Apología a las malas series (para quienes aspiran a escribir ficciones)


Ricardo Corea_ Perfil Casi literalBasada en una novela del escritor inglés Douglas Adams, Dirk Gently: Agencia de investigaciones holísticas fue una serie producida por la cadena BBC América durante solo dos temporadas. Es, entre otras cosas que se podrían decir, una mala serie. Y yo sé que el adjetivo de «malo» es debatible, y muchas veces injusto, pero creo que esta vez es preciso.

La historia va sobre Dirk Gently (Samuel Barnett), un detective estrambótico que de ser detective no sabe nada, ni está nunca seguro de los casos, ni parece tener aptitudes para el trabajo que presuntamente desempeña, pero que tiene una fuerte conexión con el universo… Lo que sea que eso signifique. En su camino se encuentra con Todd Brotzman (Elijah Wood), un fracasado exrockero que no sabe cómo sobrevivir a la adultez. Y desde ahí, los consumidores de series más exquisitos ya encuentran un problema: la serie repite el gastadísimo cliché de «la pareja dispareja».

Las dos temporadas se pueden encontrar en Netflix. Si alguien tiene la osadía de pasarse varias horas viendo los 18 episodios que la componen, sabrá darme la razón. Es una serie extraña con un humor a veces infantil, a veces preciso. Con momentos de tensión caricaturescos y personajes que, por excéntricos, solo podríamos calificar de inverosímiles.

Existiendo tanta oferta de series de todas las calidades posibles, por qué perder el tiempo viendo una cuyos números no dieron siquiera para hacer la tercera temporada.

Yo la vi, claro, por qué otra cosa escribiría sobre ella. Me enganché desde el primer episodio, aún con la plena seguridad de que estaba ante una mala serie. ¿Por qué continué viendo? No lo sé, no lo tengo claro, pero voy a intentar ofrecer una justificación.

Por qué sí Gently

De la serie me gustó el humor facilón. Me gustó la excentricidad, como dije antes, de todos los personajes. En particular me gustó el personaje de Bart, una especie de sicaria del universo que va por la vida asesinando a la gente que siente que tiene que matar y a quien las balas le pasan de lado porque sabe que el universo todavía no quiere que muera.

También me gustó cómo las situaciones sencillas terminan enredándose tanto en espacio-tiempo hasta culminar con una revelación pavorosa sobre cómo funciona el universo y sobre cómo «todo está conectado».

Otra cosa que disfruté mucho fue la enfermedad mental ficticia que padecen los hermanos Brotzman, Pararibulitis, y que básicamente consiste en alucinaciones fatales que ellos pueden sufrir realmente.

Si me dieran a elegir, y a pesar de que algunos la consideran demasiado infantil, yo me quedo con la segunda temporada porque fue capaz de crear un mundo ridículo, completamente desquiciado para luego explicarlo y que tuviera sentido.

Ahora bien, creo firmemente que para quienes aspiramos a escribir literatura, las series de televisión malas son cruciales para nuestro aprendizaje. Voy a intentar hacer una innecesaria apología sobre por qué creo que todos los que aspiramos a escribir ficción deberíamos dedicarle un poco de nuestro tiempo —de vez en cuando— a consumirlas.

Innecesaria apología a las series malas

En Mientras escribo, Stephen King da un consejo para los aspirantes a escritores que me parece valiosísimo: lean mala literatura. King da sus buenos argumentos de por qué aconseja semejante aberración. Yo los parafraseo: parte del crecimiento como escritor se basa en leer todo, todo, todo lo posible. Pero hay algo más: leyendo cosas malas se aprende cómo evitar ciertas cosas.

Yo agrego algo más: no siempre es fácil determinar por qué una serie (película, libro, disco) es mala. Hagan el ejercicio, si nunca lo han hecho. Busquen en Google una lista de series o películas malas. Agarren una de la que nunca hayan oído hablar. Véanla y luego traten de escribir por qué es mala. Más allá de si les gusta o no, traten de explicar lo más técnicamente posible por qué consideran ustedes que es mala. Es un ejercicio estresante al inicio, pero poco a poco se vuelve gratificante. Y no, no es nada sencillo. Luego traten de sacar los aspectos buenos y entonces sí van a tener un pequeño derrame.

Miramos series y leemos libros por placer, por supuesto, pero todo lo que consumimos moldea nuestro pensamiento de una u otra forma, y a veces nos hace revelaciones que no esperamos sobre nosotros mismos o sobre lo que queremos —o no— de nuestras obras. Dirk Gently, por ejemplo, me hizo tener claridad sobre el tipo de humor que no me gusta aunque de vez en cuando me saque una risa.

Así que aunque me linchen, debo decirlo: Que Dios bendiga a las series malas. Y que Dirk Gently: Agencia de investigaciones holística pueda tener tercera temporada.

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