The Boys y los superhéroes corporativos


Ricardo Corea_ Perfil Casi literalThe Boys es una serie original de Amazon Prime Video, basada en el cómic de Garth Ennis, que retrata un mundo contemporáneo en el que los superhéroes se parecen más a los rockeros de antaño o a los grandes futbolistas actuales que a los mesías bíblicos: famosos, millonarios, corporativos y perpetuadores del sistema que les permite ser todo esto. En resumen: nefastos.

La serie cuenta la historia Hughie, un muchacho trabajador, timorato y ordinario, admirador —como cualquier otro— de los superhumanos que sobrevuelan los cielos y aparecen hasta en los anuncios comerciales; hasta que uno de ellos asesina por error a su prometida. La vida de Hughie termina de transformarse cuando la corporación que es dueña de los superhéroes más importantes del mundo le ofrece dinero a cambio del silencio y, acto seguido, aparece Butcher de forma misteriosa, un forajido que mantiene una perpetua cruzada contra todo lo que huela a super...

En este mundo, los mayores héroes están entronizados dentro de una empresa (Vought) que les procura todo lo necesario para que puedan continuar generando millones y millones de dólares: desde los aspectos más obvios como la imagen, los contratos comerciales o las relaciones públicas, hasta los más ínfimos detalles de su vida heroica, como los crímenes que pueden resolver sin caer en alguna crisis comunicacional.

The Boys y el sexo

Al presentarse como una mofa de los universos cinematográficos de Marvel y DC, la serie muestra varios aspectos que normalmente están vedados: la violencia y la sexualidad, especialmente los puntos en el que estos dos temas conectan. Aunque la serie no es tan oscura como el cómic en que se basa, logra dejar claro el punto que pretende exponer, y es que si los superhéroes vivieran en nuestro mundo serían seres contradictorios, ególatras y avaros; pero, por sobre todas las cosas, serían seres sexuales.

Con las aberraciones que ello implica. ¿Quién podría detener a un Superman si decidiera volverse violador? ¿Quién podría luchar contra un Aquaman abusador de menores? Porque, al final de cuentas, la sexualidad también es un ámbito donde se disputa el poder, tal como lo aprende por las malas Starlight.

Las historias de superhéroes no son nuevas. En el formato de cómic tienen un recorrido de casi un siglo y, aunque en la televisión o el cine también han figurado durante mucho tiempo, no ha sido sino hasta la última década, con la creación del Universo Expandido de Marvel, que empezamos a gritar invocando el espíritu de aquel pajarraco poeniano: «¡Nunca más!»

Sin embargo, The Boys, así como lo hizo HBO con Watchmen, es de ese tipo de historias quijotescas que buscan darle la vuelta de tuerca al desgastado recurso de los «buenos contra malos», prototípico de las grandes producciones superheroicas de la empresa de la rata con guantes.

The Boys busca esa resignificación a través de la parodia y el sentido del humor visceral, aunque a veces bastante bobo, y la hondura filosófica que, a diferencia de Watchmen, no pretende hacerse graves preguntas respecto a las dicotomías maldad/bondad o crimen/justicia, sino más bien busca arrojar una lanza y demostrar que los dioses también sangran.

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