Heimweh


André González_ Perfil Casi literal“La maison natal que chacun porte en soi; le sentier redécouvert où sont restés gravés les pas perdu de l’enfance”.

L’ignorance, Milan Kundera

No tengo tantos conocimientos del idioma alemán como deseo. Esta palabra es la mejor definición del sentimiento provocado por la ausencia. No encuentro en español o francés un equivalente de la misma, siempre deben ser varias palabras para crear un concepto. Así pierde mucho, pero Heimweh por sí sola engloba todo eso, transmite un pesar, una experiencia, el deseo de regresar al pasado. Las traducciones de esta palabra al español serían: añoranza y nostalgia.

El irse está lleno de sentimientos encontrados. No siempre es un hecho que provoque placer. Verse obligado a dejar el país, donde de cierta manera se tiene una especie de todo. Después ya no dan ganas de volver. Ese lugar ya no es nuestro, en el que estamos tampoco, tratamos de construirlo.

Existen muchas maneras de retornar; con las ideas, los recuerdos, las imágenes, las llamadas telefónicas, los correos electrónicos, al leer la prensa. El regresar de manera constante al lugar de origen puede crear un trastorno y nunca estar en ningún sitio.

Quienes se van siempre serán extranjeros en el lugar donde residan. También llegan a serlo al volver a su patria. Es posible adoptar otro país como propio, no por ello dejar de ser de allá. Puede suceder que el lugar donde se vive sea hostil y recuerde a diario que falta algo para pertenecer a ese ahí.

Milan Kundera lanza esas y otras reflexiones en la novela La ignorancia. Escrita en francés por un autor de lengua checa, le da más fuerza al sentir del exiliado. De París, su lugar de residencia, a Praga, escenario de esta trama. Irena, personaje principal no desea regresar. París la protege, ha logrado hacer una vida después de 20 años. El allá es desagradable, todo será feo, nada tendrá interés para ella. Su patria de los últimos 20 años le dice extranjera, la invita a irse. Su nación, la de antes, a la que ha renunciado, ya no la acepta; es diferente, no encaja en ese ahí.

Es válido sentir desprecio por el país de nacimiento. No es posible apreciar algo que en cierta medida es responsable de nuestros males. Que nos persiguen en la distancia. Muchas personas necesitan irse, migrar, moverse, cambiar de aires. Para otros no es necesario, pueden o deben quedarse en donde están.

La novela es una constante de regresos: irse y volver. Los recuerdos juegan un papel fundamental, son el motor de la nostalgia. Es un retorno en tiempo y espacio, los años duros en el país natal, los tristes del exilio y la soledad. Volver siempre llevará de la mano la remembranza, la calle tal o cual, una persona, los parques, las pláticas. Puede también que solo sea idealización. Muchas veces eso visto, la memoria lo trae del pasado, renovado, con matices que provocan mayor agrado. Es necesario engañarse con el ayer para continuar viviendo.

Siempre será agradable el regreso, debemos hacerle caso a las añoranzas. Los lugares en los que hemos estado tienen vida. Retornar a las calles caminadas, ser parte de la historia de tal ciudad aunque esta solo nos pertenezca a nosotros.

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