CICIG: un «experimento fallido» según nuestra conveniencia e ingenuidad


LeoGran extrañeza y asombro me causan aquellas personas que se llenan la boca de falso nacionalismo y farisaico amor a la patria acusando a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de ser una institución que viola la soberanía de nuestra «sagrada nación» y cuya oscura finalidad es facilitar la intervención extranjera. Estas ingenuas mentalidades son capaces de armar en sus cabezas huecas una apocalíptica película de invasiones foráneas mientras que su retorcido estrabismo les impide ver lo que es obvio a todas luces: la usurpación de los recursos públicos por parte de los grupos de poder.

Igual gracia me provocan las personas que salen con la cantaleta de que esto no es asunto de izquierdas ni de derechas, en un esfuerzo por tratar de minimizar la responsabilidad que los gobiernos de derecha y los grupos conservadores de militares y empresarios tienen sobre la rapiña sistemática que se ha cometido contra el Estado. De seguro que este no es asunto de izquierdas ni derechas, pero ¿cuántas veces estas mismas personas no han tachado de comunistas a aquellas manifestaciones auténticas en las que se reclama justicia social? Para este tipo de personas, las demandas campesinas y populares serán oscuras confabulaciones tramadas por un diabólico socialismo internacional que lucha incansablemente por entrar en nuestro prodigioso jardín edénico para apropiarse de todas sus riquezas. No obstante, al verse incapaces de defender lo indefendible, salen con el cuento ese de que este no es asunto de derechas ni de izquierdas, ignorando que la polarización y miseria de este perdido rincón del mundo se debe, principalmente, a los abusos cometidos por las derechas conservadoras que dominan el país.

Aún es posible oír una tercera opinión que, con un sentido telenovelero, ha logrado reducir el conflicto a la oposición entre el presidente y una institución que le pisa los talones. Si bien es cierto que el interés por expulsar a la CICIG cobra fuerza y aplomo cuando las investigaciones tocan directamente los intereses del Ejecutivo, esto no deja de ser una especie de telenovela como la que se armó en 2015 contra el gobierno del Partido Patriota, en la que el pueblo guatemalteco fue vilmente manipulado. Se nos hizo creer que la acción militante había conseguido poner a los corruptos tras las rejas, y con ese sentimiento no solo aplacamos nuestra conciencia clasemediera, sino que también nos sentimos protagonistas de una gesta heroica con la que creímos haber hecho historia.

Nada más alejado de la realidad. El tiempo mismo se encargó de demostrarnos el engaño del que fuimos víctimas. Las jornadas de 2015 en nada cambiaron nuestra situación. Ilusamente llegamos a creer que botábamos un régimen, cuando en realidad nos prestábamos una vez más a la manipulación que perpetuarían en el poder a las clases dominantes. Talvez por eso nuestras estrechas perspectivas hoy no nos dejan ver más que un conflicto entre un alcohólico presidente y una institución que ha puesto en evidencia el cáncer que se cierne sobre esta sociedad. Somos incapaces de ver la manipulación ejercida por las personas a quienes verdaderamente les interesa tenernos bajo sus talones. Ingenuamente podemos pensar que Jimmy va camino a convertirse en un dictador, pero no nos damos cuenta de que esta dictadura es ejercida en realidad por empresarios y militares a quienes no les interesa que los tentáculos de la justicia vayan más allá de lo políticamente permitido.

Así, mientras tengamos un monigote, borracho y ridículo payaso a quien le podamos achacar todas las miserias sociales en que vivimos; mientras no consigamos ver en la figura de nuestro vergonzoso enano presidenciable más que un instrumento útil para mantener el estatus quo de las clases dominantes; mientras creamos en esa especie de determinismo histórico en el que irremediablemente justificamos la corrupción de nuestros propios gobernantes y pensamos que cualquier ayuda exterior es un intento de botar nuestra soberanía… Mientras todo eso suceda, dejamos que las clases dominantes ensanchen su poder y hagan de este país lo que les venga en gana. Total, de lo que se trata es que se sigan perpetuando en el poder y eliminen de tajo cualquier amenaza que pueda ir en contra de sus intereses; de esta manera, entre más manipulen a su favor a una creciente clase media que vive de la novelería y el chisme, más intocables e inmunes se vuelven.

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