La muerte de Roque Dalton (I): ¿Quién apretó el gatillo?


Darío Jovel_ Perfil Casi literalRecientemente la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) de El Salvador reconoció el asesinato de Roque Dalton, un poeta que no respetaba la métrica, como un crimen de guerra y de lesa humanidad. A Dalton le arrebataron la vida un 10 de mayo de 1975, unas semanas antes de su cumpleaños número 40. Han pasado 45 años desde aquel fatídico hecho hasta hoy, pero la verdad ya fue revelada. Mejor tarde que nunca.

La orden de ejecutar a Dalton la dio Joaquín Villalobos (firmante de los acuerdos de paz y ex alto mando de la guerrilla) y fue ejecutada por Jorge Meléndez, quien fue director de protección civil durante los gobiernos del FMLN entre 2009 y 2014. Sé que algunos lectores no salvadoreños podrían interpretar esto como que Roque Dalton fue un poeta de derecha asesinado por hombres de izquierda, pero no. Dalton fue un poeta de izquierda asesinado por dirigentes de izquierda. La ironía es casi novelística.

Roque pertenecía a una organización llamada Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), organización que durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992) se unió a otras cuatro para formar al FMLN. Sí, Dalton fue asesinado un lustro antes de que el conflicto armado diera inicio. El pronunciamiento de la PDDH dio luz a un sueño que parecía casi imposible: el de hacer por lo menos el intento de juzgar a los responsables de un hecho histórico que le arrebató a El Salvador su mayor escritor.

Los autores intelectuales y materiales del hecho, con la misma cobardía con la que lo mataron, han buscado eludir su responsabilidad o minimizar la gravedad del asunto. «Fue un error de mi juventud», dijo de forma cínica Villalobos durante una entrevista. «Yo no creo que hubo un asesinato», llegó a declarar Meléndez a un periodista. En la misma entrevista dijo lo siguiente: «Estamos hablando de una situación de una guerrilla, donde se dio un proceso político y donde Roque Dalton fue muerto (…) Por asesino yo entiendo que una persona comete un acto contra otro, no sé por qué motivo y ahí estamos hablando de un proceso político. Yo no soy asesino de Roque Dalton, eso lo quiero dejar claro. En ese proceso del ERP con mucho orgullo yo soy partícipe».

Jorge Meléndez no se reconoce como asesino de Dalton, pero se siente orgulloso de haber formado parte del «proceso» que concluyó en su muerte.

Dalton fue asesinado, pero en su poesía parecía describir hechos y procesos que fueron posteriores a su muerte. Sus virtudes literarias pasaban por dar un poderoso mensaje de fondo con una forma autentica y que no pretendía impresionar a nadie. Creo que aquí radica lo importante.

Hoy los asesinos de Roque Dalton siguen libres, como si nada hubiera pasado. De hecho, Villalobos —de quien no se sabe a ciencia cierta dónde vive, pero se especula que en Colombia— ha ganado decenas de miles de dólares como «asesor de paz» y, para colmo de los colmos, ha sido condecorado en muchos países como héroe; mientras que Jorge Meléndez, quien hasta hace poco era funcionario público en El Salvador, también anda libre.

En medio siglo Joaquín Villalobos y Francisco Meléndez serán recordados por su papel en la muerte de un poeta y nada más. Roque Dalton, en cambio, seguirá siendo leído y tendrá mejores motivos para ser recordado. Su obra dará la sensación de que sigue vivo y respira a través de sus versos sin rima.

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