Tesis y bananos: Nihil novi nissi commune consensu (II)


Ahora me propongo continuar mi análisis, pasando a la banana pegada a la pared con cinta adhesiva, ya lejos —pero muy lejos— del Edén.

En este ejemplo vemos lo natural mezclado con la burda creación del ser humano. No tenemos más que una cinta adhesiva horrible para reparar lo que hemos cortado de su forma natural y armónica; sin embargo, pese a que estéticamente somos imperfectos, no podemos hacer nada más que tomar prestada la belleza (del banano) de la madre naturaleza y exhibir ese burdo copypaste como nuestro, como algo nuevo.

En esta transformación simplista nos damos cuenta que por algo que era tan natural como un banano colgado en la mata ahora se cobraron $120 mil dólares, lo cual puede ser solo una metáfora de la estupidez a la que nos encaminamos: pagar demasiado por algo que teníamos a la mano.

Hace poco leía una noticia sobre The Boy Who Could Not Wait, un libro ilustrado artesanal e interactivo hecho con papel 100% reciclado, además de cosido a mano. Se trata de un «libro mágico» que, si se riega con agua, le crece un minijardín de plantas. Esto me lleva al futuro del arte, ese espécimen que nace y deshace a la misma cultura que lo engendra.

¿No será esto lo mismo que nos plantean los dos hechos más importantes del arte en 2019? La muerte de la ética humana o lo que quedaba de ella y la supremacía de la ciencia, que nos permitirá alterar todo el viejo orden natural y hacer personas perfectas, ciudades perfectas, vegetales perfectos, burbujas perfectas para los humanos y sus robots perfectos; y a cambio, como humanidad tendremos la libertad de las mujeres, quienes ya no pariremos más ni tendremos que soportar al macho vulgar porque ser hombre y mujer será algo perfecto.

Sopla el viento por acá, hace frío. Me cubro con una muralla de libros y sé que estamos, que fuimos hechos para esto: la destrucción de todo por medio de la construcción del todo. Me río mucho en mi propio acantilado. Hasta Vargas Llosa se ha metido ya con los bananos para reconstruir la historia de mi región, de Centroamérica, luego de que yo dijera en algún lado que «Centroamérica sí tiene quien le escriba», retomando el camino de uno mis grandes maestros, Gabriel García Márquez.

Nos leen, nos escuchan, nos filman. Todos nuestros deseos serán cumplidos… de la manera en que ellos digan. Nihil novi nissi commune consensu, y yo no puedo esperar.

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