El impune caso de Oliverio Castañeda (el sobrino) (I)


Alfonso Guido_ Perfil Casi literalA pesar de haber cascos urbanos mucho más antiguos, dudo que en Centroamérica haya un lugar con tanta concentración histórica como el Centro de la Ciudad de Guatemala. Posee esa fealdad mística de las ciudades arquitectónicamente mal planificadas que en el mismo vecindario y a menos de cien metros puede reunir a una antigua iglesia neoclásica, un edificio art-déco y un condominio de apartamentos futurista. A la vez otorga a quienes caminamos por sus calles esa sensación de transitar por épocas y realidades tan disímiles y de lo más variopintas en el mismo momento. Cuántas pisadas y cuántas historias no han pasado a lo largo de casi tres siglos por este cuadriculado de 16 avenidas y 25 calles que conforman el Centro Histórico. Cuántos héroes (o supuestos héroes), cuántas musas, cuántos mártires.

En algunos muros se pueden ver papeletas que hacen memoria de los detenidos-desaparecidos por el Ejército durante el conflicto armado que vivió Guatemala en la segunda mitad del siglo XX. A un costado del parque San Sebastián, sobre la Sexta Avenida y 3a. calle, se erige una casa art-déco color celeste tapizada de estas papeletas. Particularmente sobresale y se repite la que muestra a un hombre de anteojos y cabellera poblada. Si no fuera por su penetrante mirada de hielo, sus facciones mostrarían la cara de un niño. Pero los niños no miran así (ya no). Su nombre es Oliverio Castañeda De León y vivió en esa casa hasta uno o dos días antes de su muerte.

Oliverio fue un líder estudiantil asesinado cobardemente por el Gobierno de Guatemala —repugnantemente militar, para variar— el 20 de octubre de 1978, una semana después de haber cumplido 23 años y cuando el país conmemoraba el 34 aniversario de la Revolución de octubre de 1944. Fue presidente de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) en la Universidad de San Carlos de Guatemala y en mi época de estudiante vi su rostro pintado en varios murales de esa casa de estudios. Ahora lo sigo viendo casi todos los días en las papeletas pegadas en la fachada de su casa y en otras partes del Centro de esta ciudad.

El caso de Castañeda De León es apenas uno entre más de 45 mil crímenes ejecutados por el Estado de Guatemala que lamentablemente siguen impunes —¿para siempre?— por más que haya organizaciones nobles y heroicas que los denuncien sin cesar y que a pesar del tiempo nunca olviden, como H.I.J.O.S. Guatemala, por ejemplo. Es en las papeletas de este colectivo donde casi todos los días veo el rostro de Oliverio, pero también el de otras personas cuyos casos también me impactaron sobremanera: Rogelia Cruz (ex miss Guatemala), Marco Antonio Molina Theissen (cuyo caso en los últimos años he seguido de cerca gracias a varios artículos que he editado para esta revista) e Irma Flaquer (columnista de opinión). Por lo menos estos y muchos otros aún hoy tienen un nombre, pues hubo otros que no corrieron con la misma suerte y solo sumaron equis y ceros a las estadísticas oficiales.

Sobre la misma avenida —a escasas cinco o seis cuadras de la casa celeste—, en la entrada oeste del Portal del Comercio, hay una placa que señala el lugar exacto donde Oliverio fue alcanzado por unos matones del Gobierno y abatido a balazos luego de haber huido despavorido por lo menos cien metros desde el parque Centenario, donde acababa de dar un discurso de protesta a propósito de la Revolución de 1944. Puedo asegurarles que si este país fuera Argentina, Brasil o México, en Hollywood ya hubieran hecho una película acerca de su vida. Pero como es Guatemala…

Oliverio Castañeda fue enterrado en Guatemala. Muy lejos de allí, a más de 800 kilómetros, en un cementerio de León, Nicaragua, hay una tumba cuya lápida reza, en mayúsculas sostenidas que seguramente no pasaron por un corrector de estilo: «DR. OLIVERIO CASTAÑEDA † 7 JUNIO DE 1936 MÍA ES LA VENGANZA JFPC HEB. 10:30». Allí están enterrados los restos de otro Oliverio: Oliverio Castañeda Palacios.

Ambos Oliverios tienen mucho más en común que solo el nombre y el apellido.

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