Camino hacia el encierro


Eynard_ Perfil Casi literal

“Toda lengua encierra una visión del mundo, un cúmulo de experiencias, de calores, de vivencias acumuladas a través del tiempo en el espacio de una comunidad. Ninguna de esas experiencias es igual, por más semejanzas que tenga, con las de otras colectividades. De ahí la originalidad y la importancia que posee el conjunto de significaciones que constituyen el acervo entrañable de una cultura, manifestada a través de un sistema de signos, entre los cuales la palabra es, sin duda, el de mayor alcance y penetración, porque está raigal e íntimamente ligado con los orígenes de la sociedad que los produce”. (R. B. S.).

Esta cita me recuerda al poder de la palabra que evoca García Márquez en el discurso del Premio Nobel, si mal no estoy, en donde habla de cuando un sacerdote lo salvó de que un bicicletista lo atropellara, y me recuerda a toda aquella aberración que puede encontrarse en cada momento en donde un complejo de inferioridad que anda rondando a estos países americanos desde hace 500 años, lo hace amedrentarse y preferir ciertas palabras que quieren decir cierta concepción del mundo junto con una identidad perdida ante la injerencia, por no decir invasión, de la hegemonía comandante en tal momento, circunstancia, situación, etcétera.

Esto me imagino que querrá cuestionarnos hacia nuestra fuerza de identidad y de valor frente a la hora en que hay que reunir fuerzas ante la resistencia que nos amenaza en todo momento, porque la vida, como se sabe, se mueve al límite del peligro entre la vida y la muerte, ya que es un peligro vivir, así como morir. Esta idea, a mi parecer, nos lleva ante un mundo lleno de gente que nos conlleva hacia la desilusión que pierde sus fuerzas en situaciones límites, en donde toda nuestra integridad es derrotada abotargadamente en medio del ciclón como ojo del huracán.

Según parece, entonces, que nuestro alrededor, de acuerdo con lo que nos sucede y nos avienta hacia el abismo, no disimula una debilidad innata del ser humano ante fuerzas contrarias, pues, el resistir siempre es minoritario, siempre es un grito solo en el mundo frente a tantos otros acompañantes cómplices de la barbarie, la destrucción y la violencia en contra de una agrupación en su mayoría desprotegida, o si no, luchando con palos y piedras ante tanques y presupuesto desmedido para matar.

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