Sobre una cantina y Walter Benjamin


Juracán_Perfil Casi literal

En las interpretaciones que se hacen del arte, y en particular del que se hace en Latinoamérica, ha pasado a ser un tópico referirse a los discursos contra-hegemónicos, la revisión de su identidad o la responsabilidad social asumida por los artistas. En oposición al arte que se asume abiertamente como publicidad, decoración o compromiso político hacia determinada forma de poder.

No es necesario que nos engañemos: ¿cómo podría el arte oponerse al poder cuando su posibilidad de difusión necesita como plataforma las mismas estructuras? La venta de cualquier obra debe entenderse como una concesión a la propiedad privada, pues lo que se vende es el privilegio de la contemplación bajo la condición de objeto irrepetible. ¿Cómo podría la obra cuestionar a la publicidad, cuando el tipo de instituciones  que sustenta su existencia como mercancía es otro tipo de corporación mediática?

El artista, cuando mucho, puede señalar las desigualdades sociales y limitaciones políticas; plantear una postura ante las contradicciones sistémicas; proponer revisiones de la historia o rechazar abiertamente su participación dentro de la exclusividad de las instituciones que promueven el arte, pero no puede evitar que la obra esté sujeta a un mercado y tipo de consumo que sigue los patrones del primer mundo.

Para quienes hayamos ido a ver alguna vez una exposición y salido simplemente preguntándonos “¿para qué sirve todo esto?”, conviene también preguntarse para qué sirve tener una rockola en una cantina o para qué sirve guardar fotografías de nuestros amigos y familiares.

Es aquí donde la cultura del alcohol puede servirnos para explicar el arte. Cuando alguien piensa en beber licor no lo hace pensando en la utilidad económica o los conocimientos que adquiere, sino simplemente en tomarse un momento para alejarse de sus labores y preocupaciones cotidianas y pensar, quizá conversar con alguien más a cerca de sus sentimientos, ambiciones y desaciertos; para ver desde la orilla de una barra la belleza que puede haber en los objetos y situaciones cotidianas. Sabiendo que todo sigue como siempre allí, pero trastornado por un cambio de perspectiva.

A este cambio de mirada, Walter Benjamin llamaba “aura”, advirtiéndonos que al menos en el caso de la fotografía, era una de las últimas muestras de religiosidad en torno al sentir del individuo frente a la fugacidad de la vida. Cualquiera podrá añadir que si alguien guarda fotografías de sus bisabuelos, tatarabuelos o ancestros más lejanos, ésas fotos seguramente pueden ser vendidas a un precio más alto que las de sus parientes actuales. Y que aún los discos viejos de una rockola pueden ser altamente cotizados por algún coleccionista, quien es al final sustento del sistema.

Sin embargo, Walter Benjamin también pronosticaba que tras ser reemplazado por el  principio de autenticidad, el valor “de culto” dado al objeto del arte sería reemplazado por una percepción más crítica por parte del observador. Y según hemos constatado, el rito simplemente fue sustituido por el precio, como fetiche de la tradición, cultura del prestigio.

La rokola de una cantina no hace más que repetir canciones grabadas, un álbum familiar no genera ganancias para quien lo tiene, y cuando un cuadro se vende en una galería es bajo la condición de que las obras de arte sean únicas y aumenten de precio con el tiempo. Todo intento de emancipación del arte respecto al poder, ya sea religioso, político o económico ha terminado por ser reutilizado: cuando la escultura dejó de ser fetiche de culto para ubicarse en el espacio público, pronto se convirtió en monumento glorificante; cuando las vanguardias de  principios del siglo XX declinaron el precio de la mercancía al presentar su obra como acciones efímeras y objetos producidos en serie, se impusieron la publicidad y la preservación de la tradición histórica, que hicieron de la obra un documento para justificar sus propias consecuencias.

Volvemos entonces al tema de la cantina. ¿Por qué ir precisamente a ésa y no a otra? Si dejamos de lado la cuestión del precio, las razones vienen a ser de tipo estético: porque ahí se encuentra uno con amigos  o gente interesante, por la música que tiene o por su peculiar decoración. Siguiendo entonces con el citado ensayo de Walter Benjamín, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica; ahí nos dice que la búsqueda del arte como experiencia de conocimiento es un contacto personal con la realidad. Función que no le  puede ser arrebatada.

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10 Respuestas a "Sobre una cantina y Walter Benjamin"

  1. Arana dice:

    Me gusto el articulo por plantear el ¿Para que sirve el arte?

    Esta parte me gusto:

    «La búsqueda del arte como experiencia de conocimiento es un contacto personal con la realidad. Función que no le puede ser arrebatada.»

    Yo la complementaria de la siguiente forma, porque creo e

    El fin del arte o podría decirse que su concepción: es la conservación material de la conciencia del ser humano para su sobrevivencia, (retratar la realidad y conservarla) una forma de no dejar morir los sentimientos…

    Entonces porque buscamos adquirir o comprar arte (música, plástica, letras..), es y sera por simple sobrevivencia (de nuestros sentimientos respecto de la realidad)…

    * Algo parecido seria con la tecnología, solo que esta sirve para que sobrevivamos materialmente…

  2. Juanje dice:

    ¿Y qué hay entonces de aquel arte que no se ve envuelto en el dinero? Aquel arte sin fines lucrativos y que aún conserva ese ‘aura’.

    1. Arana dice:

      El dinero es un «objeto de intercambio», por mas romántico que digas «no es con fines de lucro» en el sentido de «obtener el objeto llamado dinero», normalmente si se obtienen otros «objetos de intercambio», cuando dices sin fines de «lucro», que en sentido perfecto seria, y sin ambigüedad debiera de interpretarse: «queremos otros objetos de intercambio y no aceptamos dinero»… Se puede decir que en la actualidad la mayoría de intercambios los realizamos con «dinero» porque este representa el esfuerzo de una persona (en términos cuasi perfectos) con el cual obtiene los bienes para su bienestar, quien dijo que dinero es malo (solo la fuente, suele ser lo malo)… entonces si te dan una cerveza o te dan dinero (al artista), es prácticamente lo mismo, la cerveza se compro con el esfuerzo de una persona (representado con el dinero), y el dinero que se le paga a un artista «representa el esfuerzo de una persona»… entonces aunque digas «no soy comercial» o «no lo hago por dinero», sin discusión es una contradicción, porque estas atado al mercado y su funcionamiento, «aun si, el intercambio no es con dinero exactamente» (recalcando, ja)…

      El columnista se refiere a tal contradicción cuando menciona que el artista «no puede evitar que la obra esté sujeta a un mercado y tipo de consumo que sigue los patrones del primer mundo.»
      Porque:
      «La venta de cualquier obra debe entenderse como una concesión a la propiedad privada, pues lo que se vende es el privilegio de la contemplación bajo la condición de objeto irrepetible»..

      1. Juanje dice:

        Gracias por tu respuesta.
        Yo lo decía porque sé de algún músico que ‘regala’ su música sin más, sin pedir nada a cambio, y lo lleva haciendo muchos años así, sin cambiar en ese aspecto.

        1. oseb dice:

          No es por ser Todólogo, como dice un idiota Nadologo, por ahí,.. pero el intercambio es «moral», bueno, subjetivo, «yo te doy música», «vos me aplaudís».. que seria el intercambio mas básico, después puede ser «yo interpreto la música», «vos pones el local», que es un intercambio básico (para promocionarse, tocar por tocar…etc…etc..)… hasta llegar a los intercambios mas complejos…, pero el consumidor en «suposición» siempre obtiene la música de gratis, que un contexto real seria de manera LIBRE, porque la verdad dista mucho de ser gratis…pero bueno…

  3. Marivi Veliz dice:

    Me ha fascinado la ruta del alcohol, que puede seguir con las drogas y las sustancias, para hablar de todo aquello aparentemente inutil y ansiosamente trascendental.

    Me encanta leerte.

  4. Oscar dice:

    Muy buena columna, Juracán. Lástima que siempre quiere aparecer «TODOLOGOS» como ese tal «Arana» que hasta llega a interpretar el texto como si el lo hubiera escrito… marilla que se palma por llamar la atención pues jijijijiji en fin, felicidades, Juracán.

    1. oseb dice:

      Vamos Oscar haga gala de sus dotes de ser superior y deme una interpretación de la columna.., porque hasta el momento «solo ha insultado» y no se miran sus dotes de letrado y dueño de la verdad… no aporta y chinga… pero como usted lo sabe todo «quedémonos callados en reverencia» para escuchar sus abstracciones…a ver regálenos la interpretación del articulo, haga gala de su inteligencia, o solo sabe insultar…

      «jijijijiji»..

      Pero en base a lo que usted dice existen estas opciones:

      1. Es cuate de Juracan y le celebra cualquier mierda.
      2. No entendió el contexto del articulo -ni mucho menos de lo que yo escribí-
      3. Solo le gusta como escribe Juracan, aunque no entienda ni mierda de lo que escribe. (Suele suceder, y creo que por aquí va la cosa)

      Me pregunto del tema:

      El que se desvía del tema para insultar (que termina amablemente con Felicidades, mas grande hipocresía no puede haber), o el que opina «sobre el tema»… pero no quiero pensar mal y denos o concédanos su opinión del tema y su interpretación (si puede hacerlo sin insultar, pase de largo).

      Porque este todólogo «interpreto» que el arte siempre esta «sujeto al mercado» directamente o indirectamente (aunque el artista NO quiera)… que eso hace pensar en el: ¿Para qué sirve el arte? que no es lo mismo que preguntarse: ¿para Qué hago arte?… Entonces ahí salta la idea a un «mortal» cualquiera (no usted) que no es artista (como yo) «para que le sirve el arte» y para que lo «obtiene» y si en realidad el espectador (consumidor final) le importa mucho el «para que hago arte» de un artista (puede que le importe un carajo el artista, que es lo mas probable)… pero en fin la conclusión (mía, en base a lo aprendido del articulo) es que una obra artística (Artística) siempre termina convirtiéndose en producto, y un producto siempre esta sujeto al mercado y este (producto) sirve para la conservación emocional del ser humano (del consumidor)…

      …pero bueno, pilas «decime» que interprete mal… y corregirme pues (aprendo mas yo, y vos te vuelves civilizado, ganar ganar)

      Salud por la Todología «jijijiji»…Felicidades..»jijijiji»…»jijijiji»

  5. Oscar dice:

    Ve pues, y era yo quien insultaba… JIJIJIJIJIJIJIJI a pesar de que te debió tomar algunos minutos escribir «tremendo» comentario no pienso leerlo, por tres sencillas razones:
    1. No Tengo tiempo para leer «puntos de vista» de personas que no me interesan.
    2. En las primeras lineas ya de por sí, se ve que pusiste el hígado sobre el teclado y con un un vulgar «sarcasmo» no logras más que un patético berrinche.
    3. Y por último, cuando aseguras que si soy cuate de Juracán o si no entiendo o que se yo que más idioteces dices (porque hasta allí llegué, pues me aburriste muy rápido) me dió mucho miedo tu habilidad para saber tan certeramente lo que hay detrás de lo que escribo (me dio miedo que fueras un brujo o algo así) jijijijiji ¡ánimo!

    1. Arana dice:

      -jijijiji- -jijiji- -jijiji- sino lo ibas a leer ¿como descubriste el sarcasmo? oh!!! pero bueno.. digamos que te aburriste!!!!
      Y debido a que mi hígado es muy malo (¡¡¡malote!!!) para escribir y mis poderes místicos fallaron!!! (fail)….vuelvo a la pregunta crucial:

      Danos tu interpretación Oscar!!!! que los ataques ad hominem no funcionan, esos no transmiten ideas…porque no has planteado ninguna idea!!!!…

      (Esto no necesitas leerlo, porque es sarcasmo)
      «no tengo tiempo para leer otros puntos de vista»..berrinchito… (y quien es el patético)…

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