Que nadie llore por nosotros


Karly Gaitán Morales_ perfil Casi literalA propósito de Ya nadie llora por mí, la nueva novela de Sergio Ramírez.

Bendecido por el don de la escritura, Sergio Ramírez, el único premio Alfaguara de Centroamérica, ha escrito desde niño —a los doce años publicó su primer cuento y con él ganó su primer premio literario— y desde entonces ha creado un fascinante mundo rodeado de héroes y antihéroes. Y es precisamente aquí donde quiero detenerme.

En la buena literatura entran en juego muchos elementos que deben coincidir entre sí, pero no a la fuerza. Un autor puede tener el talento para acomodar las palabras o manejar en su mente todo el léxico más refinado, pero además debe darle hilaridad a la historia, ingeniosidad y suspense. Todo eso es una simbiosis que se mezcla en las neuronas de un autor como Sergio, que posee un talento natural que ha perfeccionado con la técnica. Algunas premisas develan el secreto de su escritura, como la que ya él mismo ha revelado: «Antes de atrapar al asesino hay que atrapar al lector».

Es precisamente por obedecer y desobedecer estos cánones que la literatura ramirezca ha sobresalido desde siempre. Grandes personajes históricos como Sandino, Rubén Darío, Anastasio Somoza García, Charles Atlas, Frederick Chopin, George Sand, José Martí, el archiduque Luis Salvador de España, Eunice Odio, Oliverio Castañeda, Chavela Vargas y hasta personas bíblicas como Sara y Abraham han figurado en su literatura. Algo que todos ellos tienen en común es que han aparecido con luces y brillos, con los reflectores enfocando sus rostros. Los hemos visto aparecer en escenas con movimientos de cámara producidos por nuestra mente, en tiempos y lugares donde en la vida real nunca estuvieron y se nos ha hecho creer su existencia con citas textuales de periódicos, documentos y revistas que en realidad nunca existieron. La mayoría de personajes aludidos en este párrafo —o más bien, las historias donde aparecen— han iniciado con el trasiego de una narrativa plana y el in crescendo de la obra se ha visto florecer como espuma de shampoo a medida que pasan las páginas.

Ahora bien, la producción literaria de Sergio Ramírez cuenta con otro tipo de narrativa que divide su obra en dos: la antes expuesta y la de los no héroes. Estos son muy al estilo cinematográfico de seres comunes y corrientes, poco sobresalientes y hasta torpes en cierta medida; personajes fuera de cámara y del star system, de esos que no aparecen en el marco de la foto y que se quedan fuera del cono de luz, seres detrás de la pantalla… Todos ellos son llevados al primerísimo plano y subidos al escenario con mucha maestría por su creador.

Uno de los principales ejemplos de esta «otra literatura» de Sergio Ramírez está representado por El cielo llora por mí (Alfaguara, 2009), con Dolores Morales, el protagonista de la nueva serie de novela negra de Ramírez, un agente de la Policía Nacional de Nicaragua que trabaja en una oficina sucia y deslucida. Morales no entiende de tecnología, ni tiene un alto grado jerárquico, ni recibe medallas, ni ascensos, ni es un sabelotodo, ni es valiente… En pocas palabras, no sobresale en nada. No obstante, la trama de El cielo llora por mí muestra todo lo contrario de lo que se dice de Dolores y de lo que él mismo cree. Los recursos planteados en la novela nos hace evocar la famosa metáfora de vida del célebre filme El mago de Oz —que en realidad nunca fue una película para niños—: son valientes, fuertes o amorosos quienes no lo son. Así es como Dolores Morales busca un lugar —aunque no sea su intención porque es un hombre demasiado simple para tener esas aspiraciones— en ese espacio universal entre Poirot, Sherlock Holmes y Maigret. No es un camino fácil para él y tampoco para su creador.

Aunque el boom press menciona la llegada de Sergio Ramírez a la novela negra con El cielo llora por mí y Flores oscuras, en realidad no es un género nuevo para él. Su magistral novela, Castigo divino (1988), también pertenece a este grupo aunque se le ha calificado injustamente de novela histórica aun cuando Sergio ganó con ella el premio Dashiell Hammet de novela policíaca o negra.

A dos meses de recibir el Premio de Honor en el festival Panamá Negro, Ramírez ha sacado a luz Ya nadie llora por mí, obra con la que Dolores Morales vuelve a la escena tras el primer claquetazo ocurrido en Madrid el 10 de octubre pasado con su presentación en el Instituto Cervantes. Este personaje renace en el plano actual rodeado de un escenario contemporáneo en el que se describe la Centroamérica de hoy, sumergida en la delincuencia, el narcotráfico, la burocracia y la corrupción política. Veremos en sus páginas las aventuras de Dolores Morales, pero más que todo sus desventuras, su trabajo fuera de reflectores y su inexistente vanidad. En el campo literario se halla una excusa para que el mundo se asome a esta región del centro del continente —que por décadas se vendió como sitio selvático de tarjeta postal— y sea testigo de la realidad que enfrentamos día con día; para que ya nadie llore por nosotros sino que seamos vistos como lo que somos hoy junto con México: un segundo Macondo en floración literaria.

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1 Respuesta a "Que nadie llore por nosotros"

  1. ¡Magnífica reseña, si es que se pudiera llamar así! No conozco su obra pero lo haré.
    Gracias por traerle aquí

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