Circe y la reinvención oculta de la originalidad


Alejandro García_ Perfil Casi literalThen I learned that I could bend the world to my Will, as a bow is bent for an arrow (…) I thought: this is how Zeus felt when he first lifted the Thunderbolt.

En una época con gusto a lo añejo —en donde no se sabe bien si los remakes son por gusto a lo nostálgico o por completa carencia de originalidad— la reescritura de obras clásicas me parece una forma pobre de transmitir ideas necesarias, apelando además a la estupidez del lector, arrebatándole el juicio crítico y tomándosele por un televidente al que hay que mostrarle todo frente a sus ojos, pretendiendo que no existen discursos ulteriores que pueden —y deben— ser discutidos.

Sin duda, gran parte de las obras que consideramos clásicas manejan hilos argumentativos que responden a cánones que deberíamos superar porque nos hemos dado cuenta de que las caracterizaciones de sus personajes (en especial los de las mujeres) podrían resultar vacuos, poco realistas, racistas, homofóbicos o misóginos. Sin embargo, es la discusión que tenemos a partir de los cambios sociales actuales lo que nos permite entablar una discusión sobre lo que debemos aspirar para lograr una mayor representatividad y expandir el horizonte literario, partiendo de creaciones nuevas que nos lleven al futuro y no pretendan cambiar el pasado queriendo borrar lo que otro artista creó en su momento.

Sobre este apartado, la escritora Madeline Miller nos da un vivo ejemplo de creación pura y reinterpretación espléndida. Se ajusta a una historia antigua como la de Circe, hechicera de la mitología griega cuyo nombre conocemos por la Odisea y por la historia de Jason y sus argonautas; sin embargo, pese a jugar roles importantes en ambas aventuras, carece de su propio contexto como hija del titán Helios y la oceánide Perseis.

En un libro que lleva el nombre de su protagonista, Circe toma el papel protagónico que merece y se erige como una mujer independiente que se reinventa a sí misma desde el momento en que Zeus la exilia en una isla desierta. Con gran habilidad, Miller logra usar como herramienta la longevidad de la hija de Helios para contar historias de otras figuras que viven paralelamente a su personaje principal, tales como el minotauro, Dédalo y su hijo Ícaro, Medea y, por supuesto, Odiseo.

La narración en primera persona en la que está escrito el libro sirve para conjurar las peripecias y la angustia de Circe, pero también acerca el mundo antiguo de Grecia, lleno de héroes, dioses y criaturas mágicas, a nuestro mundo contemporáneo. Su mirada feminista complementa la historia original sin alterarla. Con narración absorbente y maestría contundente nos muestra detalles que antes no habíamos reparado y nos hace enfrentarnos a pilares de nuestra cultura y a problemas existenciales que siempre han subsistido. La modificación de la perspectiva del relato permite ahondar en una historia fantástica que da relieve a un personaje importante en la Odisea, pero del que se desconoce mucho.

Madeline Miller, al igual que Toni Morrison, Ursula Le Guin y John Updike nos muestran que es posible ahondar en las profundidades de lo clásico para reinventarnos sin ser sujetos de la repetición. Nos dan a entender que la discusión y la crítica siempre son el mejor espacio para crear ya que permiten florecer puntos de vista diversos.

Es inevitable visitar lugares comunes porque como especie seguimos teniendo esos planos emocionales que nos permiten identificarnos con relatos bien contados. Porque, como dice Madeline Miller, «contar historias es lo que nos define como humanos desde que existimos como especie. Es así como intentamos dar sentido a nuestras vidas».

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