Sobre la autocrítica y las nuevas formas de lucha


Sergio Castañeda_ Perfil Casi literalAnte la coyuntura actual y las problemáticas lamentables como la crisis hospitalaria, la desestabilidad laboral producto de fallos y reducción del presupuesto en distintos programas e instituciones del estado, la continuidad de los proyectos de extracción y, ante la desestabilidad del gobierno actual, se debe escudriñar qué errores se han cometido una y otra vez, qué acciones estériles se realizaron durante las movilizaciones del año que recién ha terminado y por las cuales solo hubo cambios superficiales y hoy no estamos hablando de un gobierno provisional que esté trabajando por la reforma política y administrativa del Estado, cumpliendo, para empezar, con reformas vitales como la de la ley electoral y de partidos políticos y la de servicio civil, entre otras.

Fundamental resulta que tanto los partidos políticos progresistas, los colectivos ciudadanos, las plataformas, las organizaciones estudiantiles y los individuos que comulgan con ideas solidarias y humanistas realicen, como los viejos partidos comunistas de Europa, la autocrítica desde la mayor honestidad y radicalidad posible.

Y es que este año, para encarar la lucha comprometida, resulta primordial no olvidar y tener en cuenta claramente que con lo sucedido en el año 2015 se puede hablar de movilizaciones pero no de un movimiento social, puesto que este no es efímero y, si es necesario, incurre en acciones extra institucionales, por mencionar dos características. También evidenciar a la izquierda partidista y alguna parte de la “de a pie” que continúa ejecutando manías del tipo izquierdometro, con símbolos y acciones similares y con las que ha sido derrotada una y otra vez en la historia reciente del país. Se tendrá que aprender a detectar a sujetos y ONGꞌs que utilizan el paternalismo como negocio y se oponen, desde la reacción, a cualquier tipo de innovación en la lucha, pues no desean cambio alguno debido a que logran su comodidad económica con la continuidad del sistema.

El panorama no es alentador, pero la contemplación y la inacción burguesa definitivamente no son una opción en un país con tantos flagelos y carencias. Es hora de apostar por la organización solidaria y cooperativa. Llegó el momento de aterrizar las teorías, pues de qué sirve el lenguaje grandilocuente si no se llega a vincularse con las masas o, peor aún, si existe una mayoría social que probablemente está aburrida de las prácticas de la izquierda guatemalteca.

Si el imperativo categórico es encarar la lucha y la resistencia, buscando así soluciones estructurales y conquistando maneras para hacer posible una vida más digna para las mayorías, entonces como sujetos incidentes se tendrá que comenzar a respetar justamente a estas y lograr su empatía, no desde paternalismos o caridad vertical, sino desde una vinculación cómplice de concebirnos como prójimos, coincidiendo en principios de unidad y solidaridad horizontal; y para ello se debe cambiar de fórmulas, pues lo que se ha venido haciendo sin lugar a dudas no ha funcionado. Habrá que realizar cosas distintas. No se trata de perder la esencia: el tema pasa por evolucionar en las formas. No se renunciará en lo más mínimo a los ideales revolucionarios ni al espíritu combativo, pero debemos aclararnos la garganta, bajar de los aires y hablar claro y contundente.

Hay que comenzar a deconstruir ese individualismo arraigado llevando a cabo acciones de política en la calle, recuperando espacios públicos y comprometiéndose, sobre todo aquellos quienes tengan la oportunidad de hacerlo por medio de las letras y la docencia. Hablar, construir, involucrarnos. La premisa es estimular el pensamiento crítico y el interés de aquellos a quienes la despolitización y enajenación han colonizado, y para esto habrá que ser creativos hasta la crispación. Toca, por fin, contemplar lo trascendente del diálogo intergeneracional y erradicar esa falsa brecha segregacionista. Es hora, pues, de la trasmutación de formas a la hora de accionar, pero nunca olvidando el fondo; es decir, los principios. Llegó la gozosa hora de emanciparnos y así aprender de los errores de antaño, madurar y comenzar a crear un verdadero movimiento social.

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