Reescribir desde cero (un artículo de Julie Franco acerca de Joss Pinto)


Por hoy me complace la concesión de este espacio a Julie Franco (por esa razón no ven mi foto por acá). Ella escribió el siguiente artículo acerca de Joss Pinto. Quedan convidados a leer:

Reescribir desde cero

Por Julie Franco

La lucha, la batalla, la pertenencia a una sociedad justa, responsable y homogénea. Ideales olvidados por una generación cargada de olvidos, porque a veces es mejor evadir que reconocer los problemas y enfrentarlos. La creación artística del momento en Guatemala es una multitud de ideas, imágenes y propuestas a veces incoherente a lo que vive la sociedad en general. Niños traga fuego, limpiavidrios y malabaristas en cada esquina bajo semáforos en luz roja dejan en evidencia a un Estado decadente que, como el barrido de Tía Coneja, se esconde cuando los buenos siguen siendo más.

Se sospecha que todos los problemas sociales son provocados por los antivalores, pero ¿qué se hace para combatirlos? ¿Cuál es la herramienta para reconstruir una sociedad que olvida simplemente porque la memoria es parte de una demencia senil que corroe poco a poco la materia gris y el músculo rojo, ese situado al sur de la razón? Guatemala, país rico en oportunidades a explorar, pero inconsciente de ubicación, porque es una situación relegada a los viejos, esos que un día entregaron su vida y hoy se consagran como mártires.

El Centro Histórico es testigo de ello, sin embargo, sus actuantes no perciben las vibraciones del pasado que habla a sus oídos y les sugiere que deben continuar sin evadir lo que es parte de las raíces. Josseline Pinto es parte de estos actores: poeta y curadora de arte guatemalteca nacida en 1996, tiene tres libros publicados. Ha participado en diversos festivales de arte y es reportera cultural y ardua trabajadora en cada siguiente poemario.

Su obra publicada recientemente es una muestra de lo que se puede considerar una generación cargada de hostilidad: hombres y mujeres, jóvenes que buscan algo más que reconocer y reescribir el pasado porque ya es un papel muy desgastado. Para ellos, la cotidianidad es parte del aburrimiento demencial, volver a más de lo mismo donde el discurso del nacionalismo o pertenencia social se convierte en tema vulgar, tabú para retomar.

Jóvenes que necesitan explorar, ya no fuera de ellos sino desde sus sensibilidades y las de los demás. Experiencias que bien son dinámicas en su entorno cercano. La tradición es parte del pasado, ese que ya pasó porque por algo es pasado. Lo importante es el mundo globalizado y no la corta distancia que existe entre persona y persona, sino la patrocinada por los medios de comunicación.

Objetos I es su más reciente publicación para la colección Libélula de Sión Editorial. En este poemario Josseline desea mostrar la relación entre los objetos y temas como la muerte, la añoranza, el cuerpo, las ausencias y el tiempo, entre otros. Incluye poemas de versificación libre, sin títulos, solo enumerados. Las ilustraciones que alternan los poemas evocan una relación entre las palabras y las gráficas, y a lo largo de sus páginas, el dejo de melancolía, la tristeza y la soledad se convierten en constantes, un clamor de necesidad continua que se siente como la decadencia de este siglo, que pesa e invade la atmósfera.

El contraste lo marcan las ilustraciones cuando se ve representado el cuerpo, no como el deseo carnal sino como un medio de escape para evadir la realidad y formar parte de la búsqueda de la liviandad. Porque el cuerpo pesa, siendo la gravedad culpable de ello. Pinto desea prescindir de esta fuerza que sostiene al hombre con los pies sobre la tierra y evade lo que se vive desde cualquier punto del globo. Ilusorio punto de vista.

La geometría es parte de la inexistencia de la voz femenina o masculina dentro del poemario. Qué importa si se es uno u otro, la libertad de expresión es fiel y completa para todos, una fuerte denuncia para las conciencias que aún creen en la diferenciación de géneros, una apuesta informal a que todos son cuerpos, objetos y tiempos conviviendo en un espacio indiscriminado porque qué más da si todo se encuentra podrido, invalidado y enfermo: lo mejor es olvidarse de ello y retomar desde el punto cero, ese que no tiene kilómetros recorridos, mucho menos historias que contar porque se debe re-contar todo desde la individualidad y la colectividad. Esto viene siendo una invasión a la privacidad que niega la libertad del ser.

Estas nuevas generaciones diseccionan el espacio y el tiempo desde una perspectiva que generaciones pasadas abolen y recriminan, preguntándose el porqué de cambios tan abruptos, líquidos y sin sustento. Olvidan que, dentro de estas soledades presentes, el pasado también forma parte activa; que, dentro de estas intolerancias la despreocupación también ha formado parte, todo dependerá desde el radio en el que se vea el diámetro de la circunferencia en la cual todos están inmersos.

Es momento de observar que la modernidad es el mayor paso que la humanidad ha dado para procrear objetos —no uno, dos o tres, sino miles— con el apuro de descubrir y rescatar una identidad olvidada por las preguntas trascendentales que talvez no definan al ser, pero le dan un sustento que valida y validará la búsqueda real de la libertad a fin de lucrar interiormente con los recuerdos, deseos y sentimientos; para reescribir sustancialmente desde cero.

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[Fotografía de portada: Diana Alvarado]

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