Efectos televisivos del Mundial


Leonel González De León_ Perfil Casi literalCuando era niño y adolescente tuve mucha conexión con el futbol, tanto en la práctica como en el seguimiento a las noticias locales e internacionales: jugué en varios equipos en el puesto de defensa, seguía los partidos por televisión o por radio y siempre estaba «en la jugada». Con los años perdí interés en los deportes de equipo y me sentí más identificado con el atletismo porque podía practicarlo a solas, a cualquier hora y en cualquier sitio.

Nunca fui muy amigo de la televisión y cuando veía películas era porque mis hermanas o alguna amiga me lo pedían; en cambio, la pasaba mejor leyendo los periódicos al lado de mi abuelo —al principio por imitación y por estar a su lado, pues no entendía nada de columnas de opinión ni de noticias de actualidad—, pero sobre todo, escuchaba la radio. Con los años me alejé más del hábito de ver televisión, sobre todo por la oferta plana que existe en Guatemala, pues Albavisión, conglomerado que administra las frecuencias abiertas, ofrece telenovelas veinte horas al día y las otras cuatro las dedica a noticias que difunden opiniones que garantizan impunidad a su propietario y a la rosca que lo rodea. Y los operadores de cable tampoco se salvan, pues los eventos deportivos solo se transmiten bajo redes de pago, los canales musicales se dedican a la banda, reggaetón y la bachata; los de películas transmiten historias rosa o de balaceras, y la mayor oferta que existe es la espesa gama de canales cristianos.

Es increíble la cantidad de cosas que pueden hacerse durante un juego de futbol. El domingo desperté y al encender la radio se anunció que el partido empezaba. No me detuve a escucharlo, y en cambio, bebí un licuado, hojeé el periódico, salí a hacer ejercicio, volví a casa, lavé un poco de ropa, me bañé y cuando volví a la radio el juego aún estaba en los minutos de reposición. Con la fluidez que con los años adquiere el paso del tiempo sale caro dejar de lado todas esas actividades para sentarme por casi dos horas a ver un rectángulo verde donde la pelota va y viene.

Ahora me conformo con buscar el resultado en internet, y si se trata de un partido atractivo, veo el resumen. Pero como desde hace años que no tengo televisor, y en este mundial los derechos de transmisión han sido restringidos a las compañías de telefonía móvil, tuve que descargar una aplicación gratuita en mi teléfono para ver por lo menos algo del torneo ―incluyendo la final, pues tampoco he desarrollado tantos anticuerpos contra el fútbol―, la cual ofrece los partidos en vivo con la posibilidad de escoger las cámaras, con opción de elegir cuál ver cuando hay simultáneos, además de transmitir resúmenes al final del día. También cuenta con una base de datos para ver encuentros de jornadas anteriores.

Cuando presiono el botón en mi pantalla e ingreso a la aplicación, veo, arriba y a la izquierda, el ícono del campeonato en color rojo chillón como botón de acceso directo al Mundial, pero yendo abajo y a la derecha el panorama mejora. Hay acceso directo a canales que históricamente he seguido pero que en Guatemala son difíciles de ver: Telesur, Al Jazeera, Euronews, France TV y DW (TV alemana), todos en español. También hay acceso al canal de la presidencia del país y a varios regionales.

 

Así, aunque pensé que al final del mundial borraría la aplicación de mi teléfono, creo que no lo haré. Talvez siga al tanto de fuentes que permitan ir más allá de lo que brindan los medios que imponen dictadura en buena parte del mundo.

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