Galileo


Fernando_ Perfil Casi literalLa historia y el desarrollo de la física occidental pueden ser rastreados a través de las vidas de ciertos hombres. La mayoría de veces estos hombres de genio son encerrados entre paréntesis y son sus descubrimientos y ecuaciones los que importan desde un punto de vista pragmático. Algunos de los más grandes físicos fueron respetados y admirados en vida, como Newton; otros fueron desconocidos y murieron en el anonimato, como Cavendish; y otros tuvieron que enfrentar a la Iglesia y a Aristóteles: me refiero a Kepler y Galileo.

Galileo era el hijo de un noble florentino en desgracia. Este quiso que su hijo mejor fuera médico y envió al joven Galilei a estudiar a la Universidad de Pisa. Se dice que se aburría rápidamente y pronto su mente inquieta comenzó a interesarse por las matemáticas; especialmente por la Dinámica: la rama de la ciencia física que estudia el movimiento.

La leyenda reza que al observar el movimiento pendular de una lámpara en la catedral, Galileo se preguntó si el tiempo de oscilación era más corto; comprobó que aunque los movimientos son cada vez más cortos, la duración es la misma. Al experimentar con pesos distintos, descubrió que la ley no se afecta: diferentes pesos y tamaños siempre terminan en igualdad de tiempo y oscilación. Al invertir el efecto, Galileo inventó el pulsímetro, que fue usado en la medicina por muchos años para medir el pulso de los pacientes. Este fue el único aporte de Galileo a la medicina. El estudio del péndulo lo llevó a los caminos de la física.

Dos preguntas fundamentales fueron planteadas:

  1. ¿Por qué el periodo del péndulo es independiente de la amplitud, es decir, de la medida de la cuerda?
  2. ¿Por qué una roca pesada y una ligera al final de la misma cuerda oscilan durante el mismo periodo?

Galileo nunca respondió estas interrogantes. Los motivos son razonables: para responder la primera pregunta había que inventar el cálculo (Newton lo hizo casi 100 años después) y la segunda pregunta necesitaba el fundamento de la teoría de la relatividad para ser respondida.

Otro problema fundamental tratado por Galileo fue el de la caída de los cuerpos. La conocida leyenda cuenta que el físico dejó caer dos bolas de distintos pesos y tamaños desde la famosa torre inclinada de Pisa. Si bien esto no es cierto (no había forma de medir el tiempo exacto de la caída) sí denota un comportamiento extraordinario: la experimentación.

Parece inverosímil que Galileo fuera el primer genio del Renacimiento que probara y comprobara sus razonamientos, pero la física de entonces desconocía el método científico y todo era supuesto; Aristóteles era la única referencia y el responsable de que en ese entonces se creyera que todo estaba descubierto y no era necesaria la indagación en aspectos que se escapaban de la física clásica. Así, todos asumieron, por lógica, que los objetos pesados caían más rápido que los ligeros y durante quince siglos a nadie se le ocurrió ponerlo a prueba. Galileo demostró que los pesos no interfieren en la caída de los cuerpos; lo único que determina cuál peso cae primero es la resistencia del aire. Al vacío, ambos pesos caerán al mismo tiempo. Además de ser uno de los primeros físicos experimentales, los aportes astronómicos de Galileo son fundamentales y fueron los que más problemas le causaron.

Lo que detonó el interés del genio por la astronomía fue la contemplación de una novae, esto es, una estrella joven que se suma a las constelaciones. Aristóteles creyó que el cielo era inmutable y así lo repitieron los occidentales por siglos. Galileo estaba convencido de lo contrario, y la edad de 40 años inventó el telescopio y vio las esferas celestes.

Las observaciones de Galileo comprobaron de manera fehaciente las leyes de Copérnico sobre el movimiento y la posición del sistema solar. Sobre todo, demostró que la tierra no es centro del Universo ni es estática. Esto contradecía el sistema católico que consideraba perfecta la idea de la tierra como centro del Universo, en relación con el designio divino. Por esto fue perseguido por la Inquisición y finalmente, el 22 de junio de 1633, a los 69 años, uno de los genios más importantes de la historia fue puesto de rodillas ante los jueces del Santo Oficio y confesó:

Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto Florentino Vincenzio Galilei, de setenta años de edad, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal, y puesto de rodillas ante vosotros, los Eminentísimos y Reverentísimos señores Cardenales Inquisidores generales de la República Cristiana Universal, respecto de materias de herejía, con la vista fija en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro, que yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré creyendo en lo sucesivo todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana cree, predica y enseña. Mas, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente que abandone la falsa opinión que he sostenido, de que el Sol está en el centro del Universo e inmóvil; que no profese, defienda ni, de cualquier manera que sea, enseñe, ni de palabra ni por escrito, dicha doctrina, prohibida, por ser contraria a las Sagradas Escrituras… En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras Eminencias y de todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha legítimamente concebida contra mi, con sinceridad y de corazón y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto los arriba mencionados errores y herejías, y en general cualesquiera otros errores y sectas contrarios a la referida Santa Iglesia, y juro para lo sucesivo nunca más decir ni afirmar de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante sospecha contra mí; antes por el contrario, juro denunciar cualquier hereje o persona sospechosa de herejía, de quien tenga yo noticia, a este Santo Oficio, o a los Inquisidores, o al juez eclesiástico del punto en que me halle. Juro además y prometo cumplir y observar exactamente todas las penitencias que se me han impuesto o que se me impusieren por este Santo Oficio. Mas en el caso de obrar yo en oposición con mis promesas, protestas y juramentos, lo que Dios no permita, me someto desde ahora a todas las penas y castigos decretados y promulgados contra los delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios y los Santos Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos. Yo Galileo Galilei arriba mencionado, juro, prometo y me obligo en el modo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mis compromisos, firmo de propio puño y letra esta mi abjuración, que he recitado palabra por palabra.

La leyenda reza que después de confesar dijo: Eppur si mouve, (Y sin embargo, se mueve), pero esto no es cierto. Al menos no lo dijo frente a los inquisidores, porque retractarse de una declaración jurada significaba la hoguera.

Confinado a detención domiciliaria, el genio, completamente ciego y de avanzada edad, murió en su villa de Arcetri el 8 de enero de 1642. Ese año nacía Newton en Liconlshire.

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1 Respuesta a "Galileo"

  1. Leo De Soulas dice:

    La vida de Galileo fue tan trágica que inspiro a Brecht a escribir su brillante, aunque a veces un poco pesada obra de teatro Galileo. Que se puede decir de Galileo, el individuo brillante e incomprendido que se ve aplastado por el sistema. En este caso por el castraste cristianismo que ha ganado muchas más de las batallas que perdió al inicio. En Occidente, pero principalmente en países tan retrógrados como Guatemala, el cristianismo sigue echando raíces potentes que asfixian. Estamos muy lejos aún de que se desaparezca ese lastre.

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