Al César lo que es del César (y a Cash lo que es de Cash)


LeoCreerse el cuento de que una mega iglesia evangélica se construye con tan solo el diezmo de su rebaño —sin que de por medio no haya dinero sucio con urgencia de blanquearse en un país muerto de hambre como en el que vivimos—, o es pecar de excesivo candor o es rayar en el colmo del descaro al hacernos los pendejos. Y ambas son posibilidades demasiado reales como para ser ciertas en Guatemala, mi provinciana pero muy corrupta nación, que se caracteriza por el pintoresco gusto ambiguo de que «le den atol con el dedo» o que «le metan el dedo con atol». Porque, a decir verdad, si en algo nos distinguimos los guatemaltecos es en pasarnos de babosos o «hacernos» los babosos, según nuestra propia conveniencia.

O dígame usted, estimado lector, si estaría dispuesto a tragarse la historia esa de que un pastor evangélico, un perfecto e insignificante desconocido, salido de la nada, casi un cero a la izquierda, se convirtió así nomás, de la noche a la mañana, en un poderoso y carismático «profeta» al que dios, en su inmensurable grandeza y justicia, le dio no solo el poder del milagro y la sanación, sino también lingotes de oro para convertir el agua en vino solo por ser su soldado más valiente y el abanderado predilecto de las escabrosas trincheras de la teología de la prosperidad. ¿En realidad la mentalidad del guatemalteco promedio es tan deficiente como para aceptar este cuento de hadas o es que de verdad prefiere mantener en cómplice silencio una mentira que ni siquiera se han tomado el tiempo de planear con los cuidadosos detalles de la verosimilitud?

Es que si alguna vez alguien creyó en las argucias y patrañas exhibidas en tantos videos donde un enano megalómano y arrogante se atribuía el poder ―recibido directamente de dios, háganme el favor― de expulsar demonios y curar enfermedades, esto me lleva a pensar que ese alguien es un verdadero retrasado mental. Pero lo grave del asunto no es que una o dos personas lo piensen, sino tener toda una corte de seguidores con el mismo retraso mental adulándolo mientras más poder y fortuna acapara. ¿Es acaso tan difícil darnos cuenta cuando nos roban en nuestra propia cara?

No hay otra manera de explicar cómo es posible que hasta ahora el Ministerio Público decida abrir una investigación para determinar posibles conexiones entre este predilecto siervo de dios y el narcotráfico. ¿Qué estaban esperando? ¿Que el enano con ínfulas de profeta y elegido del señor acumulara el suficiente poder para mover sus influencias y así quedar impune? ¿O que su iglesia, ramera solapadora de los más corruptos políticos, tuviera tanta influencia como para hacer su jugada magistral? Porque lo más seguro es que, con tanto dinero y en nombre del altísimo, saldrá muy bien parado de esta cruzada evangélica. Y en un año o dos nosotros lo seguiremos adorando como estúpidos y regalándole nuestras miserias. Al final, dar al César lo que es del César y a Cash lo que es de Cash.

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3 Respuestas a "Al César lo que es del César (y a Cash lo que es de Cash)"

  1. Tito dice:

    Poco profesional, se nota el odio, que envidia definitivamente la critica destructiva es el homenaje que la envidia le hace al éxito.

    Viejo ramero, o lesbiano (como escribe en su columna).

  2. José dice:

    ¿Cómo haces para vivir con tanto odio en tu corazon?

  3. Armando dice:

    Por si a alguien le sirve, lo único que se leen acá son insultos y reclamos, nada de puntos críticos fundamentados.
    Por si alguien se quiere ahorrar la lectura.

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