En las postrimerías del día del maestro


Jimena_ Perfil Casi literal

¿De dónde nace o se origina el amor a la docencia? ¿Qué nos mueve a ser los grandes necios mal-pagados del romántico cambio por medio del aprendizaje? Ha de nacer de la conciencia del proceso transformador del que se es partícipe. La educación como profesión ha de ser un compromiso cuya misión será colaborar a que los seres humanos logren trascender y pasar de un estado heterónomo a uno autónomo, pero esta promoción solo se logrará cuando el educando no solo sea capaz de estudiar por sí mismo, sino cuando logre desarrollar un pensamiento propio, con bases que fundamenten, al paso del tiempo, su proceder en la vida.

Actualmente muchos maestros y maestras mantienen procesos de actualización docente, estudian a nivel universitario, obtienen diplomados, profesorados, licenciaturas, etcétera; por toda esta dedicación deberían ser reconocidos y más aún si consideramos la situación por la que atraviesan gran parte de ellos,  tanto por las condiciones precarias o de peligrosidad en que en muchos casos han de desarrollar su labor, como por los bajos salarios que ostentan. Sin embargo, creo que toda esta preparación se está quedando corta y estrecha pues de unos años para acá la preparación docente es un proceso más técnico que humano, muchos son los casos de universidades e instituciones que ofrecen capacitaciones que se encargan de dar técnicas y métodos novedosos, consejos para el aula, consideraciones a las inteligencias múltiples y demás herramientas necesarias y efectivas, pero con una gran carencia de fondo; no profundizan ni proponen al maestro y maestra una búsqueda a través de interrogantes y cuestionamientos, existe desconocimiento y, en algunos casos, indiferencia ante el serio compromiso que se tiene como generadores de cambio dentro de la sociedad.

Se debe tomar seriedad sobre la forma en que desde las aulas se implantan, a muy temprana edad, estereotipos que con el tiempo generarán prejuicios, desde las mismas aulas se transmiten mensajes negativos, misóginos, machistas, homofóbicos, racistas o clasistas. Esta situación es terrible, y más que un puro acto de descuido o inocencia se convierte en una carga de intolerancia por parte del  mismo docente, que posee a su vez, esta carga de ideas intransigentes e irrespetuosas.

Mucho se habla en escuelas y colegios sobre la importancia de transmitir valores,  pero considero que son los maestros y las maestras los primeros que deberán identificar las ofuscaciones, profundizar en la ingerencia que sus palabras y acciones tienen en los estudiantes y así iniciar este importante proceso educativo, siendo quien guía y acompaña, dejando atrás al típico profesor o profesora que juzga y otorga juicios severos de valor para dar paso a una nueva persona que acompaña en los procesos tanto de aprendizaje como de vida al alumno que a su vez se irá convirtiendo en su compañero.

Es, pues, misión de todo aquel que esté en búsqueda de promoverse en el campo educativo, ahondar en las responsabilidades sociales y culturales que poseemos ya que a su vez son áreas garantes de la actualidad y del futuro de las naciones. Cuestionemos qué valores, qué mensajes estamos transmitiendo. Cito a Paulo Freire: “Quien formula una teoría pedagógica sin tener en cuenta el marco político, económico y social del proceso educativo hace gala de trivialidad.”.

¿De dónde nace o se origina el amor a la docencia? Bueno, dejando todo lo anteriormente escrito a un lado, la respuesta verdadera y dada con el corazón compartido de muchos, es que nace de la mirada, de la inquietud por cada regreso a clases, de las aventuras de lo niños, niñas y jóvenes, de la nostalgia de verlos irse y de la esperanza de verlos en un futuro convertidos en grandes seres humanos.

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