Libros


André González_ Perfil Casi literalMuchos libros no deberían de existir. Le están robando el espacio a otros que, por diversos motivos, nunca verán la luz. Hay libros creados para cada estación del año. Así como las canciones, también hay libros que serán el éxito de ventas del verano. No dicen nada relevante, pero tienen detrás de ellos muy buena publicidad y se traducen a muchos idiomas. Ciertas editoriales se interesan en el libro como una manera de enriquecimiento. Tiene parte de lógica, un negocio que tiene que funcionar. Esos libros tienen una utilidad, son muy buenos para las noches de insomnio, leer un poco de literatura ligera ayuda a conciliar el sueño o, mínimo, nos distrae. Todo es relativo. Los que yo considero “malos libros”, serán para alguien más todo lo contrario.

Claro que no por el hecho de leer “buenos libros” seremos mejores seres humanos, pero si la gente leyera más, quizás el mundo estaría mejor. Para mí leer es una necesidad diaria. Desafortunadamente, por muchos motivos, en ocasiones he pasado semanas sin leer ni una sola página. Los libros se vuelven una especie de compañía silenciosa llena de palabras. Los trayectos en tren o en bus, la mejor lucha contra la impaciencia cuando esperamos a alguien. Esas líneas que nos confrontan y nos hacen viajar, soñar, reflexionar y, por qué no, evadir un poco el cotidiano vivir.

Hay libros que solo leeremos una vez. Otros ni los terminaremos. Otros se convertirán en libros de cabecera. Varios serán fundamentales para nuestra vida. Algunos nos aportarán algo nuevo cada vez que los leamos y de cierta manera parecerá que nunca los hemos leído hasta el final. Otros libros nos serán esquivos, ya que sentiremos que no entendemos nada de lo que estamos leyendo. Tienen su momento para ser leídos, muchas veces se quedan en la librera, los vemos y sentimos que no es el momento de leerlos. No siempre es fácil acertar cuando es la buena ocasión para sumergirnos en el mar de letras de esta o aquella obra literaria. Pasa que luego de algunas páginas nos damos cuenta de que algo de nuestro estado actual no combina con la lectura elegida.

Sigo comprando libros, los de papel, en los que puedo hacer anotaciones, subrayar los pasajes que me trastoquen las emociones. Soy reacio a la nueva manera de tener un libro: los libros electrónicos, o como se llamen, no me resultan interesantes. Supuestamente son ecológicos, pero debemos cargar la batería del aparato y eso conlleva consumo de energía. Claro, son más baratos los libros electrónicos, no ocupan mucho espacio, pero no están hechos para mí. Afortunadamente existe la posibilidad de decisión. Muchos se pasarán a la modernidad por diversos motivos, yo me quedaré con el libro de papel. A fin de cuentas, lo importante es leer, que sigamos pasando páginas ya sea de manera artesanal o virtual.

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