El caso Catherine Shaw en la era de la desinformación


Gabriela Grajeda Arévalo_ perfil Casi literalCuando estaba en la escuela de periodismo me enseñaron que las noticias se construyen a partir de los hechos. En el mundo real, desgraciadamente, la mayoría de los medios de comunicación construyen las noticias desde la especulación porque eso es lo que vende.

Fue precisamente esto lo que sucedió con el reciente caso de la británica Catherine Shaw cuando el 11 de marzo fueron encontrados sus restos en un barranco de San Juan La Laguna, Departamento de Sololá, Guatemala. El cadáver de la joven se hallaba desnudo y severamente golpeado. Rápidamente una oleada de especulación cubrió al país por parte de los medios de comunicación locales y extranjeros. Llegué a leer titulares como «Una mujer británica emprendió un viaje a Centroamérica por diversión y terminó muerta en Guatemala» o «Catherine Shaw, británica violada y asesinada en Guatemala». Llegué a leer incluso que había muerto por un derrame cerebral, también que la habían apaleado para robarle. Y es que además de los nefastos titulares se suman las opiniones de las personas en las redes sociales: «¿Quién la manda a andar por allí solita?», por ejemplo. «Es que ahora hay que tener cuidado. Las extranjeras vienen a Guatemala y hacen lo que les da la gana y esas son las consecuencias», opinaban en Facebook otras mujeres.

La realidad fue otra. Catherine Shaw, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) y la necropsia realizada por la Fiscalía Distrital del Ministerio Público, tuvo un fatal accidente y se cayó por el barranco. Sus pertenencias aún estaban allí cuando encontraron el cadáver. La investigación esclareció que no había rastros de semen ni de violencia sexual y varios de sus anillos estaban todavía dentro de los bolsillos de su ropa. Según sus amigos, ella pudo haberse quitado la ropa porque era una amante de la naturaleza y la meditación y ese fue el motivo por el que la encontraron desnuda. Por lo tanto, nada de lo que supusieron los medios de comunicación era verdad. ¡Qué paradoja! ¿No es precisamente el trabajo de los medios informar, decir la verdad, ayudar, contribuir con la sociedad? Eso sería la teoría. Eso fue lo que me dijeron a mí cuando empecé estudiar y cuando salí de la universidad con la cabeza rebosante de valores éticos para con esta carrera, pero esa no es la realidad y más bien, mientras se averigua qué pasó, los medios ya contaminaron todo con mentiras, cubriéndose las espaldas con condicionales del tipo «podría», «habría», «tendría»… De esta forma hacen una construcción hipotética que no les afecta cuando la quieren corregir (si la corrigen), una especulación que genera clics, masivos. ¿Cuánto vale la noticia real versus la inventada?

Y si Catherine Shaw se hubiera caído de una montaña en Suiza, ¿se hubiera especulado inmediatamente que fue por violación y robo o en ese caso sí hubiera sido un accidente? ¿Por qué los medios de comunicación, especialmente los guatemaltecos, no le dan a Guatemala el beneficio de la duda cuando no tienen pruebas?

Porque Guatemala es ese árbol caído del que todos hacen leña. A fin de cuentas, qué más da agregarle una muerte a un país contaminado de malas noticias.

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Hay tres factores dolorosos que se pueden analizar muy de cerca sobre este caso: el primero es el impacto que tienen este tipo de noticias falsas en la comunidad. Estamos hablando de un país que además de las remesas vive del turismo, por eso este año el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) está buscando elevar la competitividad turística y mejorar al país en este índice, pasarlo de la posición 80 a la 70 mediante varias vías incluyendo la promoción de destinos.

San Juan La Laguna en el lago de Atitlán es un destino turístico atractivo y seguro, un lugar que ha promovido el turismo responsable a través del ecoturismo y el turismo comunitario, y donde se han creado múltiples cooperativas para la promoción de las artesanías locales y tejidos elaborados manualmente por mujeres. Un lugar pacífico y ordenado cuyos habitantes trabajan para que sea un destino agradable y positivo. ¿Pensaron acaso los medios de comunicación en el daño que podían provocar a todos sus habitantes escribiendo mentiras?

El segundo aspecto para analizar es lo acostumbrada que están las personas en nuestros países a que haya violencia contra la mujer, al punto de ya no dudar de una noticia plagada de teorías hipotéticas. Según datos del INACIF el año pasado se cometieron dos homicidios por día, en promedio; El 45% de estas muertes por violencia involucraban a mujeres de entre 18 y 34 años. Se efectuaron 1787 evaluaciones por lesiones relacionadas con maltrato a niñas y mujeres y 21 estudios diarios por agresiones sexuales. Es evidente, por todo lo anterior, que sea más creíble que cuando aparece el cadáver de una mujer joven la opinión pública diga que fue violada y asesinada en vez de pensar que sufrió un accidente. El problema es la insensibilidad con que se lo toma la gente y la vulgaridad con la que lo publican los medios que, muy lejos de informar, pareciera que se nutren con el dolor ajeno.

Y es que, vinculado al segundo, el tercer factor que evidenció el caso de Catherine Shaw fue precisamente la agonía de los amigos y padres de la joven, quienes tuvieron que expresarse en las redes sociales para desmentir toda la sarta de basura que publicaron los medios de comunicación y pedir respeto a la hora de especular sobre la muerte de su hija. Ese fue el hecho más triste que como periodista me ha tocado evidenciar en lo últimos días porque me doy cuenta de que en esta era ya no se trata de informar con ética sobre una persona que desgraciadamente falleció en un accidente, sino de vender morbo, pasando por encima de quien sea. Inventar una historia que venda y que le gane al titular de la competencia en lo que la policía esclarece el caso. Porque mientras el ministerio correspondiente se tardó en informar lo que verdaderamente pasó —basados en evidencia científica—, los medios despedazaron al país con «otro caso de violencia y crimen» que tuvo fuertes ecos internacionales por tratarse de una turista europea, revolviendo las redes sociales con titulares sensacionalistas y retorcidos, pisoteando de esa forma el trabajo de gente honrada y la dignidad de una familia que acababa de perder una hija, una hermana y una amiga.

Todos los días se publica alguna noticia que manipula a un sector de la población que cree lo poco que lee y no está acostumbrado a tener pensamiento crítico. ¿Cuántos clics hubiera tenido la noticia real de Catherine Shaw? La función de los medios ahora es desinformar para vender y por ello se han transformado en cómplices de la corrupción, la decadencia y la ignorancia.

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