Hacia una nueva construcción colectiva de los feminismos


Corina Rueda Borrero_ Perfil Casi literalReconocernos. Reunirnos. Rebelarnos. Bajo esos principios se llevó a cabo el Primer Encuentro Intergeneracional Feminista en Panamá el pasado 9 y 10 de marzo, que logró reunir a más de 120 mujeres de todo el país de diferentes edades, perspectivas, extractos, profesiones e intereses y que busca que la construcción realizada en esos días marque un nuevo hito en la lucha por los derechos de las mujeres en el país.

Es importante reconocernos históricamente como mujeres porque esta pelea no ha sido individual ni ha ocurrido de forma aislada. La lucha feminista es un proceso político que se ha levantado contra el sistema capitalista y patriarcal, y es un deber para nosotras saber que nuestras ancestras se enfrentaron al status quo para que nosotras gocemos los derechos que hoy damos por sentados. Para reunirnos necesitamos en primera instancia esto, ya que poco podemos hacer si no somos conscientes de que para encontrarnos en un mismo espacio debemos entendernos como parte de un proceso que sigue en pie, como una llama que nunca se apaga y sigue viva.

La fragmentación no es ajena a nuestra realidad. Vivimos en un país golpeado y donde se nos ha criado como una generación de olvido. Al mismo tiempo, nacimos en una sociedad patriarcal y la deconstrucción es la excepción a la regla. El machismo es imperante, pues no solo se nos enseña a olvidar para mantenernos controladas sino que nunca son reconocidos nuestros aportes, minimizando los desafíos a los que nos hemos enfrentado. Es por eso que ante la poca consolidación del movimiento feminista y los baches generacionales ―no solo en los movimientos sociales, sino también en las artes y en la política―, se ve más que necesario que nos organicemos y activemos conjuntamente desde los feminismos.

En la actualidad, en América Latina nos enfrentamos ante una nueva ola conservadora y fundamentalista que está ganando terreno y tiene una agenda contra los derechos humanos de las mujeres; eso se suma a la continua adopción de políticas neoliberales que siguen flagelando la vida, integridad y dignidad de las mujeres. Ante esta realidad, es más que necesario que un encuentro de esta categoría se haya realizado en Panamá, pues organizarnos es la única forma para ayudarnos a construir un movimiento feminista diverso, incluyente y plural para enfrentar estos embates.

Ahora quiero pasar esto hacia una perspectiva personal, y es que como parte del equipo organizador puedo decir que este esfuerzo ha sido hermosamente titánico y se traduce en sacrificios y muchas noches sin dormir, pero esto ha traído una recompensa mayor, por ejemplo, he aprendido de las capacidades de todas las compañeras, las he valorado y he aceptado nuestros límites. Sé que no somos súper mujeres, pero sí compañeras, la fortaleza de una es la de todas y nunca está de más pedir ayuda. Esto también se tradujo en aprender nuevas habilidades gracias a las habilidades de otras, y sobre todo, en reconocer que somos profundamente privilegiadas de poder llamar «compañeras» a otras. Porque hacernos compañeras desde la sororidad y el forjamiento colectivo de un proceso nos hizo ver que sí se puede seguir soñando y que esos sueños son posibles cuando se levantan en conjunto.

Finalmente, no puedo terminar de escribir esta columna sin decir que esto no es el final sino el principio de lo que espero que sea un nuevo hito dentro de la historia del feminismo en Panamá. Después de reconocernos y reunirnos hemos agarrado fuerza para seguir rebelándonos tal como lo siguen haciéndolo nuestras abuelas y nuestras madres.

[Foto de portada: Pedro Silva]

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