El lector como presa: narraciones policiales de Iván Farías


Francisco Alejandro Méndez_ Perfil Casi literalSer cazador o la presa. ¿Matar o no matar? Vamos de cacería humana. Quizá la anterior podría ser la interrogante que se resuelve en La tentación del crimen, del escritor mexicano Iván Farías, y que reúne seis relatos elaborados por las manos de un artesano, de esos que cuidan cada detalle.

Estas historias me han transportado a Tlalpan, en donde ocurre el asesinado de un escritor odiado por algunos, pero amado por muchas mujeres. El Turco, un detective con ganas de lanzarse a una piscina, ve truncado su deseo debido a la muerte de este artista a quien él mismo engrilletó en el pasado. Este relato, «La ciudad y sus muertos», abre esta media docena de historias en las que el deseo de matar se convierte en praxis o, como diría José María Panero, en un «arte total».

El humor y el sarcasmo de lo que significa una fiesta literaria o una presentación de un libro forma parte de esta historia en la que el amor, el crimen y la locura se unen para cabalgar esta detectivesca narración.

En «Piensa un número» nos sorprendemos ante la descabellada idea en la que dos santacloses deciden, por razones del destino —no de la época— asaltar el mismo día un banco. Cada uno tiene su pasado, su contexto y la necesidad de cambiar los deseos de los niños por los ahorros de los cuentahabientes. Una singular historia con sal y pimienta latinoamericana; «La mujer del hotel» es un thriller en el que la muerte y la repetición se convierten en el tema principal. Hoteles de paso, baños comunales, alfombras acabadas por el sol y armas que salen de sus cartucheras forman parte de esta historia en la que el inicio y el final se conjuntan para crear una excelente narración.

Pero debo de decir que «Pagar el alquiler» me resulta, como férreo lector de cuentos que soy, una de las mejores logradas. El protagonista se enfrenta y se debate ante la presencia vecina de un perro olvidado por en sexagenario al que ya no le importa si el perro vive, come, muere o se pudre mientras se lo comen los gusanos. Contextualizada en Estados Unidos con personajes mexicanos migrantes, se trata de la historia de una venganza, de un último adiós es desgarradora.

Un relato que nos lleva al continente africano: «También el agua sucia apaga fuegos», específicamente a un mundo en el que el racismo, el tráfico de diamantes, el amor y la desesperanza convierten se conjugan para crear un suspense intercontinental; y el libro se cierra con «Candidiasis», que, como su nombre lo indica, se trata de un exceso de hongos en las áreas genitales, situación de la que Rodrigo, el protagonista, está perfectamente consciente; pero, también sabe que tarde o temprano los casi narcos van a ir por él a su restaurante, en el que los camarones y los pescados son el plato principal.

Los personajes protagónicos de Farías están preparados para sacar su arma y matar, aunque algunos esperan la muerte con resignación. Diría Leonardo Padura que el género neo-policial aplica para la mayoría de los textos, pues la violencia es uno de los protagonistas.

El suspense, la espera que como lectores tenemos ante un hecho violento, nos envuelve en cada narración para respirar un poco al final o, quizá, seguir con el corazón acelerado. Sin lugar a duda, estas son historias narradas con un escritor agudo, conocedor del género negro y con un colmillo fino para asestar una mordida dolorosa pero completamente resistible —y de disfrute— para un lector amante de los policiales.

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