Lo que nos hace escritores (y lo que no)


Alfonso Guido_ Perfil Casi literalHace un par de semanas sonó el número de extensión que comunica con esta revista. Contesté y al otro lado de la línea alguien preguntó si «allí todavía trabajaba un “escritor” nicaragüense llamado Alfonso Guido», autor de un artículo X publicado hace muchos meses, o bien, si sabía cómo contactarlo.

Respondí que hablaba el director de la revista y que sí, que el susodicho Alfonso Guido todavía trabajaba en (Casi) literal pero que de todos los columnistas que han pasado por aquí ha sido el más irresponsable y haragán para escribir y el único al que han despedido tres o cuatro veces por no publicar cuando le toca. De hecho, suele pasar meses sin hacerlo, por lo que muchas veces han tenido que cederle su espacio quincenal a alguien más y tal parece que hasta sin editora se quedó ya.

Llevo casi una década leyendo, editando y publicando a otras personas, y sin embargo todavía hay gente que cree que soy escritor. Algunos incluso piensan que de eso vivo. Pero a todo esto, ¿qué es un escritor? ¿Alguien que publica aunque escriba poco? ¿Alguien que escribe mucho aunque casi no publique? Y ¿en qué momento es justo darle a alguien el título de «escritor»?

En diez años han aparecido y desaparecido tres libros con mi nombre en la tapa —o más bien, dos libros y medio—, hasta ahora solo un relato de mi autoría ha salido en una revista impresa y el único premio literario que he ganado en la vida fue por un poema que ya olvidé pero que alguna vez apareció en una revista de la Alianza Francesa. Además, mi trabajo nunca ha aparecido en una antología, todo esto en parte porque no me invitan y en parte porque cuando me invitan siempre digo que sí pero nunca envío nada. Aunque suelo escribir desde ficciones hasta aforismos, siento una especie de fobia a publicar cualquier cosa que después yo no tenga la potestad de editar, quemar o eliminar.

Definitivamente soy el escritor al que nunca le daría una columna quincenal y mucho menos un pago de adelanto por una novela. Sin embargo, nunca he podido negar la satisfacción que me provoca recibir la foto de un niño o niña leyendo un libro sobre un músico que un día se puso a vender sandías, o que googlea en internet «Qué quiso decir el escritor Alfonso Guido con su ensayo sobre Octavio Paz» para alguna tarea del colegio.

No obstante, hay muchas personas como el tal Alfonso Guido por el que llamaron la vez pasada, a quienes la gente osa en llamar «escritor» solo por haber publicado uno o dos libros a lo mucho, pero sin haber producido nada más, quedándose solo con el título de pose para usarlo cuando mejor le convenga a él mismo y/o a los demás. Pero también hay escritores de verdad, escritores sin entrecomillas y de a diario, de esos que escriben religiosamente pese a sus otras responsabilidades, haciéndolo además sin haber publicado nunca un libro y sin saber siquiera si alguna vez lo harán. O que ya publicaron muchos, da igual, pero que a fin de cuentas nunca dejaron de escribir.

Afortunadamente, esta revista solo tiene a un Alfonso Guido y a muchos escritores de verdad.

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