El surrealismo y Salvador Dalí


Guillermo_ Perfil Casi literal

Es un error usar el término «surrealismo» para referirnos solamente a un conjunto dentro de la pintura moderna. Apenas menos erróneo sería, sin embargo, circunscribirlo a la pintura de la escuela surrealista, sin tener en cuenta que sus aspiraciones han hallado una expresión más pura y clara en la literatura, específicamente en el campo de la poesía.

Como sucede con todas las revoluciones artísticas,  por medio de ellas el hombre se vale de formas y conceptos para tratar de entenderse a sí mismo y cuestionar y confrontar el mundo que lo rodea desde la perspectiva de la inteligencia. El surrealismo no es la excepción. Este fue un movimiento artístico que surgió como un amplio intento de crear una actitud hacia la vida, una forma de existencia que retaba a la misma razón; una visión corregida del mundo ofrecida por un grupo de ilustres individuos, en nombre la misma humanidad, que se impusieron ante la realidad atroz que les asediaba y de ese modo  hacer valer su pensamiento como la voz de la libertad.

En el campo de la pintura, el surrealismo desempeño un papel de segundo orden pero no por ello una función menos importante. En realidad el prestigio que alcanzó fue debido nada más a la genialidad de unos pocos artistas. El espíritu que impulso la tendencia fue básicamente el mismo: la necesidad imperiosa de pugnar con el entorno, imponerse ante él con nuevas manifestaciones artísticas que fueran capaz de liberar al hombre de la profunda depresión psicológica que se vivía entonces por causa de las guerras. Cabe decir que el movimiento tomo fuerza en sus expresiones gracias a la intuición poética que predominaba en el ser de los seres.

Con la misma sensibilidad poética que André Breton escribió sus versos, de la misma forma Salvador Dalí se valió del pincel como principal herramienta para plasmar en sus obras pictóricas otra forma de poesía. Considerando que el impulso venia de la palabra escrita, la poesía se explayó también a los planos de la perspectiva el color y la forma; y Dalí como sumo sacerdote de la sublimidad poética.

La obra de Salvador Dalí, a mi parecer, más representativa de los conceptos anteriormente expuestos es el lienzo titulado La persistencia de la memoria (1931). Es evidente que en  esta pintura el autor muestra una de las preocupaciones más artificiales y abstractas inventadas por el hombre: la angustia de controlar el tiempo. Nos muestra con elegancia la imagen de una escena donde plasma la voluntad de permanencia en el ayer y de recordar un pasado no contado por el tiempo. Pretende luchar contra la tiranía del mismo y la rigidez de las cosas materiales (representación de los relojes blandos).

Los surrealistas invitan a liberar la imaginación del corsé de la razón ―tomando como apoyo principalmente los pensamientos de Freud―, y creían que la única forma de hacerlo es teniendo acceso al subconsciente. Su temática gira entorno a los sueños. El arte en el surrealismo se concibió como un método de conocimiento de la realidad interior, no visible, y formar con ello  sinos elementales capaces de enfrentar o pugnar contra la realidad exterior.

El “superrealismo” es un movimiento que  ha marcado un hito imperecedero en  la historia del hombre; y cuyo eco resuena todavía en todos los campos del arte, primordialmente en muchas de las voces de escritores que han protagonizado los movimientos literarios desde la década de los sesenta hasta nuestros días. El surrealismo es la dimensión paralela a nuestra realidad.

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2 Respuestas a "El surrealismo y Salvador Dalí"

  1. Se nota, cuando alguien sabe de lo que habla

  2. Miguel Catalán Gramajo dice:

    Guille Lera, estoy seguro de que muy pronto serás uno de los representantes de la literatura guatemalteca para el mundo.

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