La más peligrosa de las democracias


LeoLa despenalización del aborto en Argentina recientemente ha puesto de nuevo en la mesa uno de los temas que más discusión causa y muy pronto se ha extendido como reguero a lo largo de toda la América hispanohablante, que, desde sus propios prejuicios, insiste mantenerse relegada en arcaicas y anticuadas ideas disfrazadas de valores morales.

De más está decir que, entre dimes y diretes manipulados sutilmente por instituciones que ostentan poder -como las iglesias-, se ha conseguido confundir la opinión pública y se ha generalizado la idea de que existe un plan macabro de controlar la población mundial y entregarla a merced de oscuras fuerzas que atentan contra la vida humana, contra dios y contra las sagradas instituciones. Tenemos que aceptar que la mayoría de la población con acceso a la información en toda la región, con estudios promedios que le permiten tener un estatus económico de clase media, hoy más que nunca expone públicamente su ignorancia y su analfabetismo funcional en las redes sociales. En su mundo supersticioso, dan por sentado que vivimos en un mundo apocalíptico en el que se han perdido todos los valores y que existen extraños grupos que se encargarán de conducir a la humanidad hacia un infierno de degradación moral.

Lo curioso de todo el asunto es que todas estas personas que hoy imaginan teorías conspiradoras y tratan de advertirnos con alarma de estos daños que amenazan la existencia de la sociedad y, por consiguiente, de la especie humana, son incapaces de mencionar un dato preciso y una fuente confiable que fundamente sus miedos. Por ejemplo, se habla sin cesar de la famosa ideología de género como una doctrina pervertida que tiene como misión deformar la naturaleza humana tras oscuras intenciones. Las mentes alucinadas son capaces de verla hasta en la sopa. Miran con aberración todo lo que despierte la menor sospecha, desde el detalle en un anuncio publicitario hasta la letra de una canción popular. A eso súmele el hecho de que la mayoría de estas pobres mentes atormentadas profesan una fe o asisten a una iglesia. En ese caso, los autores de estas teorías dejan de ser comunistas que aspiran a uniformar el mundo y pasan a convertirse en seres intangibles que actúan en concordancia con los planes del maléfico, de Satanás. Entonces, empiezan a ver obras demoníacas y señales de los últimos tiempos en todas las iniciativas que se emprendan para acercarnos más al mundo civilizado.  

La existencia de este fenómeno quizá nos parezca, a primera vista, como una curiosidad doméstica inocente. Pero nada tiene de inocente y no hay algo que pueda ser más peligroso que esta actitud alienada que gota a gota se va introduciendo como valor en los hogares y que es tierra fértil para grandes males: la intolerancia, la inequidad, la apatía, el prejuicio e, incluso, el xenófobo nacionalismo y el fundamentalismo religioso. Y si bien que ahora pareciera que soy yo el que está creando teorías conspiratorias, es posible detectar este adoctrinamiento desde el púlpito de las iglesias, desde las aulas de las escuelas, desde el mensaje emitido en el noticiero, de la boca misma de estadistas y gobernantes que han asaltado nuestros estados laicos para convertirlos en solapados reinos teocráticos, tras de los cuales se esconden los poderosos dueños de capitales, quienes son los principales interesados en mantenernos sumidos en el atraso. Así, mientras estemos dormidos y dominados por el miedo y la superstición, no representaremos un peligro alguno y nos conformaremos con la obediente mansedumbre.

Hemos creado ya, sin darnos cuenta, un sistema de valores anticuado que nos mantiene replegados mentalmente; y reproducimos ese sistema con nuestros hijos y nuestros nietos, para asegurar su perpetuidad. Creamos la más peligrosa de todas las democracias y justificamos el derecho que tiene el imbécil para poner en el poder al mayor de los imbéciles, con el que se siente dignamente representado.

Yo sí quiero que las mujeres sean capaces de decidir sobre su cuerpo; que dos hombres se tomen de la mano libremente en un parque y expresen en público el amor que les sobra; que la gente de mi país no tenga que huir en busca de sueños para prosperar; que nuestra identidad se exprese en la cultura y el arte local; que la gente recupere su dignidad… Pero ese es un sueño perdido.

¿Quién es Leo De Soulas?

 

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