Información de última hora


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal.jpgSi tuviera un centavo por cada persona que me ha dicho que las noticias la deprimen, yo probablemente podría comprar una cadena televisiva y un ejército de payasos. Alain de Botton, en un estupendo libro titulado The News: A User’s Manual, describe los vicios que se han desarrollado dentro de los medios de comunicación modernos que, ansiosos por resonar con audiencias cada vez más complicadas, combinan enormes cantidades de información con el menor conocimiento posible. He dicho antes que los medios están planificados para consentir las ideas y creencias de su público pero no podemos ignorar (especialmente los millennials) cómo los medios también nos han educado y cómo han integrado nuestros criterios para discriminar datos.

De Botton señala que el nobilísimo objetivo de las noticias se divide en tres promesas: reducir la ignorancia, destruir los prejuicios y elevar la inteligencia de las personas y sus naciones. Percibo una preciosa y dolorosa ironía al comparar esas promesas con los titulares en una emisión regular: «Hombre acribillado en Villa Nueva», «Se reporta llovizna en la ciudad capital», «Mujer descuartizada hallada en Río Las Vacas», «Incendio en bodega de La Terminal», «Muere recién nacido por desnutrición», «Shakira está perdiendo el cabello». ¿A quién realmente le interesan todas estas historias?

El ciclo 24/7 de noticias fue diseñado para alimentar a su usuario con información que aparenta ser útil, necesaria o relevante. Sin embargo, en el fondo, todo es entretenimiento: macabro de vez en cuando pero pasajero. Da de qué hablar, oír y ver mientras pasan los anuncios. La prioridad de ser noticia le corresponde a un evento anómalo o inusual, pero demasiados editores y periodistas piensan que esto se refiere al evento más sangriento o terrorífico con el cual se explota una narrativa de caos. Lo demás es pura repetición de los mismos datos: quién, qué, dónde, cuándo… Nadie realmente te dice por qué, pero de todas formas en estas latitudes del Tercer Mundo no nos gustan las preguntas. Nos gustan las tomas de sangre, el futbol y los memes.

El «glorioso» periodismo de tradición guatemalteca solo sirve para vender cerveza, detergente y comida rápida con convenientes pausas para la falsa compasión, el melodrama y el escándalo. Sin análisis, sin respuestas claras para la población y sin una consideración de las implicaciones sobre el futuro, a la gente le da lo mismo que una cantante se quede calva, que otros pandilleros se acribillen, que otra mujer sea asesinada o que más recién nacidos mueran de inanición en aldeas del interior. Ese imparable flujo de información sin enfoque solo trivializa lo que sucede con nuestro país y a la larga entumece el intelecto de sus consumidores. Por eso hay tantas personas que no ven la pobreza, el racismo o el machismo aunque brillen en sus pantallas las cifras de muertos. Por eso no es sorpresa que nuestro presidente sea el patético personaje de un programa de chiste que explotaba las actitudes racistas, clasistas y sexistas de los guatemaltecos.

Me aflige pensar que la razón por la que no prosperan medios y personas que cuestionan nuestra realidad es porque sigue siendo más rentable preservar a un público cada vez más estúpido. Quisiera que eso cambiara y quizá la mayor frustración que le espera a mi carrera como comunicadora sea que a nadie le interese.

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1 Respuesta a "Información de última hora"

  1. Juan dice:

    Angélica, concuerdo con tu punto de vista. En tu experiencia como comunicadora, ¿es posible mantener el profesionalismo -expresar la verdad- en un medio de comunicación privado? ¿Hasta que punto los intereses de los «dueños del medio de comunicación» limitan la información que se puede y no se puede transmitir, incluso si se limita solo al «quién, qué, dónde, cuándo…» como mencionas?

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