El hombre que salvó al mundo de un desastre nuclear


Mario Ramos_ Perfil Casi literalVivimos en un mundo donde la vanidad y la ambición por ser relevantes y populares es cada día más agresiva y deshonesta. Utilizamos cualquier medio a nuestra disposición para presentarnos como personas exitosas, importantes e incluso heroicas. Las redes sociales nos permiten mostrar al mundo una falsa realidad y maquillar la verdad, construyendo la imagen de lo que muchas veces no somos y exhibiendo solo lo que construye esa realidad que buscamos y que no es más que virtual.

En cambio, no todos urgen de fama y reconocimiento, ni buscan sobresalir. Stanislav Petrov fue un oficial del ejército soviético que salvó al mundo de un desastre nuclear y que pasó desapercibido durante muchos años. Su historia salió a la luz pública en la década de 1990, cuando se publicaron las memorias del general Yury Votintsev, entonces comandante de las fuerzas de defensa.

Hace 36 años, el 26 de septiembre de 1983, Petrov fue el oficial encargado de registrar los posibles lanzamientos de misiles enemigos, sin embargo, decidió no informar a sus superiores cuando los sistemas de alerta temprana de la Unión Soviética detectaron un ataque con misiles desde Estados Unidos. Los reportes de la computadora indicaron que varios misiles nucleares habían sido lanzados a territorio soviético, por lo tanto, el protocolo indicaba responder con un contraataque nuclear; sin embargo, Petrov no reportó estos supuestos ataques.

Esta omisión significó el cumplimiento de su deber ya que su responsabilidad era referir el ataque estadounidense a un superior, pero con esta negligencia salvó al mundo de un desastre nuclear. Luego se descubrió que el supuesto ataque estadounidense había sido una falsa alarma, una falla en el sistema.

30 años después del incidente, en una entrevista con la BBC en 2013, Petrov contó lo ocurrido: «Todo lo que tenía que hacer era alcanzar el teléfono para llamar por la línea directa a nuestros altos mandos, pero yo no pude moverme. Me sentí como si estuviera sentado en una sartén caliente». De haber sido real, la primera explosión nuclear estadounidense en territorio soviético habría ocurrido solo minutos después. «Veintitrés minutos más tarde me di cuenta de que no había pasado nada. Si hubiera habido un ataque real, entonces yo lo hubiera sabido. Fue un gran alivio», dijo a la BBC.

Petrov se mantuvo en silencio sobre el incidente durante diez años hasta que su historia se dio a conocer después de la caída de la Unión Soviética. Dimitry, su hijo, asegura que su padre se sorprendía cuando la gente lo consideraba un héroe, pues recibía cientos de cartas desde todas partes de Europa donde le agradecían lo que había hecho. Petrov recibió varios premios internacionales y fue honrado en las Naciones Unidas, pero nunca se consideró un héroe. «Ese era mi trabajo», dijo, «ellos tuvieron la suerte de que fuera yo el de ese turno».

«Equinoccio de otoño» fue el nombre que recibió aquel incidente de septiembre de 1983 en el que la decisión del oficial soviético salvó a millones de vidas humanas. Su historia fue contada en el documental The Man Who Saved the World. Petrov vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Moscú cuando el 19 de mayo de 2017 murió a los 77 años, alejando del mundo y de los reflectores.

La absurda y extravagante competencia por protagonismo en las redes sociales, así como el afán por sobresalir, desatan un derrame de vanidad dentro de un mundo aparente, lleno de héroes imaginarios que saturan el ciberespacio y nuestro imaginario colectivo. Sin embargo, como Stanislav Petrov también existen muchas otras personas que silenciosamente realizan actos memorables sin divulgarlos en redes sociales y sin pedir reconocimiento, ni a nombre personal ni al de una organización. Solo el tiempo se encargará de develar sus historias para que reciban el reconocimiento merecido, aunque nunca sabremos cuántas de ellas jamás llegaron a ser contadas.

[Foto de portada: Scott Peterson; Getty Images).

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