Volver a la poesía cuando todo es una mierda


Noe Vásquez Reyna_ perfil Casi literalNo soy optimista. No encuentro motivos reales para serlo. El pueblo de Guatemala elegirá mañana otro presidente con tachas (como le decimos al hecho de tener cadáveres en el closet, bajo la alfombra o el jardín). No importa el color, el partido ni los candidatos. ¿Importa pensar/saber/cuestionar cómo cada cuatro años se llega al mismo sitio: a la orilla de otro abismo?

He caminado por la ciudad esta semana con más frecuencia. Se las describo: es una urbe-pueblo grande atascada en una jungla gris, donde el más fuerte-violento también pierde. No se necesitan horas pico para sentir asfixia con un calor dantesco porque nos importa poco el plástico que no desaparece cuando lo tiramos a la basura. No importa el agua que corre por el suelo como si fuese eterna, no importa la desaparición de bosques gracias a las narcopistas como tampoco la desaparición diaria de mujeres y niños; tampoco importan los perros callejeros que reflejan todas nuestras intenciones de abandonar al más débil, como tampoco nos importa otro largo y lacerante etcétera.

Nuestras burbujas no permiten hilar las causas, razones o circunstancias. ¿Para qué entender las líneas entre corrupción o justicia con el agua, el calor, el insufrible tránsito de horas perdidas en el automóvil? ¿Para qué entender la política y la relación que tiene con la rutina de personas que se van desintegrando poco a poco cada día?

En el concreto pulula gente que a todas horas busca trabajo u ofrece su miseria. Es un marasmo colectivo, caminamos lento en las aceras porque somos personas heridas. Vamos lentamente en cualquier vehículo porque somos personas con miedo, desconfianza y tedio. Y nuestro excelentísimo asno en la Presidencia quiere que se apruebe a la fuerza la petición absurda de ser un tercer país seguro para migrantes, a quienes seguramente trataremos, multiplicado por siete, como a los más vulnerables.

Entonces, sin optimismo, vuelvo a poesía, y me sumerjo en esto, titulado «anticipar/somatizar (08.17)»:

Ya no sabemos quién se esconde en la niebla
y desconfiamos de los abrazos
Por eso nos guardamos todos los suspiros
para ese día en que nos llegue
el golpe final de la noche

Y tomamos fotos
para no perder tiempo observando
Y aceleramos los pies sobre el campo
sabiendo que bajo el suelo hay mucho más
de lo que podemos manejar

Quién tiene tiempo para hablar de poesía un lunes,
si apenas tenemos espacio
para mover los brazos

La Editorial Sión, un proyecto que nació en Quetzaltenango (206 km. al noroeste de la Ciudad de Guatemala) publicó el poemario Rutinas/Despedidas, de Hael López (1994), a quien pertenecen los versos anteriores. Hael tiene una voz que eriza pieles, hace temblar espejos y atraviesa venas existenciales desde lo cotidiano. Su trabajo poético sería mi recomendación cuando necesitamos nombrar realidades de otro modo, para despertar un poco de nuestro cansancio o nuestra vanidad positiva de marketing. Yo vuelvo a la poesía cuando todo parece una mierda. Se edifica un refugio con las letras. Una coraza para seguir caminando en este calor que tiene ausente el abrigo.

Ya no guardamos soles
y hemos olvidado que el cielo
también está lleno de colores
porque la vanidad y el cansancio nos han vuelto
resignados amantes del suelo
Ya no compartimos canciones
porque tenemos un no atravesado en la garganta
y nuestros dedos no saben protegerse
del aire helado
Y porque no aprendimos a enamorarnos del temblor

¿Quién es Noe Vásquez Reyna?

 

 

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