¿Dónde te agarró el temblor?


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal.jpgCuando era más joven, mis padres solían relatar los extraños e incómodos días después de un golpe de Estado. Como era niña, la idea de pasar varios días sin ir al colegio, oyendo marimba en la radio y acostándome a dormir temprano no era del todo aterradora. De todas formas, soy millennial: nadie pensó que sería adecuado enseñarme de qué iba el Conflicto Armado o qué parte de los recién nacidos es la que se comen los comunistas. Entré a la Universidad con la tierna generación que creía en los sueños y elegía a sus políticos en secuencia de sillitas musicales.

Crecí en el país donde nadie se acuerda con exactitud del himno nacional porque es innecesariamente largo, melodramático y monótono. Sin embargo, todas las profesoras se encargaron de aseverarnos que este es el segundo himno más hermoso del mundo (y alguien por favor explíqueme qué concurso tan absurdo lo determinó). El patriotismo en Guatemala es solo una excusa para vender redoblantes y chuchitos en las ferias escolares. Y quizá por eso nunca le di tanta reflexión al himno guatemalteco sino hasta que comencé a escuchar los discursos del presidente Jimmy Morales.

Me estremecía ver a un tipo con expresión ignorante hablando de la «Guatemala, feliz» o su «suelo sagrado». En retrospectiva, creo que debimos tomarlo más en serio cuando deliraba sobre la «invasión extranjera». Luego de prometer que dejaría trabajar a la CICIG para proteger la justicia guatemalteca, Jimmy Morales decidió suspender su renovación el recién pasado viernes. En vista de las demostradas acusaciones de financiamiento ilícito, el involucramiento de su hijo y su hermano en una treta fiscal y hasta una sospecha de acoso sexual, esto no sorprende a nadie. Lo que definitivamente nos sorprendió a todos fue la manera tan cínica e innecesariamente bélica en que la historia empezó.

Desde la ventana de mi oficina, con el café tibio en la mano, vi una docena de camiones militares desfilando en la calle. Fotos y grabaciones de periodistas en la sede de la CICIG comenzaron a circular en todas mis redes sociales. Mensajes más preocupantes comenzaron a entrar de mis amigos y familia: «Están cerrando la calle. Están arrestando a esta persona. Están tocando marimba en la Radio Sonora». Escuché el discurso del presidente en vivo: una serie de frases mal redactadas aderezadas con un par de comentarios homofóbicos («En Guatemala creemos en el matrimonio entre un hombre y una mujer»). Para finalizar: una críptica referencia a las próximas «elecciones libres».

En cuestión de segundos, mis redes se inundaron de consignas, insultos y rumores del golpe de Estado (claramente, de parte de alguien que nunca ha sabido cómo funciona). ¿Qué querrá decir Morales con esa mención a la moralidad heteronormativa? ¿Por qué tendría que aludir a las pendientes elecciones? La agenda conservadora de mi país es cada día más escalofriante. Las políticas sexistas y homófobas de este gobierno son una vergüenza de talla internacional. Estos días comienzo a preguntarme si el comandante de la Tropa Loca estará inspirándose en Juan Orlando Hernández o Daniel Ortega para restaurar la paz de los cementerios en Guatemala. No tengo la menor idea de qué podrá pasar ahora, qué clase de conducta demanda mi sometimiento a una dictadura o cuál es la vía más eficiente para negociar mi amnistía; solo sé que algún día tendré un confuso relato de la náusea y el agobio en una mañana del 31 de agosto.

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1 Respuesta a "¿Dónde te agarró el temblor?"

  1. Marvin Ventura dice:

    Me gusta la publicación lo único que no me agradó hoy ver el nombre de ese señor que está en el poder en su articulo pero creo que todo lo dicho está en lo correcto

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