Jorge Semprún


André González_ Perfil Casi literal“Para sobrevivir, el organismo necesita ceñirse a la

realidad, y la realidad era precisamente ese mundo

totalmente antinatural de la prisión y la muerte.

Pero el verdadero choque se produjo a la vuelta

de este viaje”.

El largo viaje, Jorge Semprún

Jorge Semprún Maura nació en Madrid el 10 de diciembre de 1923 y falleció en París el 7 de junio de 2011. Fue un aristócrata con antepasados muy activos en la política española. Su abuelo materno fue presidente del gobierno español.

Exiliado, republicano, perteneciente a la resistencia francesa contra la ocupación nazi. Deportado político al campo de concentración de Buchenwald. Fue el prisionero 44,904. En su traje de preso portaba un triángulo rojo por su condición de comunista y la S negra de Spanier (español). Vivió el horror de 1944 hasta la liberación del campo en abril de 1945. Miembro del Partido Comunista Español (PCE) desde 1942 hasta su expulsión en 1964.

El hombre con varios seudónimos, en ocasiones se confundía entre su propio nombre y los alias. En la resistencia francesa fue Gérard Sorel, antifranquista. Clandestino en España, se le conoció como Federico Sánchez y también Camille Salagnac. Intelectual, políglota, escritor, la mayoría de su producción es en francés, aunque también escribió en español y en alemán. Marxista convencido hasta el final de sus días. Ministro de Cultura de 1988 a 1991 durante el gobierno de Felipe González. Enigmático, polémico, guionista para directores como el griego Costas Gavras. El más francés de los españoles.

Desde pequeño deseaba ser escritor. Estaban en él esas ganas de compartir algo. Para lograrlo, entre otras muchas cosas, son necesarias experiencia e imaginación. Luego de lo vivido en Buchenwald, lo cual es una constante en varias de sus obras, trató de escribir sin lograrlo. La memoria de la muerte estaba muy presente, debía liberarse de ella para no llegar al suicidio como una solución.

¿Cuántas palabras son necesarias para describir la barbarie o por lo menos una aproximación a ella? ¿Si logramos hacerlo servirá de algo? ¿Al explicar el horror, este dejará de existir? Jorge Semprún, en una entrevista de agosto del año 2000 para El País, decía que nunca ha podido explicar el olor a carne quemada. Ese olor siempre está presente en su vida. No logró transmitirlo con palabras y se fue con él a la tumba. Decía también que para algo así está la literatura. ¿Por qué hacernos sentir ese olor? Puede que al ponerlo en palabras comprendamos lo horrendo que fue estar allí. ¿Qué tan importante es ese olor? Fue el golpe sin dolor, la estocada del aire, una de las tantas maneras utilizada para exterminar antes de convertirlos en ceniza. Es algo que caracteriza a los campos de concentración. Es, por decirlo de cierta manera, su sello de garantía.

Entiendo a Semprún: ya estuve allí 71 años después de la liberación del campo y el olor no es descriptible. Pesa y golpea los pulmones y los ojos, sumerge la memoria en la agonía. El cuarto con los hornos crematorios es denso, tiene una espesura que provoca la sensación de asfixia… ¿pero en dónde? En todos lados y en ninguno. Es tan extraño que algo vivido a diario no sea explicable, al mismo tiempo normal. No es posible describir nuestro olor personal. Las personas que vivieron en los campos llegaron a impregnarse del olor a carne quemada hasta el último de sus días, ese olor se va yendo con ellos. Quizás cuando todos los sobrevivientes mueran ya no sea real y con su partida liberen esa atmósfera cargada de sufrimiento.

Al ser expulsado del PCE se dieron las condiciones para que dedicara su vida a escribir. Los acontecimientos de Buchenwald ya eran lejanos. No solo había sobrevivido a ellos, sino también a lo que vino después, esos años inciertos en que no se está en ningún lado. En 1963 comenzó a escribir El largo viaje. Estaba en Madrid y, como era habitual, clandestino. Fue su primera novela y el inicio de una lucha constante por preservar la memoria y luchar contra el olvido.

Es importante contar lo vivido, así no se perderá. También quienes no han experimentado cierta situación pueden hablar o escribir de ella, eso es mantener viva la historia. Hacer propio un hecho para mantener viva la memoria. Su obra está basada completamente en su vida y el papel fundamental que juega la memoria. La memoria histórica para que sea comprendida por las nuevas generaciones, por las que no tienen un vínculo directo con los hechos, debe estar ajustada a la realidad actual.

Después de todo lo vivido, Semprún continuaba creyendo en la humanidad. Sabía que la maldad puede ser extrema al igual que la bondad. La primera debe ser combatida, con la segunda es necesario propagarla.

Citaré algunas de sus obras (la invitación está hecha): Aquel domingo, La escritura o la vida y Viviré con su nombre, morirá con el mío.

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2 Respuestas a "Jorge Semprún"

    1. André González dice:

      Gracias a vos.

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