Nuestra persistente devoción al dolor


Javier Payeras_ Perfil Casi literal_Rostro lleno de sangre. Latigazos en la espalda. Labios reventados. Pies destruidos con clavos. Ojos fuera de sus órbitas. Dedos encarnados. Espinas agrietando la frente. El dolor más profundo. La expiación. Las imágenes que abrieron la brecha a la conquista española.

Artistas y artesanos de enorme talento esculpieron toda esa iconografía que permanece resguardada en los retablos dorados de las iglesias coloniales guatemaltecas. Nuestro país es acaso el más devoto de toda América. Durante la Semana Santa nuestra imaginería sale a las calles. Andas de cucuruchos le dan color al duelo. La pesadilla de la muerte en hombros de los feligreses. Una ceremonia imponente llena de alfombras multicolores, humo de incienso dulce y el cadencioso reptar de las marchas fúnebres que nos causan sobrecogimiento.

Son siglos de tradición. La tradición de la plegaria y de la culpa que se define en lo más profundo de nosotros.

Hace unas semanas un trailer mató a 30 personas en Nahualá. Hace dos años fueron quemadas varias niñas en un «Hogar Seguro». La muerte en Guatemala está convirtiéndose en una suerte de ceremonia.

Beber sangre. Arrancar entrañas. Mutilar cuerpos. ¿Qué pasa? Sin duda vamos de vuelta hacia los orígenes mismos de la barbarie. Los miles de víctimas vergonzosamente contabilizadas durante lo que va del año son la representación misma del sadismo más barroco. Son representaciones del dolor. Llagas idénticas a las talladas en aquellos cuerpos que surcan la ciudad encima de las andas. La diferencia es que sus familiares sobrevivientes no llevan lágrimas cristalizadas ni trajes de púrpura ni de terciopelo y nadie se solidariza con su duelo.

Sin duda, hemos alcanzado el vacío absoluto: nuestro particular culto a la crueldad. Nuestra persistente devoción al dolor.

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2 Respuestas a "Nuestra persistente devoción al dolor"

  1. Naegeli Navarro dice:

    Interesante identificar su mezcla de la creencia religiosa de un pueblo con la violencia y degeneración de valores de cierto porcentaje de personas de la población a la que pertenece.

    ¿Se siente o percibe como un ente más ofensivo y dolido al desvalorizar una creencia basada en el amor al prójimo para validar su insatisfacción y posible envidia por aquellos que ven en el catocilicsmo una salvación?

    El simbolismo tallado en «la imaginería» son sólo parte de una cultura que lucha por mantener sus creencias en la esperanza y fe un Dios que promete la recompensa a hacer el bien.

    La violencia que usted describe nace de la ignorancia, la insatisfacción, las indiferencias e injusticias, la corrupción y el egocentrismo. De la pérdida de valores, el libertinaje y la permisibilidad ante el incumplimiento de cada deber de cada individuo en una población.

    Como sociedad, rescatemos esas cualidades y valores y verá como decrecen las cifras de violencia y crueldad humana. Y la creencia en Dios es una de esas herramientas para alcazar esos ideales. Respete las creencias de los demás.

  2. Naegeli Navarro dice:

    Interesante identificar su mezcla de la creencia religiosa de un pueblo con la violencia y degeneración de valores de cierto porcentaje de personas de la población a la que pertenece.

    ¿No se siente o percibe como un ente más ofensivo y dolido al desvalorizar una creencia basada en el amor al prójimo para validar su insatisfacción y con posible envidia por aquellos que ven en el catocilicsmo una salvación?

    El simbolismo tallado en «la imaginería» son sólo parte de una cultura imperfecta que lucha por mantener sus creencias en la esperanza y fe en un Dios que promete la recompensa por hacer el bien.

    La violencia que usted describe no tiene nada que ver con la religión. Nace de la ignorancia, la insatisfacción, las indiferencias e injusticias, la corrupción y el egocentrismo. De la pérdida de valores, el libertinaje y la permisibilidad ante el incumplimiento de cada deber de cada individuo en una población.

    Como sociedad, debemos rescatat esas cualidades y valores y verá como decrecen las cifras de violencia y crueldad humana. Y la creencia en Dios es una de esas herramientas para alcazar esos ideales. Respete las creencias de los demás.

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