles, avenidas y rotondas de la capital nicaragüense y que terminará de forma inesperada. Entre los personajes peculiares de esta novela hay desde sandinistas hasta contras, compas y re-compas, todos deseando poseer sexualmente a la Guajira, quien además esconde un pasado secreto y perturbador.

Además de gozar el soundtrack de Managua Salsa City, me encanta la narración de Galich, cuyo estilo es fácilmente identificable en libros como Ficcionario inédito, En este mundo matraca, El ratero, Y te diré quién eres (mariposa traicionera) y Huracán, corazón de cielo, entre otros.

En estos días volví a releer algunos pasajes de Managua Salsa City publicada por Anamá Ediciones en 2011 a la vez que recuerdo a Franz y mi corazón se parte, un poco de dolor, otro poco de alegría; por una parte, este maestro de la narrativa centroamericana se nos fue cuando apenas tenía 56 años; pero tener ahora la posibilidad de leerlo es como indagar en un texto histórico en el que la La Guajira se convierte en la representación metafórica de una Managua, una San José, una Guatemala, una San Salvador, una Tegucigalpa, una Panamá o una Belmopán que han sido colonizadas y gobernadas por personajes como los de Franz en esta novela que de un thriller a un texto histórico nos atrapa de ida y vuelta.

Ya desconecté los audífonos y mientras suena Lluvia, de Eddie Santiago, enjuago mis lágrimas y le lanzo un gran abrazo a Franz, a quien veo sonriendo desde las orillas del lago de Amatitlán en Guatemala, lugar donde nació.

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