Creatividad artística y trastornos mentales


estuardo-prado_-perfil-casi-literalLa relación entre arte, genio creador y locura proviene de la antigüedad y ha sido un tema de especulación a través de los tiempos. Desde la cultura griega clásica, que moldeó muchos de nuestros criterios occidentales hasta la actualidad, se gestó la noción de que los poetas tenían que ser tocados por la locura inspirada por las musas. Fue hasta en los años setenta del siglo pasado cuando psicólogos, psiquiatras y neurocientíficos comenzaron a sugerir que la bipolaridad (antes maniaco-depresión) facilita la habilidad para la creación artística.

Al evaluar la vida y obra de importantes creadores y lo que esto implica en el entendimiento de la personalidad artística y el proceso creativo, puedo ver que de este mal —¿mal?— padecieron escritores como William Blake, Lord Byron, John Keats, Mary Shelley, Emile Zola, Máximo Gorky, Eugene O’Neill, Samuel Coleridge, Ezra Pound, Tennessee Williams y Sylvia Plath; en la plástica, Vincent Van Gogh, Miguel Ángel, Edvard Munch y Paul Gauguin; y entre los músicos, desde Handel hasta Charlie Parker.

La bipolaridad es solo la última entre una lista de condiciones orgánicas que han sido asociadas con la creatividad. Por ejemplo, el alcoholismo (Edgar Allan Poe, Ernest Hemingway o Charles Bukowski) ha sido la enfermedad recurrente en los literatos, poniéndose de boga sobre todo en los años sesenta del siglo pasado. Antes también lo fueron la epilepsia (Fiódor Dostoievski, Gustav Flaubert o Lewis Carrol), la sífilis (León Tolstoi, Friedrich Nietzsche o Charles Baudelaire) y la tuberculosis (Robert Louis Stevenson, las tres hermanas Brönte o Franz Kafka), todas ellas asociadas a la creatividad.

Pero dejando por un lado las enfermedades fisiológicas que han sido relacionadas con la creación artística para centrarnos más en las enfermedades mentales, vale la pena mencionar algunos estudios que han querido profundizar en esta rama. Desde los albores de la psiquiatría, Cesare Lombroso publicó, en 1888, Genio y locura. En esta obra analizó a los artistas más importantes de su época y llegó a concluir en la relación entre la creatividad artística y la locura.

Más recientemente, en 1967, R. D. Liang con Las políticas de la experiencia sugiere que la esquizofrenia (Antonin Artaud, Syd Barrett o Phillip K. Dick) crea un arte más verdadero porque quienes la padecen están más en contacto con su ser de manera más profunda que los cuerdos. En la década de los setenta la psiquiatra Nancy Andreasen comenzó a estudiar la relación entre la esquizofrenia y la creatividad, realizando un estudio entre miembros del taller de escritores de la Universidad de Iowa y un grupo de control de sujetos que no pertenecían a ninguna profesión artística. Ella concluyó que del grupo de los escritores examinados, el 80% había sufrido depresión o maniaco-depresión; entre el grupo de control, en cambio, solamente el 30%. Este fue el inicio de la conexión entre la bipolaridad y la creatividad artística que se ha venido desarrollando en las ciencias psiquiátricas hasta la actualidad.

A finales de los ochenta la psiquiatra Kay Redfield Jamison realizó varios estudios con escritores prominentes en Oxford y sus resultados apuntaron a un malestar psíquico generalizado entre ese gremio. Mientras que en la población en general los rangos de bipolaridad son del 1%, su estudio reveló que entre los escritores asciende al 38%. Estas personas habían sido tratadas previamente por trastornos afectivos (incluyendo depresión leve y bipolaridad), y el estudio demostró, una vez más, que el intenso dolor emocional iba de la mano con la creatividad.

En 1996 Jamison publicó Marcados con fuego: la enfermedad maniaco-depresiva y el temperamento artístico, en donde hace un análisis histórico de las vidas de prominentes figuras del arte por medio del análisis de sus biografías, cartas, comentarios de amigos y reportes médicos. En este extenso estudio resalta características interesantes acerca de los lapsos cíclicos entre estados depresivos y estados maníacos, asociándolo a la producción artística de algunos de los personajes analizados.

No obstante, la relación entre una enfermedad mental y la creatividad suscita ciertas premisas contradictorias como «no todos los artistas famosos tienen que estar enfermos mentalmente para ser creativos», o «no todos los enfermos mentales son artistas». Una breve mirada a través de las cintas Modigliani, The Bird (la vida de Charlie Parker), Lautrec o Total Eclipse (la vida de Arthur Rimbaud y su tortuosa relación con Paul Verlaine) podrían ejemplificar cómo es que los rasgos extremos de personalidad los llevaron a realizar obras únicas que revolucionaron el arte.

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