Gracias, Toni Morrison


Alejandro García_ Perfil Casi literalEn mi vida he leído escritores con distintas cualidades, muchos de ellos excelentes contadores de historias, otros maestros del lenguaje y otros tantos con imaginación tan vasta como el paisaje del mar desde la costa, mientras que a otros los premios los alcanzaban por determinadas obras y no tanto por su constancia. Sin embargo, cada tanto descubro escritores que no solo poseen muchas de las virtudes anteriores sino que además enjugan la realidad de una forma tan única y poderosa que terminan por trascender su oficio de escritores y mostrar una realidad que antes era desconocida, pues su comprensión de la condición humana resulta tan magistral que con bondad terminan por servir de puente entre nosotros como lectores y el resto de humanidad. Toni Morrison pertenecía a este selecto grupo.

Hablar de Toni Morrison y sus obras y sus premios sería el camino más evidente a la hora de escribir sobre ella por su reciente muerte el pasado 5 de agosto, pero eso sería quedarse corto ya que su figura trascendió el camino de los libros.

Resulta difícil describir el vacío que deja, pues sus obras abrían todo un universo inexplorado lleno de angustia y desolación que convivía de forma armoniosa con la belleza y la esperanza, tal como resulta la vida misma. Leer su obra significa estar agradecido por tratar al lector de forma inteligente, dándole espacio para rellenar su mundo. Toni abría las puertas de su universo y nos invitaba a formar parte de él, mostrándonos toda una vida lejos de la estructura convencional en la que hemos vivido toda la vida. Su magia consistía en mostrarnos la realidad tal como Prometeo ofrecía el fuego a la humanidad.

Su escritura, sin duda, se alimentaba de su vida, de sus vivencias y las de millones de personas para quienes escribía. En sus páginas se cuelan personajes que ayudaban a otros a elevarse, un reflejo de la misma labor de Morrison como editora y posteriormente como escritora, donde utilizó su posición para abrir puertas a otras personas a contemporáneas y futuras generaciones. El arco empático que aprendí a dilucidar en medio de obras como Song of Solomon, The Bluest Eye, Beloved y sus ensayos y artículos resulta algo que trasciende la literatura, pues cala dentro de nuestra misma existencia como seres humanos y sirve de evidencia para mostrar la lucidez absoluta que poseía, pero más importante, la calidez con que compartía un regalo por el cual siempre estaré agradecido.

Los premios que ganó simplemente fueron una consecuencia de su labor, pues su obra trasciende lo que para otros escritores define recibir tales galardones. Leer a Toni Morrison ha significado no solo un regocijo sino una necesidad, pues sus ideas continuarán sirviendo para echar luz a mundos que desconocíamos y para dar voz a quienes fueron silenciados.

Porque existe una imposibilidad absoluta de sentirnos parte de la historia de la humanidad si no abrimos las puertas de la libertad y la igualdad a quienes han sido marginadas de ellas. Gracias, Toni Morrison, por darnos lo que necesitábamos.

[Foto de portada: The West Point U.S. Military Academy]

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