Guatemala lo hizo otra vez: entre dos males, el mejor


LeoEn Guatemala, la gran conclusión que uno puede sacar después de la recién pasada contienda electoral es que seguimos siendo el mismo pueblo que no aprende ni porque le den chicote; que tenemos una extraña vocación por hacernos las víctimas, pero nos encanta estar recibiendo palo.

Sin excusa, una vez más dejamos pasar la oportunidad de salirnos de ese círculo vicioso de corrupción, porque si algo se puede afirmar de esta primera vuelta es que ahora sí había candidatos dignos que merecían la oportunidad de mostrarnos sus bríos en la administración pública. Pero nos cuesta deshacernos de los fantasmas del pasado y hasta pareciera que con beneplácito los buscamos. No por gusto somos el país más conservador de Centroamérica y nos cuesta arriesgarnos a lo nuevo.

En realidad, para nada me extrañan los resultados de esta primera vuelta electoral, y de hecho, debo confesarlo, hasta me complace que haya sido Sandra Torres y no Giammatei quien haya tenido el éxito arrollador, principalmente porque sería saludable —dado el caso que ella gane en segunda vuelta— tener una presidenta que no sea títere del CACIF ni del Ejército y, en menor medida, de las iglesias pentecostales, aunque se haya puesto de alfombra en el foro evangélico. Sin embargo, no quiere decir que solo por eso la señora Torres sea una opción honrosa para representarnos, pues quién sabrá cuáles son las mafias que se esconden detrás de ella.

Muy positivo, en cambio, es el papel que jugó la señora Thelma Cabrera, quien, a pesar de seguir ninguneada por los medios de comunicación, parece haber llegado a una digna y honrosa cuarta posición, pisándole los talones a Edmond Mulet y ganándole notablemente votos a la eterna dinastía de los Arzú, que en esta ocasión tuvieron que retirarse con la cola entre las patas.

Para ser una propuesta contrasistema, Thelma Cabrera obtuvo un porcentaje de votos representativo y es muy posible que tenga mejores posibilidades para una próxima contienda, siempre y cuando su plan de gobierno se vaya estructurando más y la izquierda guatemalteca se alinee en una sola posición. Obvio que su llegada al cuarto lugar es una luz esperanzadora y un síntoma de que cada vez se va haciendo mayor la población que busca una alternativa diferente a la ofrecida por la vieja política. Es probable que en el futuro conforme una oposición con fuerza y representatividad, no solo en el Ejecutivo, sino principalmente en el Legislativo. Desde mi punto de vista, esta es la mejor ganancia que nos queda a este pueblo que, como recua furibunda, se deja ir en el despeñadero.

Mientras tanto habrá que hacerle frente a nuestro presente miserable y esperar a ver si la mentalidad guatemalteca se inclina más por el odio que despierta esta candidata ―por demás decir inexplicable, dada la afluencia de votos que obtuvo― o por superar su propia homofobia tan políticamente cristiana hacia un candidato que hace apenas unos días fue despedazado por su orientación homosexual. Yo, por el momento, votaré nulo. Y usted, como buen guatemalteco seguidor de Cristo y respetuoso de la vieja política, ¿por quién se decantaría?

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